César Augusto Domínguez Pérez-Tejada, titular de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), destacó que México requiere un nuevo modelo de desarrollo que considere de manera primordial a la sostenibilidad.
El también investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, asistió al Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca) de la Universidad Veracruzana (UV), el pasado 25 de octubre.
Destacó en primera instancia lo importante que es la vinculación académica entre instituciones de educación superior (IES) del país. Entre sus argumentos está el que México es uno de los países con menor número de científicos.
Para él, “en realidad estamos lejísimo de los países desarrollados”. Por ejemplo, Israel, Estados Unidos y Australia tienen cinco o hasta seis veces más científicos en comparación con México. Incluso en Latinoamérica, nuestro país tampoco figura en el primer lugar; naciones como Argentina y Brasil tienen más investigadores por habitante.
Prefirió no citar una cifra ideal de científicos por cada 100 mil habitantes para el país y especificó que si bien en términos generales son pocos, los que tienen que ver con ciencias ambientales son muchos menos que los de otras naciones.
Consideró que el primer impulso de formación de científicos en ciencias ambientales en el país empezó con Arturo Gómez Pompa, Gonzalo Halffter Salas y José Sarukhán Kermez, por citar algunos.
Planteó que los problemas del desarrollo en el país ponen en evidencia la falta de planeación y consideraciones en varios aspectos, pues generalmente se destacan los económicos, dejando de lado los sociales y ambientales.
“Tenemos que cambiar la ecuación, pues de lo contrario seguiremos en la desgracia que enfrentamos ahora. Pienso que por eso es importante la colaboración académica en el país.”
Hay cierta culpa en la comunidad científica
Expuso que la atención e importancia que en México tiene la ciencia varía de acuerdo al gobierno en turno: “Hay gobiernos que dan más atención a la ciencia y otros, prácticamente, nada. Estamos en serios problemas: el asunto de las becas, de los proyectos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de las plazas, el apoyo a los centros de investigación se ve como cosa secundaria y en realidad debería ser prioritaria”.
Incluso, dijo que los grandes proyectos de este sexenio “no tienen ninguna consideración con el ambiente”. El mejor ejemplo es Cancún, que fue uno de los paraísos del país y actualmente la Laguna de Bojórquez es el lugar con mayor biodiversidad de escherichia coli del mundo, porque durante mucho tiempo todos los hoteles vertieron sus aguas residuales a esa laguna, con poca circulación.
“Es fundamental aumentar el número de científicos, lo cual tiene aparejados muchos aspectos. Además, permitir una interacción virtuosa entre los gobernantes, la sociedad civil y organizada y la academia, porque de esa manera se van a construir las soluciones.”
Aclaró que las soluciones no se construyen desde una perspectiva, pues ni los científicos ni los gobernantes ni la sociedad civil tienen todas las respuestas. Incluso, más bien generalmente hay conflicto, ya que los intereses de unos no siempre coinciden con los de los otros.
Pero si en el país ni gobierno ni sociedad valoran la biodiversidad de la nación, “hay cierta culpa en la comunidad científica”, admitió el entrevistado. “No hemos sido capaces de transmitir a la sociedad la importancia de la ciencia ni la de tener una cultura científica básica”.
Es más, no sólo es culpa de la comunidad científica, dijo, también lo es del sistema educativo y la situación socioeconómica, por citar dos aspectos. “A veces uno por conseguir lo cotidiano deja de pensar en lo importante y hay razones justificadas para eso”.
Para César Augusto Domínguez, en primera instancia es necesario que la sociedad sepa que la ciencia está en todos los aspectos, desde la comida, los medicamentos e incluso en las decisiones.
“No estoy seguro de que quien decidió no vacunarse sepa lo que eso significa; hay gente que consume estas medicinas ‘maravillosas’ que supuestamente los curan, hay mitos y verdades a medias que no resisten el menor juicio razonable. El problema es que estamos en la época de la posverdad, donde los juicios tienen más que ver con lo que uno cree con el sentimiento que con los hechos concretos.”
El cambio en la educación es indispensable
El entrevistado se dice convencido de que los científicos tienen un papel muy importante y es necesario divulgar la ciencia más allá de la propia comunidad académica. Incluso, su propuesta llega al nivel educativo básico.
“Es como una cruzada perdida convertir a los conversos”, dijo. “Lo que necesitamos es ir con la sociedad, sacar el conocimiento de las universidades y los centros de investigación, llevarlo al público en general y en la medida de lo posible cambiar mentalidades y no cambiarla a lo que uno cree que debería ser, simplemente que estén informados”.
Enfatizó que es indispensable una buena educación desde el nivel básico, sólo así podrá apreciarse un cambio. “Mientras tengamos un país donde unos están bien educados y otros no, seguirá ocurriendo lo mismo”.
Al cuestionarle respecto a los actuales programas de estudios y las reformas educativas, sobre todo en el nivel básico, respondió que hay una serie de conceptos y optó por citar cuatro: idioma, género, la ética “no la moralina”, y la sostenibilidad.
“Estos temas transversales desde la educación básica son fundamentales y deberíamos tenerlos repitiéndose casi en cada materia.”
El desarrollo malentendido
Un planteamiento más del científico es que es necesario entender el desarrollo de una nación en otros términos, muy diferentes a lo que se ve actualmente, y que es necesario un nuevo modelo basado en el concepto “sostenibilidad”, en el que se consideren las tres partes de ésta: la económica, la social y la ambiental.
“Siento que a pesar de que hay una tendencia a cambiar, no necesariamente es la virtuosa. Necesitamos bajarle a esta idea desbocada de que el planeta provee todo. Hay un concepto facilísimo en ecología que es ‘la capacidad de carga’ y necesitamos como un planeta y medio o dos para mantener esta locura de desarrollo que tenemos ahora y no, no aguantará.”
La biodiversidad “casi siempre se piensa desde el aspecto romántico”, dijo; sin embargo, hay datos de lo que significa reducirla: incremento en enfermedades emergentes; pérdida de productividad primaria, porque “está demostrado que si reduces el número de especies vegetales baja la productividad primaria de un ecosistema, es decir, se producen menos energía y recursos”.
Además, al alterar la biodiversidad se hace lo propio con el suelo y por ende los microorganismos de ahí; en consecuencia, cambian los ciclos del nitrógeno, fósforo, carbono, “y todo eso es en detrimento de la naturaleza y, finalmente, nuestro”.
Domínguez Pérez-Tejada dijo que podrían olvidarse asuntos éticos y más, y sólo por cuestiones utilitarias se debería tener una consideración muy importante a la biodiversidad.
Al precisar sobre ese modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad, insistió en que “es una locura el desarrollo desbocado que tenemos, porque cuesta; que tú tengas un desarrollo positivo significa que ‘estás generando más empleo, riqueza’, el problema es que cuesta y durante muchísimos años no se consideraron esos costos pues no se notaban”.
Además, hizo hincapié en que los costos del desarrollo los paga la sociedad, sobre todo las mujeres, los de la tercera edad, poblaciones indígenas y campesinas y las nuevas generaciones.
En su opinión, es necesaria una postura ética con el ambiente, con los semejantes y las nuevas generaciones; y un aspecto más: “No todos podemos vivir como viven en Estados Unidos o en Europa, eso es una locura. Tenemos que considerar muy fehacientemente que vivir así significa que alguien está pagando el costo”.
Pero considerar al planeta, así como un mejor futuro para las nuevas generaciones, y que la biodiversidad se mantenga implica costos inmediatos que afectan las economías, a las grandes empresas y muchos intereses más.
“Se requiere una especie de pacto social, eso es una utopía, No sé si va a ocurrir.”
UV/Karina de la Paz Reyes