Tras el cruento asesinato de varios miembros de la familia LeBarón ocurrido este lunes en los límites de Chihuahua y Sonora, el presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a echarle la culpa a los de atrás al responsabilizarlos de la violencia. El mandatario sostuvo que la inseguridad no se originó el día que inició su administración y tiene razón; la pesadilla tiene al menos doce años.
Pero debe saber que 30 millones de mexicanos lo eligieron entre otras cosas, para que acabe con la pandemia de la violencia que ya es intolerable y no para que se la pase repartiendo culpas.
En once meses de su gobierno van 15 masacres entre las que destacan Minatitlán, Coatzacoalcos, Aguililla, Iguala y la de este lunes con el saldo trágico de tres mujeres y seis niños asesinados.
López Obrador debe actuar como presidente porque para eso fue votado y no como predicador. A los mexicanos (devotos creyentes de un carpintero de Nazaret en su gran mayoría) les importa un pito que a éste lo hayan perseguido por defender a los pobres. Lo que quieren ya ahora, son soluciones para inhibir la violencia que los agobia y no mensajes religiosos.
También quieren que el presidente deje de burlarse, de humillar y balconear a quienes no están de acuerdo con su manera de gobernar. Quieren que deje de ser gandalla y grosero con sus adversarios a quienes incluso les ha inventado mentiras.
El descontento popular ya se respira en el ambiente mientras el presidente sigue “fusilando” desde el paredón de sus conferencias mañaneras a quien se le ponga enfrente. Y esto en lugar de unir, polariza más y acarrea pésimas consecuencias.
Nomás hay que ver la de mentadas que recibió el gobernador Cuitláhuac García cuando, a propósito del presunto golpe de Estado tuiteó: “El ‘golpe’, que ni lo sueñen los conservadores, se les convertiría en pesadilla de inmediato: el pueblo heroico de #Veracruz y al menos 6 gobernantes les impediríamos tan solo el intento”.
La soberbia del ingeniero mecánico electricista le impide ver que a nueve de cada diez habitantes del “pueblo heroico” no les desagradaría que ya se fuera. Y en cuanto a alzarse contra los “conservadores” para detener una intentona golpista que sólo está en la calenturienta mente de su mesiánico jefe, que ni lo sueñe.
A pesar de que en estos once meses ha habido más muertes violentas que en el mismo periodo de sexenios anteriores, AMLO no le baja a su discurso sospechosamente pacifista de no combatir la violencia con la violencia. Y para colmo miente.
El 22 de abril luego de la masacre de Minatitlán (con saldo de 14 muertos) y mes en que se registraron 2 mil 731 homicidios dolosos en el país, Andrés Manuel prometió que en seis meses bajarían los niveles de violencia. Pero seis meses después, el 22 de octubre, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, dio a conocer el registro de 2 mil 825 muertes violentas en septiembre.
La matanza de este lunes provocó que el actor Gael García posteara: “Dan ganas de clausurar el país a cada rato. Qué tristeza. Cada feminicidio, cada asesinato, cada injusticia en contra de niños y viejos. Terrible lo que sucedió ayer. Lo que sucede diario, carajo. Qué tristeza”.
Minutos después agregó: “Si no cambia el gobierno y @lopezobrador_ de narrativa para asumir sus responsabilidades ¿Para qué chingados votamos por ustedes? Más vale que asuman por completo su responsabilidad y hagan lo imposible para que esto no suceda más”.
Malo por Gael porque con estos dos mensajes se acaba de echar un alacrán en la espalda que no tarda en balconearlo desde el Palacio Nacional. Pero a la vez bueno porque el actor dijo lo que millones de mexicanos quieren gritar.
El ataque a los LeBarón (ciudadanos norteamericanos) provocó que el senador republicano Lindsey Graham dijera, “Hay partes tan peligrosas en ese país, que prefiero ir a Siria que a México”. Y tiene razón, cada 15 minutos en promedio es asesinada una persona en algún punto de la República. Es decir, cada hora hay cuatro muertos y cada 24 horas se registran 96.
Pero AMLO dice que vamos bien y no hay nada que temer.