“Nuestro honor, valor y lealtad son con el pueblo de México”. Gral. Carlos Demetrio Gaytán Ochoa

Ya habíamos notado por publicaciones que se vienen haciendo en distintos medios de comunicación, el malestar de las fuerzas armadas del país contra decisiones que ha venido tomando el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, las cuales comienzan desde que el nuevo presidente decide eliminar el Estado Mayor Presidencial, un grupo de cerca de 300 militares encargados de la seguridad del mandatario, pero metidos hasta la cocina de la residencia oficial de Los Pinos, desde donde gobernaron priistas y panistas, con lo que AMLO retiró un cinturón de fuerza que el ejército tenía en torno al presidente, a través del cual se mantenían informados, en tiempo real, de todo lo que hacía la primera autoridad del país y con quiénes.

AMLO desterró del paraíso presidencial, de un tajo, a las fuerzas armadas y sólo se quedó con un reducido grupo de seguridad que le impusieron a fuerza de estarle advirtiendo sobre la importancia de que no se arriesgara tanto, porque ya no andaba en campaña, ya era el presidente de México.

Otro asunto que no le hizo gracia a los militares fue la restricción que les impusieron para que pudieran actuar en operativos contra la delincuencia, por ejemplo, la nula participación de las fuerzas armadas, a pesar de que fueron enviadas a ese lugar, en la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo, donde al menos 130 personas murieron luego de que explotara un ducto de Pemex debido a una toma clandestina en ese municipio.

En los videos que todos los mexicanos vimos se advierte la presencia pasiva de elementos del Ejército viendo cómo pasan ciudadanos con bidones hacia una fuga de gasolina y regresan con el botín (los bidones llenos) y los soldados nada podían hacer, finalmente vino la catástrofe y el saldo fue de más de cien muertos que se quemaron ante la mirada impotente de los soldados que fueron enviados quién sabe a qué, porque la orden era no meterse con ellos, cuando si hubieran llevado la instrucción de impedir cuando menos el paso de la gente a donde estaba la fuga de combustible, se hubieran salvado casi todos o todos, pero no. Ahí, nuestros soldados se vieron ridículos, porque aparte de su obligación, que cumplen, de salvaguardar la soberanía del país, su trabajo en tareas de salvamento como el plan DN3 y otros donde se presentaban en sitios donde había necesidad por las condiciones meteorológicas o por sismos, y luego los vemos en plan de soldaditos de adorno, porque al señor se le pegó la gana dictar una medida prohibitiva a su participación, eso recalienta a cualquiera.

Más tarde se registraron crímenes de soldados por parte de la delincuencia organizada, emboscadas, asaltos a comandos y todo tipo de agresiones sin que el gobierno de López Obrador, o él mismo, desistiera de su política de no agresión a los delincuentes.

Luego vino la orden de liberar al hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo; entonces, la carga política del Ejército en el fracaso de la detención y la reacción contra las críticas a la estrategia, han atizado silenciosamente el bajo estado de ánimo entre la tropa y oficiales.

Y no lo decimos nosotros, así lo expone el general de división en retiro Sergio Aponte Polito, quien durante tres décadas encabezó operaciones antinarcotráfico en Sonora, Chiapas, Quintana Roo y Sinaloa. De hecho, realizó operaciones de este tipo en Culiacán, ciudad en la que ocurrió el desastroso operativo contra Ovidio Guzmán.

Aponte Polito se encuentra en retiro, pero dice estar cerca de la tropa y sostiene que aún pertenece al Ejército.

En entrevista con Proceso, el general Aponte Poilito asegura que para muchos militares “constituye un fracaso” el hecho de que en la operación realizada en Culiacán se haya detenido a un presunto narcotraficante de importancia y después se haya ordenado su liberación. “Causó más agravio y enojo por los muertos y heridos que resultaron de este enfrentamiento. Un militar fue masacrado y otro perdió una pierna por un disparo de fusil Barrett calibre .50”.

Aponte conoce dos de las cunas del narcotráfico en México: Tijuana y Culiacán. Entre 2005 y 2008, como comandante, pronunció discursos que lo enfrentaron con los gobernadores de Sinaloa y Baja California porque denunció la corrupción de los mandos policiacos con los grupos de la delincuencia organizada.

Hay que pensar en lo peor

Es cierto, nunca antes habíamos experimentado una situación como la que estamos viviendo los mexicanos, nuestro glorioso ejército ha sido siempre el aliado de los mexicanos y su prestigio es tan sólido que en este momento es la única institución que nos queda a la cual se le respeta y se le tiene confianza, las demás han sido destruidas por los malos gobiernos de panistas y priistas y ahora rematadas por la llamada 4T.

Y sobre este asunto, el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo alusión al texto del discurso que pronunció hace unos días el general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, durante un desayuno con los altos mandos de las fuerzas armadas y el presidente de México. López Obrador dice: «Tiene todo su derecho a expresarse. Si leen el texto, hay una actitud poco mesurada. Recuerdo algo que dice que en México hay ideología dominante, que no mayoritaria, un lenguaje bastante conservador».

Tras evocar de nueva cuenta el contexto adverso que enfrentó en su momento Francisco I. Madero, que tuvo que rodearse de los generales más conservadores y represores -cuando ocurrió el último golpe de Estado-, López Obrador atribuyó la reacción del conservadurismo a los sucesos registrados en Culiacán.

«Sacaron a flote muchas cosas, por eso algunos se enojaron cuando dije que se había mostrado el cobre, pero permitió poner en la superficie muchas cosas.

«Imagínense diciendo que había que atrincherarse en Culiacán y que a sangre y fuego había que hacer valer la ley, que nos faltaron pantalones, Interpretándolo como una ofensa al ejército».

A pregunta expresa sobre las motivaciones de esos mensajes, López Obrador pidió que se exhibieran de nuevo esos mensajes, porque mucha gente no tiene acceso a redes sociales y no pudieron enterarse de los tuits en donde decía, entre otros aspectos, que el respaldo social impediría que ocurriera un suceso como ese y que en México no había espacio para «los Huerta, los Franco, los Hitler, los Pinochet».

Sin embargo, recordó que emitió un nuevo mensaje en el que afirma que no había nada que temer. Dijo que decidió enviar el mensaje porque es necesario llamar «al pan, pan, y al vino, vino. En política, nada de indefiniciones. En política la indefinición suele ser funesta». Consideró que debe entenderse que ya cambió la política  (en materia de seguridad), porque anteriormente se apostó a la liquidación del contrario.

«Eso no va a volver a suceder, esa mentalidad desgraciadamente se estableció en ciertos sectores muy conservadores, autoritarios».

López Obrador, en un plan mamón, propio de su forma de ser, aseguró que cuando habla del respaldo mayoritario del pueblo, incluye a las propias fuerzas armadas, porque  son «pueblo uniformado».

Sin embargo, acotó que estas posturas que difundió sobre golpe de Estado y Culiacán no implican que haya censura ni haya cuestionamientos al trabajo de los medios de comunicación. «Libertad completa, respeto, qué bueno que se está polemizando sobre estos temas».

Reflexión

En lo de la renuncia a la presidencia del Congreso Local del diputado José Manuel Pozos Castro, hay quienes dicen que fue un triunfo del secretario de Gobierno Eric Patrocinio Cisneros Burgos, lo que es totalmente falso, nosotros tenemos otros datos. Si bien es cierto que don Eric hace lo que le da la gana y se da el lujo de empinar al gobernador cada que quiere, su proyecto de asumir la gubernatura en diciembre del 2020 fracasará. Don Eric, a quien nadie conocía antes de su llegada a la secretaría, se ha encargado de ir sembrado enemigos políticos locales por todas partes y, lo peor, en palacio nacional ya tienen suficiente información de quién fue y quién es hoy.

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