Con la realización de la Escuela Complutense Latinoamericana (ECL) entre la Universidad Veracruzana (UV) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM) se aspira al ideal de ser universales, aseveró en entrevista Andrés Arias Astray, director de la Fundación General de la UCM y coordinador de la edición 2019 de ECL.
Del 14 al 25 de octubre, la UV fue sede del evento académico que reunió a profesores de la institución española con sus pares veracruzanos, quienes impartieron cursos con la premisa fundamental de abordar temas de actualidad para el contexto hispanoamericano.
En la inauguración del evento, Arias Astray reconoció la confianza de alumnos y docentes en el esfuerzo combinado de ambas instituciones y que se materializa en la ECL.
De profesión psicólogo, el actual presidente de la fundación es también docente e investigador en la Facultad de Trabajo Social y su investigación se centra en temas que desarrollan el trabajo social con grupos y la epistemología de los diferentes modelos de intervención social.
“Buscamos desarrollar una epistemología crítica para construir modelos más humanos e igualitarios, a fin de entender las necesidades de las personas con las que trabajamos”, apuntó.
En su facultad ha sido Vicedecano durante cuatro años y fungió como Vicerrector de relaciones institucionales y desde hace unos meses como responsable de la fundación.
-Usted señaló que uno de los componentes fundamentales de la ECL es la vinculación que se genera entre académicos. ¿Puede comentarnos al respecto?
Todas las universidades pretenden ser universales, pretenden abrirse a otros espacios, a otros colegas y esto es complicado por la necesidad de recursos no sólo económicos, sino también humanos que permitan desarrollar las actividades de forma adecuada.
En este caso, la Universidad Veracruzana y la Complutense, para esta acción conjunta que estamos desarrollando, no tenemos la limitación lingüística, pero en otras ocasiones es necesario hablar otro idioma y se necesitan determinados tipos de recursos competentes a nivel lingüístico.
Creo que todas las universidades estamos siendo más o menos capaces de superarlo, pero en muchas ocasiones lo que más cuesta es la permanencia de estas actividades o el impacto en el tiempo de las mismas; sin embargo, me da la sensación que en la Universidad Veracruzana este escollo potencial no se va a dar, tenemos una impresión fantástica de cómo se han organizado las cosas aquí y de cómo están saliendo en los primeros días, estamos realmente contentos.
-¿Cómo se crea este tipo de programas académicos?
La ECL no tiene en un principio un foco de atención a un área de conocimiento, sino que pretende –y lo intentamos en todas las emisiones– integrar actividades académicas de cuatro grandes áreas de conocimiento: ciencias naturales, ciencias de la salud, humanidades y ciencias sociales. Siempre intentamos que algunos de los cursos se correspondan con estas cuatro grandes ramas del saber.
La ECL se inicia a solicitud de otra universidad o a propuesta nuestra y valoramos la posibilidad que exista en ese momento, a veces considerando cuestiones tan prosaicas como la facilidad para no demorar en exceso las jornadas de viaje de nuestros docentes.
Con más de un año de antelación se decide la sede y normalmente hay un coordinador en la Universidad Complutense y un coordinador en la universidad local, quienes realizan una convocatoria a los académicos para que contacten a colegas de la otra institución y puedan realizar un curso.
Una comisión mixta, integrada por miembros de ambas universidades, decide los criterios que se promoverán en cada edición, uno de ellos es la oportunidad del tema, hoy podrían ser cuestiones relacionadas con cambio climático o política internacional, que son de gran interés.
Los profesores tienen que plantear un programa académico con actividades, es una decisión difícil porque todas las propuestas son fantásticas y muchas se dejan fuera.
A la Universidad Veracruzana hemos traído 10 cursos, que es el número habitual para que la Escuela funcione de forma adecuada.
-¿Cuáles serían algunas de las decisiones que han hecho posible la permanencia de la Escuela Complutense Latinoamericana?
Han sido varias. Desde que se diseñó tenía un conjunto de ideas que la hacían un proyecto académico de éxito. Una decisión fue realizar menos cursos, pero dotarlos de más recursos; en otras ocasiones el contar con becas para los estudiantes es muy importante. La Complutense tiene una vocación social, como todas las universidades con las que ha participado, y no es nunca nuestra voluntad que un estudiante se quede fuera porque no tenga recursos, de ahí se originan las acciones que se han venido articulando para atender esta realidad.
Hacia el futuro estamos pensando hacer más global la escuela y desde la rectoría tenemos la intención de abrirnos a nuestros hermanos africanos.
-En su opinión, ¿qué se lleva un estudiante de la Escuela Complutense Latinoamericana para su formación?
Lo primero es considerarlo como un espacio de intercambio diverso, la ECL no sólo integra a estudiantes y docentes de la Complutense y en este caso de la UV, también tratamos siempre de facilitar y ayudar a estudiantes de otras latitudes a que vengan a la Escuela.
Esta Escuela integra a docentes e investigadores de la universidad local y de otras universidades; en este sentido, la posibilidad de promover otras líneas de colaboración e investigación es muy importante para nosotros.