Un estudio canadiense encontró que algunas bolsas de té de plástico liberan miles de millones de micropartículas y nanopartículas en el agua caliente. Sí, el estudio sólo habla de bolsas plásticas, no de todos los tés. Sin embargo, estamos más expuestos a los microplásticos de lo que nos imaginamos.

Microplásticos en el té

Algunas marcas de té han reemplazado las bolsitas de papel que contienen las hierbas, hojas u otros elementos orgánicos con los que comúnmente se preparan las infusiones, por bolsitas hechas con compuestos plásticos. Los fabricantes, consideran que si el contenedor tiene forma de pirámide, entonces la infusión se realizará mejor.

Pero… ¿Qué pasa si sumerges una malla plástica en agua muy caliente? Aunque la respuesta podría parecer obvia, investigadores de la Universidad McGill University, en Montreal, Canadá se dieron a la tarea de analizarlo.

Los investigadores emplearon 4 diferentes bolsas plásticas. Retiraron el contenido orgánico de su interior y remojaron las bolsitas en agua caliente, exactamente a 95°. Encontraron que esta acción “libera aproximadamente 11.6 mil millones de microplásticos y 3.1 mil millones de nanoplásticos en una sola taza”. Los resultados de su estudio, fueron publicados en la Revista de la Sociedad Americana de Química.

Al analizar las partículas liberadas, confirmaron que su composición corresponde con el de las bolsitas de té (tereftalato de nylon y polietileno). Mediante una técnica de laboratorio, espectroscopía infrarroja y espectroscopía de fotoelectrones de rayos X (XPS),   determinaron que “los niveles de partículas de tereftalato de nylon y polietileno liberados del empaque de la bolsita de té son de varios órdenes de magnitud, más altos que las cargas de plástico reportadas previamente en otros alimentos”.

Finalmente, introdujeron pulgas de agua para evaluar si estas partículas pueden afectar al organismo, concluyeron que sí. Aunque todavía no se sabe a qué grado los microplásticos y nanoplásticos pueden afectar la salud del ser humano al ser ingeridos.

¿Qué son los micro y nano plásticos?

En 2004, el biólogo marino Richard Thompson notó pequeños pedazos de plástico en la arena a los que definió como microplásticos. Estas piezas son desecho derivados del petróleo que miden menos de 5 mm. Entonces, aunque algunos pueden verse como un grano de arroz, hay otros que son mucho más pequeños.

Si algunos microplásticos son difícilmente detectables por el ojo humano, los nanoplásticos son prácticamente imposibles de ver, pues miden de 1 a 100 nanometros, un nanometro es la millonésima parte de un milímetro.

Desechos plásticos indestructibles

La doctora Herminia Loza Tavera, investigadora de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explica que en la tierra hay un ciclo de vida. Al final de la cadena están los saprofitos, que consumen todo lo que había en un organismo y lo devuelven a la tierra y a los ciclos biogeoquímicos en forma de carbono, agua y otros elementos orgánicos.

“El problema es que el plástico lo inventamos hace 100 años y los saprofitos no saben cómo destruirlo, no tienen las vías metabólicas para desintegrarlo”, dice la investigadora. Se han descubierto actividades enzimáticas que rompen algunos enlaces, pero no alcanzan a degradarlos. Entonces, “los microplásticos son pequeños trocitos de ese material que se hace chiquito, pero permanece en el ambiente y se acumula”, precisa.

Los producimos, los consumimos y los enviamos al mar

Herminia Loza Tavera, explica que hay dos tipos de microplásticos de acuerdo a su origen: los primarios, que fueron creados de ese tamaño para hacer su función, y los secundarios que derivan de los plásticos.

Los primeros pueden encontrarse en artículos de uso cotidiano como la pasta dental, exfoliantes o detergentes que usan sustancias sintéticas compuestas de micropartículas derivadas del petróleo. Los segundos son producto de todo lo que este hecho de plástico como las llantas de los carros, la suela de los tenis, la fibra de la ropa, las bolsas, popotes, envolturas y un gran etcétera.

En ambos casos, se van a las aguas residuales, llegan a los ríos y terminan contaminando el mar y afectando a organismos importantes para el correcto funcionamiento de los ecosistemas. Se calcula que en la actualidad flotan en nuestros océanos unos 5 mil millones de fragmentos de plástico.

“Estamos consumiendo cosas que no se necesitan. Es común comprar verduras en platos de unicel y cubiertos con plástico transparente. De esta forma los microplásticos van entrando todo el tiempo a nuestro cuerpo”, advierte la académica de la UNAM.

La sal, el consumo de mariscos y el agua potable, son algunos de los alimentos en los que se ha confirmado la presencia de estas partículas plásticas. De hecho, hace menos de un año, investigadores de la Universidad Médica de Viena encontraron microplasticos en heces fecales de humanos.

Un riesgo para la salud

La académica de la UNAM explica que se han hecho muchos estudios para ver los efectos de los microplásticos en animales como ballenas, tortugas, peces, o otros animales principalmente marinos pues es donde terminan la mayoría de estas partículas.

“No hay certeza de las consecuencias en el organismo humano, pero se puede deducir de los efectos registrados en los animales estudiados. Por principio generan inflamación, pero en algunos animales los microplásticos generan desprendimiento de vellosidades intestinales”, afirma la doctora Herminia Loza Tavera.

Aunque ya comienza a estudiarse la presencia de estos desechos plásticos en el cuerpo humano, no se sabe qué consecuencias pueda tener en la salud. El 22 de agosto, la Organización Mundial de la Salud (OMS), pidió que se realice una evaluación exhaustiva de la presencia de microplásticos en el medio ambiente y de sus efectos en la salud de las personas. Lo anterior, tras publicarse un análisis sobre la presencia de estos materiales en el agua potable.

¿Qué puedo hacer?

La doctora Herminia Loza Tavera dice que el plástico es muy importante en nuestras vidas, “muchos de los avances científicos, sociales, de bienestar, de salud y de facilidad de vida, están sustentados en el plástico y han venido a cambiar la vida del ser humano. Sin embargo, ha habido un abuso en su utilización, y multiplicado por el número de humanos que hay en el planeta, está trayendo un problema catastrófico”.

Para comenzar a resolver el problema, la doctora sugiere la creación de políticas públicas que garanticen una legislación para el uso y fabricación de ciertos productos. Pero mientras eso sucede, la acción puede comenzar de manera individual consumiendo menos plástico.

“El daño que causa un popote en realidad es de risa en comparación con el daño que hacemos con otras acciones como comer en desechables, cambiar con frecuencia el celular, o comprar mucha ropa y accesorios”, dice la académica.

La doctora señala que “hay cosas que tienen que ser de plástico, como instrumentos médicos, las prótesis o los marcapasos; pero una playera puede ser el algodón, no necesariamente de nylon. Una mascarilla puede ser de avena, no de nanopartículas químicas”.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), propone 5 maneras de reducir nuestra dependencia de los macro y microplásticos.

El 90% del plástico que usamos en nuestra vida diaria es plástico desechable o de un solo uso. Para preparar un té no se necesita bolsita, mucho menos que ésta sea de plástico. Entonces, ¿por qué seguir consumiendo cosas que no necesitamos, contaminan y podrían enfermarnos?

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