El PRI de Veracruz enfrentará en 2021 su prueba de fuego al encarar la elección para alcaldes, diputados locales y federales con un elevado nivel de descrédito.
Nunca como ahora el Revolucionario Institucional se ha visto tan mermado en la entidad.
El partido viene de tres derrotas consecutivas: en 2016 Héctor Yunes Landa perdió una contienda casi fraticida contra el panista Miguel Ángel Yunes, su primo, quien gobernó la entidad por dos años.
En 2017, el tricolor en alianza con el Partido Verde, sólo logró el triunfo en 40 ayuntamientos veracruzanos. El problema para la causa priista es que casi todos las victorias, excepto Orizaba y Perote, corresponden a municipios muy pequeños; en cambio, Morena se quedó con Coatzacoalcos, Poza Rica, Minatitlán y Xalapa, en tanto que para el PAN fueron Veracruz, Boca del Río, Córdoba, Papantla y Tuxpan. En esa contienda, el priismo fue barrido del mapa.
Un año después llegó para el PRI lo podría considerarse el peor resultado en una elección para gobernador de la entidad: el partido fundado en 1929 fue desplazado hasta la tercera posición. José Francisco Yunes Zorrilla quedó tercero, con cerca de 530 mil votos, algo así como 14 por ciento del total. La votación de Cuitláhuac García, de Morena, fue tres veces mayor que la obtenida por el priista.
Ese resultado implicó para el partido pasar de 10 a 3 diputados en el Congreso local, pero ahora, tras la salida de Juan Carlos Molina de la bancada, sólo quedan dos.
Con esos resultados podría resultar comprensible el desánimo de militantes y simpatizantes priistas, quienes ya parecen resignados a que su partido baja cada vez más en las preferencias y simpatías.
Basta con echarse un clavado a las redes sociales para observar el nivel de descrédito del PRI y de sus principales actores políticos; ha trascendido, por ejemplo, que el dirigente nacional del partido, Alejandro Moreno Cárdenas, es investigado por enriquecimiento ilícito.
En Veracruz, al menos tres ex dirigentes estatales del partido han pintado su raya. No es un secreto que Américo Zúñiga Martínez y Elizabeth Morales García han marcado distancia de la dirigencia de Marlon Ramírez Marín. Tampoco el grupo de José Francisco Yunes parece cerca de la actual dirigencia del partido en la entidad.
Felipe Amadeo Flores Espinosa, del grupo denominado Vía Veracruzana, impulsa un nuevo proyecto político, al igual que Gonzalo Morgado Huesca, uno de los principales promotores de Podemos, que muy probablemente se convierta en el único nuevo partido político local que aparezca en las boletas en 2021.
El caso es que por distintos motivos, los ex dirigentes estatales del PRI no están cerca del actual Comité Directivo.
El peor escenario posible
El peor escenario para Marlon Ramírez es precisamente el que se está registrando: el partido parece paralizado, sin movimiento, pies ni cabeza. En el comité estatal no hay figuras de talla importante.
Adicionalmente, hay descontento entre un sector del priismo por las crecientes versiones que apuntan a una relación de dependencia del dirigente hacia el ex gobernador Miguel Ángel Yunes. Marlon Ramírez no ha considerado necesario hacer un deslinde y, contrario a ello, parece empeñado en apuntar sus críticas y su mira hacia Morena y el Gobierno del Estado, alineando su discurso con el del ex gobernador.
A este paso, el PRI de Veracruz está más cerca de convertirse en un apéndice del PAN que de retomar su fuerza como partido con vida y agenda propia.
¿Para eso quería llegar el ex regidor de Veracruz a la dirigencia?. @luisromero85