Con los contados priistas que le quedan en la nómina, el empleado de la familia Yunes, Marlon Ramírez Marín, presidente del CDE del PRI, cuya principal bandera es “de pendejo me peleo con los Yunes”, públicamente sale a ofrecer los servicios de su partido, entre ellos, los contados diputados federales y senadores de todos los estados de la república con que cuenta, para aprobar el juicio político o la desaparición de poderes en Veracruz, ya que “el gobernador Cuitláhuac García Jiménez es solo una figura decorativa y el estado se derrumba”. Marlon Ramírez afirma que, en esta tarea, la primera que se pudiera escribir en la historia política del país de un juicio político a un gobernador, contará con el apoyo del PAN (y cómo no, si de ahí le vienen las instrucciones), de Movimiento Ciudadano así como de otras las expresiones partidistas que deseen participar en esta acción. Por otra parte, se dice listo (su partido) para participar con un candidato fuerte a participar en una elección extraordinaria en la que apoyarían, sin lugar a dudas, al panista Miguel Ángel Yunes Márquez, no a Héctor Yunes Landa y menos a José Yunes Zorrilla, un político serio que no estaría dispuesto a poner en juego su prestigio solo porque al clan de Yunes del estero se le ocurre que podrán lograr los votos suficientes en el Congreso para aprobar la desaparición de poderes en Veracruz. Lo que debiera hacer este yunista clavado en la dirigencia estatal del PRI es ponerse a trabajar en una posible reestructuración de su partido porque las reuniones a las que ha convocado nadie va, no conoce quiénes son los auténticos operadores políticos y menos la estructura (aunque sea endeble) del PRI estatal. Déjense de juegos infantiles y pónganse a trabajar para cuando menos convertirse en una oposición digna, de propuestas serias que sirvan a la administración morenista, para que aumenten su clientela electoral dando a entender a los veracruzanos que en verdad les preocupa el estado.