En la última década, el combate al narcotráfico y la delincuencia en México ha pasado por tres etapas: la guerra iniciada por Felipe Calderón, la omisión criminal de Enrique Peña y ahora el exhorto de López Obrador para que los delincuentes “piensen en sus mamacitas” antes de cometer sus fechorías.

No se puede decir de otra manera: El Presidente ha postrado a su gobierno y a los mexicanos frente a la fuerza y organización de los criminales. Sea por temor, incapacidad o un acuerdo inconfesable, el tabasqueño no ha querido lastimarlos siquiera con alguna de sus ocurrentes frases, menos aún con la intervención de las fuerzas de seguridad. La petición es una verdadera burla que sólo empodera a los criminales.

El sábado por la mañana, López Obrador lanzó un llamado al grupo delincuencial que impide a los empresarios la venta de gasolina al Ejército en Nuevo Laredo para que recapacite, que permita vender combustibles y que piensen en sus «mamacitas» para portarse bien. Por la noche, como premonitoria respuesta, asesinaron al Secretario de Seguridad Pública de Lagos de Moreno, en Jalisco.

El Presidente calificó como un desafío las amenazas del grupo de delincuentes a distribuidores de combustibles para que no le vendan gasolina al Ejército. “Están mal, así no es la cosa, les llamo a que recapaciten, que piensen en ellos  y en sus familias, en sus madres, en sus mamacitas. Saben cuánto sufren las mamás por el amor sublime a los hijos y ellos tienen que pensar en eso”, dijo un mandatario que parece capitular ante la violencia.

Acostumbrado a la lucha callejera, López Obrador se ha enfrentado y descalificado a todos: al viejo régimen, a los poderes legislativo y judicial, al Ejército, a los empresarios, a los intelectuales, a los medios de comunicación, a los partidos políticos –incluido Morena-, a los organismos autónomos, incluso a los miembros de su propio gabinete… menos a la delincuencia organizada. A ellos, todo su respeto, “porque también son pueblo”.

Han sido muchos los mensajes de “amor y paz” que ha enviado a los delincuentes. Al inicio de su gobierno dijo que la guerra de México contra el narco se acabó y que no se perseguiría a ningún capo. “No hay guerra, oficialmente ya no hay guerra”. Según él, “lo que me importa, es bajar el número de homicidios, bajar el número de robos, el que no haya secuestros”, cosa que no ha sucedido, por el contrario.

A mediados del mes pasado, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero reveló que el Gobierno federal inició pláticas con grupos de la delincuencia organizada en diferentes estados del país y que éstos han manifestado su intención de deponer las armas.

La reacción fue inmediata. Desmintieron la confidencia y aseguraron que en realidad se trataba de grupos de autodefensa que ya no quieren mantenerse en pugna contra los grupos que controlan varias regiones del país, como es el caso de Michoacán y Tamaulipas.

Hace unos días, durante una gira de trabajo, ante los reclamos de la gente desesperada por la creciente inseguridad, el Presidente lanzó un mensaje preocupante: “El Ejército no se usa para reprimir al pueblo… El narco también es pueblo; son seres humanos”. Es decir, el gobierno no está con ellos, pero tampoco hará nada contra ellos.

Eso sin contar los múltiples llamados a que se porten bien. No hace mucho dijo también que no existe ninguna justificación para que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se siga portando mal y afecte a los demás, pues dijo que no es vida andar en la clandestinidad, luego de que el grupo criminal exhibiera algunas mantas desafiando al gobierno.

La respuesta del narco y la delincuencia organizada a estos mensajes ha sido brutal. Al término del mes de agosto, el país registraba más de 20 mil muertes violentas, la cifra más alta en la historia del país. Las mamás de los capos y de miles de sicarios en el país deben estar verdaderamente avergonzadas.

Pedirles que piensen en sus mamacitas. ¡Cómo no se nos ocurrió antes! Tantos muertos, tanta sangre, tanta violencia, tanto dinero público que nos hubiéramos evitado.

Del llamado del Presidente se deduce que los criminales sí tienen madre… el gobierno no.

Las del estribo…

  1. La estridencia mediática de lo político hace mella en la difusión de los logros económicos del gobierno. Resulta que el crédito por 4 mil 500 millones de pesos que se solicitó para tapar el boquete financiero que dejó la pasada administración para cerrar el año está por liquidarse. Para darnos una idea: esta cantidad es mayor a la deuda que dejó Miguel Alemán; el resto de la historia la conocemos.
  2. Según el informe sobre desempeño de procuradurías y fiscalías, de la organización “Impunidad Cero”, Veracruz tiene un índice de impunidad en homicidios dolosos del 96.2% y que de cada 100 de estos delitos, la Fiscalía General del Estado resuelve menos de 4; además, de cada 100 órdenes de aprehensión emitidas por jueces, sólo cumple con menos de 50. Eso sin contar los que se suman a diario desde que ella llegó al cargo. Digo, sólo para que la nueva Fiscal vaya teniendo una idea del huracán en el que la metieron. ¡Y se preocupan por los nombramientos!