Las palmeras ‘socratea exorrhiza’, más conocidas como ‘palmeras que caminan’ llaman la atención. Y, durante años, fueron un misterio para los biólogos que debatieron sobre sus andanzas. Localizadas en las selvas tropicales de Centroamérica y Suramérica —incluida la Amazonía—, los pasos de estos árboles son otro ejemplo de cuando la realidad supera la ficción.
No se trata de un cuento de hadas, ni tampoco de los míticos Ents —los árboles parlantes creados por J.R.R. Tolkien en El señor de los anillos—. Las palmeras que caminan son reales y avanzan a paso lento con sus raíces en busca de una mejor posición para alcanzar la luz del sol.
A lo largo de décadas, las andanzas de estos árboles protagonizaron discusiones entre los científicos. En 2005, el biólogo Gerardo Ávalos, director del Centro de Estudios en desarrollo Sostenible de Costa Rica, aseguró que las caminatas eran sólo un mito, ya que raíces que brotaban de las palmeras no les ayudaban a moverse, el tronco seguía en el mismo lugar.
«Pensar que una palmera en realidad podría seguir los cambios en la luz del sol moviéndose lentamente sobre el suelo del bosque (…) es un mito que los guías turísticos encuentran divertido decirle a los visitantes de la selva «, dijo Ávalos a Live Science.
Socratea exorrhiza ( Mart. ) H.Wendl., la palmera que camina, es una especie perteneciente a la familia de las palmeras (Arecaceae) y nativa de las selvas tropicales en América del sur y central.@SoyCACHAC @CONARC3 @landscapeMX pic.twitter.com/kEZiChtgn3
— Miguel Avila (@MiguelAvilaD) June 29, 2019
Sin embargo, en 2015, el paleobiólogo Peter Vrsansky, del Instituto de Ciencia de la Tierra de la Academia de Ciencias Bratislava, afirmó haber visto de cerca el fenómeno. Según explicó a la BBC, este tipo de palmera camina debido a sus raíces aéreas que la ayudan.
«A medida que el suelo se erosiona, la ‘socratea exorrhiza’ produce nuevas y largas raíces que buscan tierra sólida que pueden alcanzar hasta 20 metros. Después que las raíces están asentadas en el nuevo suelo, el árbol se inclina hacia el nuevo lugar en un proceso que puede tardar hasta dos años», dijo Vrsansky.
Las viejas raíces salen también de la tierra y avanzan con la planta en el aire. De esta forma luchan, junto con otras plantas tropicales, para buscar luz solar y un suelo más firme, en lo que sería una verdadera carrera por la supervivencia.
Sin embargo, lo que precisamente hace posible esta magia es todavía un misterio para la ciencia. Los biólogos coinciden en que sus raíces les permiten mejor soporte y estabilidad al tallo para que puedan alcanzar más alturas y por ende, más sol, pero todavía se desconoce qué propiedad específica les permite hacer el traslado.
En Ecuador se encuentra una de las grandes reservas de esta especie de árbol caminante, donde también están más amenazados. El desarrollo agrícola del país y la venta de su madera corta sus pasos, además de la amenaza del pecarí barbiblanco, también conocido como jabalí americano quien es su principal depredador.
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