Tan sorpresiva e indignante ha sido la tragedia del bar “Caballo Blanco” en Coatzacoalcos como el hecho de que hasta ahora no haya rodado cabeza alguna de los responsables del gobierno, la seguridad y la comunicación en el estado, y por qué no, de una parte del gobierno federal.
Veracruz y su gobernador viven la peor crisis política y de seguridad que se recuerde; y si bien se multiplican las opiniones de que la violencia desbordada no es responsabilidad exclusiva de Cuitláhuac García –multihomicidios hubo lo mismo con Fidel que con Duarte y Yunes-, resulta que aquéllos sí tomaron decisiones para atemperar las aguas. Tras algún evento violento, el mandatario en turno salía a dar un golpe en la mesa, ya fuera mediante remoción de funcionarios o recomposición de la estrategia.
Hoy el gobernador ha decidido lanzarse a un pantano de arenas movedizas con el Presidente López Obrador atado a él. Ha puesto en evidencia su incapacidad para gobernar hasta en lo más sencillo: verificar la información que le hacen llegar sus colaboradores. Ha creado él mismo, sin la ayuda de nadie, la tormenta perfecta.
La comunicación ha sido terrible, con verdadero ánimo de que el Gobernador quede hecho una piltrafa. No se observó el mínimo requisito en el manejo de una crisis: desde el primer momento, enviaron a Cuitláhuac al matadero, sin información, sin mensaje, sin estrategia. No hubo voceros alternos, no hubo datos duros, sólo el nerviosismo del Gobernador en cada entrevista.
La idea de atender todas las solicitudes de los medios nacionales sin contar con estas herramientas provocó un miércoles negro en el que se exhibió al mandatario como lo que es: un gobernante inexperto, sin criterio, sin idea de cómo resolver el conflicto, aferrado a la narrativa de culpar de todo a la Fiscalía del Estado. La pifia informativa de Coatzacoalcos restó toda credibilidad a sus señalamientos.
El corte de caja ha sido devastador. Nunca un gobernador de Veracruz había recibido tales calificativos. Sin proponérselo, Cuitláhuac ha obsequiado un bidón de gasolina a los adversarios del Presidente, por eso las columnas políticas están que arden. Comparto sólo algunas perlas de plumas nacionales que expresan crudamente la necesidad de un relevo urgente en Veracruz, a menos que el Presidente desee asumir un costo político muy alto.
Por ejemplo, Raymundo Riva Palacio publicó ayer que “Cuitláhuac García, el gobernador de Veracruz, no es más torpe porque el día no tiene más horas, ni luce más ignorante porque prefiere guardar silencio.”
“La violencia se ha extendido y la procuración de justicia es inexistente. El gobernador García, protegido por el Presidente, se ha convertido en un lastre para López Obrador y lo está arrastrando políticamente. Tiene que sacudírselo. Ese pie con gangrena le va a subir por el cuerpo a menos que se lo corte. Tener un pelele en un estado problemático no le funcionó, pero es mejor pagar el costo que el Congreso, dominado por Morena, lo lleve a juicio político y lo destituya, a que siga contaminando la cruzada de López Obrador” acusa en su columna de El Financiero.
Héctor de Mauleón hace un recuento pormenorizado del horror que vive Coatzacoalcos. De los secuestros y extorsiones, de los más de 40 cuerpos de personas secuestradas que habrían aparecido en fosas clandestinas. De la descomposición de las instituciones y del éxodo de ciudadanos, profesionistas y empresarios ante la inseguridad y la violencia. Concluye diciendo que “el gobernador García, mientras tanto, sigue buscando a quién culpar de su fracaso.”
El polémico Carlos Marín también se sumó al linchamiento mediático. “Los tumbos que dio ayer Cuitláhuac García lo pintan como es: demagogo, rijoso e incapaz…Lo que Cuitláhuac ha hecho al Presidente a pocos días de su primer Informe constituye un doble golpe: lo embarcó en la repetición de una mentira descarada y, por darle al violín, le dio al violón: sembró la idea de que la Fiscalía General de la República consiente o es alcahuete de presuntos narcotraficantes, a uno de los cuales, a lo wey, lo convirtió ya en el más buscado.”
Salvador García Soto de El Universal recordó que es la segunda gran masacre que ocurre en Veracruz en los últimos meses, desde que el estado es gobernado por un mandatario de Morena como Cuitláhuac García, en múltiples ocasiones defendido y reivindicado por el presidente López Obrador. La primera fue Minatitlán con sus 13 muertos apenas en abril pasado, entre ellos un niño de un año.
Y en medio de la metralla, el mandatario estatal no ha tenido un tiempo para los medios locales; tampoco ha asistido a la ciudad de Coatzacoalcos ni se ha reunido con los mandos policiacos y militares para evaluar la situación. Ha estado secuestrado en Palacio Nacional a la espera de instrucciones.
A nivel mediático, Cuitláhuac García está herido de muerte. Difícilmente podrá revertir esa imagen a menos que su gobierno tome rumbo. Pero acaso en medio del descontento y la frustración social, ¿el presidente será capaz de alzar nuevamente la mano de Cuitláhuac y decirnos que los veracruzanos somos afortunados de tenerlo como gobernador?
Eso lo sabremos hoy mismo durante su gira por el norte del estado.
Las del estribo…
- Esta mañana estaré acompañando a mis queridos y reconocidos colegas Flavia Morales Carmona, Eirinet Gómez López y Aurelio Contreras Moreno en el conversatorio “Contribución Periodística al Combate a la Corrupción”, que organizan el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Estatal Anticorrupción y la Universidad de Xalapa. Va a estar bueno. Aikir, como decía German Dehesa.
- La Secretaria de Trabajo y Previsión Social, Guadalupe Argüelles –la que metió a su hija a la nómina de la STPS, efectivamente- dijo este jueves que en Veracruz se cuenta con un cifra de desempleo “de apenas” un 40 por ciento. Según el Inegi, el desempleo en México se situó en 3.5 % de la Población Económicamente Activa (PEA) en el segundo trimestre de 2019. ¡Son más brutos que un cochino!