La predisposición genética de una persona al insomnio aumenta en gran medida las probabilidades de que desarrolle una enfermedad coronaria, una insuficiencia cardíaca y un accidente cerebrovascular isquémico. Esta es la conclusión a la que han llegado dos científicos de Suecia y Reino Unido que han estudiado el impacto que tiene el insomnio en la salud humana.
Para profundizar en la cuestión, los investigadores recurrieron a material génico para confirmar lo que ya se sabía a partir de varios estudios de observación basados en la autoevaluación de los pacientes o de personas encuestadas con insomnio. En este sentido, su investigación está considerada como la primera de este tipo, informa un comunicado difundido por la Asociación Estadounidense del Corazón.
El insomnio es un importante problema de salud pública que afecta a entre el 10 % y el 30 % de la población, recuerdan los autores en el informe científico, que ha sido publicado este 19 de agosto en la revista Circulation. El análisis incluyó datos de un millón de personas, tanto con sueño normal como deprivadas, algunas de ellas con las mencionadas dolencias en sus historiales médicos.
La autora principal del estudio, Susanna Larsson, profesora del Instituto Karolinska (Suecia), destacó la importancia de «identificar la razón subyacente del insomnio y de tratarla». En su opinión, el sueño es «un comportamiento que puede ser modificado por nuevos hábitos y manejo del estrés», a pesar de las predisposiciones que ensayaron.
El análisis con variables múltiples realizado por el equipo incluyó el tabaquismo, la educación y la depresión, que resultaron estar «genéticamente correlacionados con el insomnio». Los índices de probabilidad para asociar la predisposición genética al insomnio con distintas variedades de accidentes cerebrovasculares oscilaban entre el 1,06 y el 1,13, lo que apunta a una relación muy alta.
Una de las limitaciones del estudio destacada por el comunicado reside en el hecho de que sus resultados evidencian la influencia en la salud cardiovascular de la huella génica del insomnio y no del insomnio en sí. Según Larsson, no era posible determinar (de no ser por encuestas) si las personas enfermas tenían insomnio o no.
Otro estudio llevado a cabo recientemente con un muestreo menor de pacientes en EE.UU., demostró que dormir al menos siete horas cada noche puede reducir el riesgo de padecer un ataque cardíaco o un derrame cerebral. Asimismo, una revista europea reveló a finales del año pasado que el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares es mayor en las personas que duermen más que el promedio habitual de entre seis y ocho horas diarias.
RT