Un tratamiento con una bacteria intestinal, que es abundante en personas centenarias, y escasa en personas con envejecimiento prematuro, ha alargado la vida en experimentos con ratones, según una investigación española presentada ayer en la revista Nature Medicine.
“Nuestros resultados indican que tratamientos dirigidos al microbioma intestinal pueden conducir a mejoras del tiempo vivido con buena salud y de la longevidad”, declara Carlos López-Otín, especialista en biología del cáncer y del envejecimiento de la Universidad de Oviedo y director de la investigación. Pero advierte que estas mejoras no llegarán a corto plazo porque “todo lo que se estudia en animales ha de pasar rigurosas pruebas antes de aplicarse en humanos; no se pueden coger atajos”.
La investigación, a la que López-Otín y su equipo han dedicado cinco años, revela que la microbiota intestinal –el ecosistema de microorganismos que viven en los intestinos- influye de manera importante en el envejecimiento. Estudios anteriores habían relacionado la microbiota con enfermedades relacionadas con la edad como la diabetes tipo 2, algunos cánceres y algunas dolencias cardiovasculares. Pero esta es la primera vez que la microbiota se relaciona directamente con el proceso de envejecimiento.
Los resultados suponen una llamada de atención sobre el uso habitual de antibióticos por vía oral, ya que perturban la microbiota intestinal, que “merece una atención exquisita” por su importancia para nuestra salud, señala López-Otín.
La investigación revela por otra parte que el efecto de la microbiota sobre el envejecimiento se hace a través de la bilis. Es la influencia de la bacteria Akkermansia muciniphila sobre la síntesis de ácidos biliares lo que explica su efecto beneficioso para mantener una buena salud a edades avanzadas.
“Los ácidos biliares regulan multitud de funciones en nuestro organismo, incluidos el metabolismo de las grasas, la inflamación y la salud cardiovascular”, destaca Clea Bárcena, primera autora de la investigación, también de la Universidad de Oviedo. Si la bilis se ha estudiado poco hasta ahora, “no es porque se creyera que tiene poca importancia sino porque la biología de los ácidos biliares es complicada y resulta difícil trabajar con ellos”. Esto podría cambiar ahora que se ha descubierto que son importantes en retrasar o acelerar el envejecimiento.
Una comparación de las microbiotas intestinales de cinco niños con progeria –una rara enfermedad genética que causa envejecimiento prematuro- con las de niños sanos ha mostrado que tienen composiciones distintas. Se ha descubierto también que las personas centenarias tienen una microbiota peculiar, distinta a la del resto de la población.
Entre otras diferencias, las personas centenarias tienen una mayor abundancia de un tipo de bacterias llamadas verrucomicrobios. Dentro de este tipo, destacan las de la especie Akkermansia muciniphila , que en estudios anteriores ha demostrado tener un efecto protector frente a la diabetes y la obesidad.
“Hoy sabemos que en el microbioma hay bacterias muy buenas y otras que no lo son tanto e incluso son peligrosas. Es algo que hace no muchos años nos costaba comprender”, explica López-Otín. “Nuestro trabajo identifica a Akkermansia muciniphila como una de las muy buenas”.
En estudios con ratones que envejecen prematuramente y simulan la progeria humana, los investigadores han observado un déficit significativo de verrumicrobios, así como un aumento de otros tipos de bacterias. Al analizar la microbiota intestinal de ratones sanos, han observado que a medida que envejecen aumenta la disbiosis –o desequilibrio de la microbiota-.
Estos resultados sugieren que restaurar una microbiota equilibrada podría ser una estrategia eficaz para retrasar el envejecimiento y alargar la vida. Para comprobarlo, los investigadores han realizado trasplantes de microbiota –también llamados trasplantes fecales- de ratones sanos a ratones con envejecimiento prematuro. En los receptores de los trasplantes se han retrasado procesos característicos del envejecimiento como la pérdida de peso, el deterioro renal o la mala regulación de la temperatura corporal. El experimento se repitió en dos modelos distintos de ratón y en ambos aumentó la longevidad entre un 13% y un 14%.
Administrar la bacteria Akkermansia muciniphila a los ratones directamente con la comida también consiguió efectos saludables, aunque los resultados no fueron tan notables como con el trasplante de microbiota. En este caso, la vida se alargó alrededor de un 5%.
Un trasplante fecal o un tratamiento con verrumicrobios “es una estrategia prometedora que podría mejorar la salud de las personas”, declara López-Otín. “El futuro de estos tratamientos también podría pasar por identificar qué proteínas o componentes de esas bacterias son beneficiosos y sintetizarlos en un laboratorio, lo que evitaría administrar microorganismos vivos a seres humanos”.
El investigador alerta que “el campo del microbioma está generando un extraordinario interés, pero hay que ser muy cuidadosos para evitar lo que sucedió con la terapia génica, cuya aplicación prematura condujo a retrasar el avance de una técnica de gran potencial. En algunos sitios se hacen ya trasplantes fecales con poco control y las consecuencias pueden ser fatales”.
Numerosos estudios han detectado correlaciones entre la microbiota intestinal y el riesgo de enfermedades, incluidas dolencias neurológicas y psiquiátricas como el parkinson, el alzheimer o la depresión. Esto ha alimentado la esperanza de que estas enfermedades se puedan tratar con estrategias dirigidas a la microbiota como trasplantes fecales. Este tipo de trasplante ha demostrado su eficacia para el tratamiento de infecciones graves causadas por la bacteria Clostridium difficile.
Para otras enfermedades, sin embargo, pocos de los estudios que han detectado correlaciones con la microbiota han demostrado una relación de causalidad o han identificado los mecanismos por los que las bacterias intestinales afectan a la salud. A falta de demostrar estas relaciones, López-Otín considera prematuro realizar trasplantes fecales para tratar determinadas enfermedades o prevenir el envejecimiento.
Fuente: lavanguardia.com