El icono de Londres, el símbolo de la identidad británica, cumple 160 años. Es el Big Ben, que en su aniversario se encuentra recubierto de andamios y completamente mudo. ¿La razón? Los ambiciosos trabajos de restauración, que en poco tiempo se extenderán a todo el parlamento británico.
El 11 de julio de 1859 sonó la gran campana, en un tañido que se haría tan popular que es la señal acústica de los informativos de la BBC y uno de los ringtones más descargados entre los británicos
El Big Ben no es la torre
Se suele llamar Big Ben a la torre pero en realidad este es el nombre de la gran campana de 13,7 toneladas. Esta es la segunda que fue instalada, porque la primera presentó una gran rajadura y fue cambiada. Ese incidente se repitió en la nueva, pero se decidió que se quede en su lugar. Y ahí sigue, más de un siglo y medio después.
La torre, antes conocida como Clock Tower (torre del reloj) fue rebautizada como Elizabeth Tower en 2012, por los 60 años de la ascensión al trono de la actual monarca.
Ambicioso proceso de restauración
El reloj y la fachada de la torre se encuentran en medio de un proceso de restauración que comenzó en el 2017 y que se extenderá hasta el 2021. Luego seguirá la renovación del edificio neogótico del parlamento, cuyo costo puede superar los 4.500 millones de euros, y que obligará a diputados, lores y al personal a trasladarse a otro edificio.
Los trabajos en el campanario implicaron la remoción del techo de hierro fundido, compuesto por 3.433 piezas, para ser reparado.
La gran campana sigue en su lugar, y solo ha sonado para eventos puntuales como la llegada del año nuevo. Pero se decidió que durante los cuatro años de trabajos quede muda para no enloquecer con su tañido a los operarios que trabajan en el campanario.
Reparar un mecanismo muy complejo
Cuando se proyectó el reloj los maestros artesanos recibieron la consigna de que no tenga un margen de error superior al segundo. Así se creó un complejo mecanismo de cinco toneladas, que se retiró para ser reparado y evitar que el polvo de las obras lo arruine.
Para que las manecillas del reloj puedan seguir girando se instaló un motor eléctrico de manera provisional. Estas miden 2,8 metros de largo (la de las horas) y 4,2 metros (la de los minutos).
Ya la esfera norte está terminada, donde se colocaron 324 nuevas piezas, muchas de ellas de vidrio tallado a mano.
La tradición de la cápsula del tiempo
Durante los trabajos se encontró una cápsula del tiempo dejada por los obreros que repararon la torre en 1950.
Los operarios dejaron una lista con sus nombres, una moneda, un periódico y una carta indicando que habían encontrado un cofre con objetos dejados por los trabajadores que realizaron reparaciones en 1920.
Para seguir con la tradición, los actuales operarios y artesanos también dejaron para el futuro una cápsula con sus nombres, mensajes de niños y una copia del libro de sesiones del parlamento.
CERODOSBE/ JUAN PEDRO CHUET-MISSÉ