Ciudad de México. – La tortilla, el frijol, el chile, el pozol o el atole, alimentos nutritivos tradicionales de comunidades indígenas han sido desplazados por frituras y refrescos. Los cambios de hábito desde la década de los 90 por el libre comercio se derivan en parte de una estrategia publicitaria “agresiva” de la industria de la chatarra y sus efectos en la salud se complican al haber menos servicios médicos en las regiones marginadas, advirtieron especialistas
El 70 por ciento de los niños de primaria de la región de la Montaña de Guerrero desayuna refresco frente al 51 por ciento que recurre al café (no necesariamente de grano, sino soluble), el 26.6 por ciento a leche o el 17 por ciento al atole como el primer alimento del día, revela un estudio de El Poder del Consumidor y Oxfam México (2010) basado en más de 300 encuestas a menores y jóvenes del municipio de Chilapa y aledaños.
Se tiene la creencia de que el refresco “quita el hambre” y “da energía” por sus altos niveles de azúcar. Profesores y miembros de las comunidades guerrerenses expresaron que un gran porcentaje de los niños se van sin desayunar a la escuela o solo toman el refresco, lo cual afecta su proceso de aprendizaje por la falta de concentración y de crecimiento tanto físico como intelectual por reducir la fijación del calcio, dice el informe “Impacto de la presencia de comida chatarra en los hábitos alimenticios de niños y adolescentes en comunidades indígenas-campesinas” de ambas organizaciones.
Las personas de menos ingresos tienen prácticamente 2.1 mayores probabilidades de sufrir diabetes complicada que las poblaciones de otros recursos, ilustró. Las muertes por diabetes en México, relacionada con sobrepeso y obesidad, aumentaron 126 por ciento de 2000 a 2016, documenta la Federación Mexicana de Diabetes.
Las tienditas forradas de Coca Cola
La estrategia publicitaria para invadir la vida cotidiana de productos ultraprocesados ha recurrido a anuncios con los trajes tradicionales de las comunidades indígenas (retirados por presión), con los símbolos de mando o mensajes en su lengua indígena, expuso Marcos Arana Cedeño, también investigador en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas “Salvador Zubirán”.
Además, suelen ofrecerlos unos pesos más barato que en la zona urbana. En municipios de Los Altos de Chiapas, donde tzotziles usan a la Coca-Cola de vidrio como una bebida ritual, hasta hace cinco años las botellas costaban entre cinco y seis pesos, aunque actualmente están al precio comercial.
FEMSA extrae un millón 300 mil litros de agua diarios de dos pozos ubicados en las faldas del cerro Huitepec, para su planta embotelladora en San Cristóbal de las Casas, municipio montañoso donde sus habitantes carecen de agua potable.
Coca-Cola se bebe el agua de 200 mil habitantes de San Cristóbal de las Casas, acusa especialista
Entre pláticas y bromas, mamás y niños de la región de la Montaña en Guerrero expresaron para el estudio de El Poder del Consumidor que preferían la Coca-Cola y el tomar u ofrecer a algún invitado Pepsi-Cola es “casi un insulto o una pena”.
“Respecto al impacto de la publicidad, como uno de los elementos que contribuyen al deterioro de los hábitos alimentarios se registró que los niños ven entre 1-3 horas diarias de televisión. Destaca que 34 por ciento de los niños y jóvenes ven más de 3 horas de televisión diario”, documenta el informe.
Las tiendas de abarrotes se han convertido en surtidoras casi exclusivamente de productos que son dañinos para la salud como los refrescos, frituras y dulces, y están forradas de publicidad roja de Coca-Cola.
De acuerdo con varios testimonios de personas en las diferentes comunidades de la montaña guerrerense, los vendedores de la Coca-Cola “les condiciona a vender solo sus productos a cambio de más mercancía o de refrigeradores”.
El médico Marcos Arana coincidió que en Chiapas “en cualquier colonia popular o comunidad hay muchos más puntos de venta que en cualquier otra colonia. Cualquier escuela está rodeada de puntos de venta de chatarra”.
“Inclusive familias que tienen dos o tres diabéticos tienen como único negocio la venta de refrescos. Se reproduce el sistema de ventas como las drogas, es decir, se hace que la población adicta a los refrescos venda los refrescos para poder seguir consumiendo a pesar de que esto tiene consecuencias terribles. Esto lo saben las compañías y está muy mal intencionado”, acusó.
FEMSA se ha convertido en una empresa líder que participa en la industria de bebidas, a través de Coca-Cola FEMSA, el embotellador más grande de productos Coca-Cola en el mundo en volumen de ventas. Eva Gonda de Rivera, viuda del fundador de FEMSA Eugenio Garza Lagüera, es la quinta persona más rica de México con 6 mil 700 millones de dólares (Forbes, 2019).
Esta semana la Alianza por la Salud Alimentaria aseguró que la iniciativa presentada ante la Cámara de Diputados por la legisladora Carmen Medel Palma, para regular etiquetados en bebidas azucaradas y productos ultraprocesados que indiquen de manera clara y entendible si son altos en azúcares, sodio, grasas o calorías, fue frenada en la sesión de la semana pasada por FEMSA-Coca Cola.
Falta de enseñanza nutricional
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo el martes en conferencia de prensa que “el signo” en las comunidades indígenas de Los Altos de Chiapas son las refresqueras. “Yo creo que es de las zonas con más consumo de refrescos embotellados en el país”, consideró.
“Todo esto hay que atenderlo”, afirmó. “Tiene que haber todo un proceso de enseñanza nutricional y revalorar nuestros alimentos tradicionales, porque a veces ha llegado a obtenerse prestigio con el consumo de productos muy publicitados”.
Montserrat Salazar Gamboa, directora ejecutiva The Hunger Project México, destacó la importancia de informar a las comunidades marginadas sobre los efectos de estos productos chatarra para que ellos decidan sobre su consumo.
“El hambre no es falta de alimento, sino es falta de democracia que se traduce en ciudadanías opacas y suprimidas”, aseguró quien ha cuestionado a habitantes de comunidades en Oaxaca sobre los etiquetados claros. “Ellos asumen empoderamiento después de obtener información”.
Además de carecer de servicios médicos, los habitantes de las regiones en pobreza también tienen menos acceso a la educación. “Hay niños que van a escuelas y en tercer grado no saben leer ni escribir. Los maestros deberían enseñar a los niños cómo entender el etiquetado de los productos que consumen”, propuso Marcos Arana, representante de la Red Internacional de Acción en Alimentos para Niños.
Muchos de los menores que desayunan refresco o lo toman en la escuela en Guerrero expresaron a las organizaciones que les gustaba más, que sabía más rico y otros que por “nomás”.
“Primero los pobres es el lema de este Gobierno. Una acción muy importante debería ser el adoptar un etiquetado claro que proteja a la población de menores recursos”, dijo Arana.
Sin embargo/Dulce Olvera