Cuando en marzo del presente año se manejó el nombre de la veracruzana Lorena Piñón Rivera como aspirante a la dirigencia nacional del PRI, la noticia provocó la mofa de un amplio sector del priismo, que consideró el anuncio como una broma de mal gusto.
Piñón Rivera carece de trayectoria y cartas credenciales como para aspirar a ese nivel e inscribir su nombre entre los que en esos días sonaban para el cargo: Ivonne Ortega Pacheco, ex senadora y ex gobernadora de Yucatán; Ulises Ruiz Ortiz, ex mandatario de Oaxaca; Alejandro Moreno Cárdenas, gobernador de Campeche; y José Narro Robles, ex rector de la UNAM y ex secretario de Salud.
Al final de camino, sólo los ex gobernadores de Yucatán y Campeche fueron inscritos. Lorena Piñón había sido incluida entre los aspirantes registrados, pero en una rectificación, el PRI dio marcha atrás este jueves.
El 25 de junio, la Comisión de Procesos Internos del partido entregó las constancias de procedencia a tres fórmulas (José Narro ya había declinado, asumiendo una decisión que fue calificada como digna) pero el día 27, la Comisión de Justicia Partidaria determinó cancelar el registro de la veracruzana y, además, retirarle su militancia; es decir, expulsarla.
Parece que las altas esferas del PRI determinaron que el partido no podía darse el lujo de convertir su proceso interno en motivo de escarnio público; sobre todo porque su número de simpatizantes ha caído de manera dramática hasta casi alcanzar el subsuelo; segundo, porque viene el PRI de la peor derrota en su historia en una contienda presidencial; y tercero, porque Lorena Piñón no representa absolutamente nada y no genera más que burlas y comentarios sarcásticos.
En pocas palabras, la hoy ex aspirante, ex militante priista, era el hazmerreír en este proceso interno y al PRI le resultaba más pernicioso que benéfico tener a un candidato, en este caso candidata, tan frágil a la dirigencia nacional. Nadie la tomaba en serio, ni siquiera en Veracruz, de donde es originaria; o mejor dicho: sobre todo en Veracruz, donde se le conoce bien.
Por ello el partido recurrió al argumento más fácil para deshacerse de Piñón Rivera: su apoyo a una fuerza política diferente, dado que la mujer fue precandidata panista a un cargo de elección popular; en el proceso 2015-2016, aceptó ser postulada a una diputación local; no fue candidata, pero su inclusión en la lista de Acción Nacional terminó por provocar que la bajaran de la contienda por la dirigencia del partido.
Un año después de la elección de 2016, en la que pudo haber apoyado al PAN, Lorena Piñón buscó la presidencia municipal de San Rafael.
Sin embargo, en esa empresa también fracasó, dado en las urnas la hicieron talco: quedó en tercer lugar. El ganador y actual alcalde, candidato de PAN-PRD, le sacó una ventaja de 5 a 1.
En dicha contienda municipal por San Rafael, Piñón Rivera apenas superó el 10 por ciento de los votos; no ganó ni una casilla; ni siquiera su seccional; ni sus vecinos votaron por ella. De ese tamaño fue su fracaso político.
Se refugió posteriormente en la delegación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, donde lo más destacado que hizo fue recibir a la ex lideresa del SNTE, Elba Esther Gordillo, quien acudió a realizar el trámite de pasaporte; fuera de eso, simplemente pasó inadvertida.
Luego de esa experiencia, sorprendió cuando se encartó como aspirante a la dirigencia nacional del PRI. En Veracruz corrieron versiones en el sentido de que entraba sólo como ariete para golpear a otros aspirantes, con el supuesto patrocinio de Alejandro Moreno Cárdenas.
Sin embargo, al ex gobernador de Campeche parece que no le hacen falta paleros, y por ello en la cúpula priista optaron por decir “gracias por participar” a Lorena Piñón.
@luisromero85