Un 23% está hecho de materia oscura (invisible), que los físicos intuyen que existe, pero no saben lo que es. El 73% restante, es decir, casi toda la materia del universo es energía oscura, que también es invisible. La materia bariónica (materia ordinaria) está en franca minoría en el universo.
Pero también en el cerebro, si definimos figuradamente la materia y la energía oscuras como la parte no consciente de nuestra mente.
El inconsciente
Hasta que Sigmund Freud no teorizó acerca del inconsciente, no llegamos a entender muy bien por qué, siendo racionales como éramos, incurríamos en contradicciones de todo tipo. Freud postuló así un espacio conceptual, no manifiesto para nosotros, en el que reina la irracionalidad, es decir, que está ajena a la inferencia lógica, la causa y el efecto y el tiempo linear.
Freud fue demasiado lejos sosteniendo que en el inconsciente residía tanto los impulsos sexuales como los agresivos, entre otros, y llegó a escribir más literatura que ciencia, pero hoy en día la idea del subconsciente es una idea aceptada por todos, tal y como explica Joel Gold, psiquiatra clínico en la Facultad de Medicina de la NYU en Eso lo explica todo (edición de John Brockman):
El universo consiste básicamente en materia oscura. No podemos verla, pero tiene una enorme fuerza de gravedad. La mente consciente (de manera muy similar al aspecto visible del universo) es sólo una pequeña fracción del mundo mental. La materia oscura de la mente, el subconsciente, tiene la mayor gravedad psíquica. Cuando no tenemos en cuenta la materia oscura del universo, aparecen las anomalías; cuando ignoramos la materia oscura de la mente, nuestra irracionalidad resulta inexplicable.
La mente consciente tiene una capacidad de procesamiento 200.000 veces menor que el inconsciente, según un estudio de Ap Dijksterhius, Henk Aarts y Pamela K. Smith. Y, además, como añade Daniel Gilbert, psicólogo de Harvard, nuestras mentes divagan durante el 46% del tiempo, tal y como sugirió en su artículo de Science.
Fuente: xatakaciencia.com