Este lunes en conferencia de prensa en Cancún y a un reclamo, más que a una pregunta de una reportera, el presidente Andrés Manuel López Obrador contestó: “Yo no digo mentiras y siempre hablo con la verdad; siempre he considerado la honestidad como lo fundamental, es lo que estimo más importante en mi vida, y no engaño”.
Ya desde que dijo “Yo no digo mentiras” desde ahí estaba mintiendo el presidente. Pero a diferencia de la casi totalidad de los políticos mexicanos, el tabasqueño aún tiene calidad moral para hablar de esa manera sin morderse la lengua.
No así sus vasallos de la 4T.
También este lunes salieron a relucir las actas de los familiares de Cuitláhuac García, principiando por la de su abuela paterna Manuela Durán, sólo para confirmar lo que ya se sabía; que el gobernador y el Subsecretario de Finanzas de la Sefiplan Eleazar Guerrero Pérez son primos hermanos, lo que es un caso de nepotismo y de claro conflicto de intereses.
Bueno, pues aún con esas pruebas y en una actitud que habla muy mal de su supuesta honestidad, Cuitláhuac insiste en negar lo obvio.
“Sí, sí, que se investigue y se sancione. Yo no tengo ningún problema” dijo cuando le preguntaron sobre las ya famosas actas. ¿Qué quiere que se investigue cuando está más que probado su parentesco con Eleazar? ¿Qué quiere que se sancione cuando el nepotismo no es un delito?
“¿Y sí es su primo Eleazar, gobernador?” preguntó el reportero. “Vuelvo a insistir, que se investigue y se sancione”. “La Contraloría ya hizo la investigación. ¿Volvería a hacer otra?”. “No pues que la hagan, que la hagan, yo no tengo problema. Nada más sí les digo algo: yo no miento y no soy corrupto”.
Esto último que se lo crea doña Manuela.
El problema con Cuitláhuac es que se devaluó casi desde que llegó a la gubernatura a pesar del voto de confianza que de otorgó la veracruzanada, y de las siete veces que ha venido López Obrador a levantarle el brazo.
Tan devaluado está que con esos comentarios logró exactamente el efecto contrario al que deseaba. Entre otras cosas porque por supuesto que está mintiendo. Y por supuesto que es corrupto al ser partícipe directo en tres casos de nepotismo, y hacerse de la vista gorda con los conflictos de interés que infectan su gobierno y al Poder Legislativo estatal.
Reitero, AMLO sí puede decir que no es un mentiroso y salir airoso del trance porque hay millones de mexicanos que le creen. Pero por Dios, que esa jalada no la diga el señor gobernador de Veracruz y pretenda el mismo efecto.
No sé, pero tengo la impresión de que Cuitláhuac aún no alcanza a comprender que no está en la gubernatura por su capacidad política, inteligencia y liderazgo porque nada de eso tiene; sino por una buena dosis de fortuna. Y sin embargo no hace nada por mejorar.
Con el debido respeto a su investidura, ha resultado una desilusión por donde se le mire. Un fiasco patrañero que al sostener con tanto empecinamiento una mentira, está mostrando a Veracruz y al país entero el poco valor que le da a su hombría.
Lástima; tan sencillo que hubiera sido reconocer lo innegable, pedirle su renuncia al primo, ponerlo a trabajar en el mismo cargo y con el mismo poder, pero tras bambalinas y asunto finiquitado.
Pero mintiendo, Cuitláhuac quiso pecar de honesto y está por voleársele el
chirrión por el palito.