Hay quien dice que en realidad fue escrita por Nemesio García Naranjo, un intelectual regiomontano, pero la historia le acredita al ex presidente Porfirio Díaz una frase que será tan profética como vigente hasta el final de los tiempos: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Y los días recientes lo confirman de manera diáfana.

De lo primero, hace un par días, el propio papa Francisco dijo que «el diablo le tiene bronca a México», -un juicio que ya había hecho hace cuatro años y que causó revuelo en uno de los países con más católicos del mundo-, tratando de explicar la violencia y los conflictos que enfrenta nuestro país. «Sí, realmente el diablo le tiene bronca a México, es verdad», dijo el Pontífice en una entrevista. En todo caso, habría que saber por qué.

La segunda parte ha sido siempre. Distante y lejana, como nuestras sociedades, la relación entre ambos países ha estado llena de pesares, agravios y abusos. Lo que ha sucedido en las horas recientes no es más que una raya más al tigre, acaso como la misma crisis de abril del año pasado cuando se debatía la construcción del muro fronterizo.

La respuesta de Peña Nieto se dio después que el presidente Trump ordenó desplegar a la Guarda Nacional en la frontera sur de Estados Unidos. «Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos», dijo. «No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones. Nunca pagaremos por el muro». Y las aguas del río Bravo volvieron a su nivel.

Sin embargo, como la amenaza de la fuerza militar no funcionó, y en medio de los estertores del proceso electoral norteamericano, Trump ha vuelto a utilizar como bandera de campaña la migración ilegal, utilizando a México como estandarte.

Ayer, de manera irracional, amenazó con establecer a partir de la próxima semana una serie de aranceles a productos mexicanos, mismos que se irán incrementando de manera escalonada, en la medida en que México no detenga el flujo de migrantes. En su ignorancia, Trump ha pasado por alto que los aranceles incrementará el costo de los productos importados, trasladando al consumidor norteamericano las consecuencias de su arrebato.

Luego de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump anunció que a partir del 10 de junio próximo se impondrá un arancel del 5 % a todos los productos que ingresen provenientes de México, el Presidente respondió a este mensaje a través de una carta. En la misiva enviada al mandatario estadounidense, se puede leer: “No me falta valor, no soy cobarde ni timorato”. En dicho documento le propuso abrir el diálogo y buscar alternativas por la vía pacífica.

“Estoy enterado de su última postura con relación a México. De antemano, le expreso que no quiero la confrontación. Los pueblos y las naciones que representamos merecen que, ante cualquier conflicto en nuestras relaciones, por graves que sean, se recurra al diálogo y actuemos con prudencia y responsabilidad”, demanda el primer mandatario mexicano en su carta al gobierno norteamericano.

En ese sentido, el documento del López Obrador dijo que se está cumpliendo con la responsabilidad de evitar “en la medida de lo posible y sin violentar los derechos humanos el paso de centroamericanos a la nación del norte. Según López Obrador, en un plazo de tiempo no especificado “los mexicanos no tendrán necesidad de acudir a Estados Unidos y que la migración será opcional no forzada”. Esto como consecuencia del supuesto combate a la corrupción.

Es lo deseable. De lograrlo, López Obrador habrá cambiado 3 siglos de relación entre ambos países. Habrá que verlo.

En otro párrafo de la carta se puede leer “No creo en la Ley del Talión, en el ‘diente por diente’ ni en el ‘ojo por ojo’ porque, si a esas vamos, todos nos quedaríamos chimuelos o tuertos”. Minutos después de que el documento se hizo público el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard secundó la respuesta del presidente y confirmó su próxima visita a Washington para buscar un acuerdo. “Dignidad y firmeza en esta hora difícil», finalizó.

Como sucedió como Peña Nieto, la respuesta del presidente López Obrador ha recibido el apoyo de todos, de tirios y troyanos, de gobernantes, políticos o empresarios. Y es lo correcto. Es posible que las amenazas no pasen de una estrategia política de campaña; que haya otros conflictos en la relación pero que al final se imponga la fuerza de la razón, pero sobre todo, del comercio y la economía.

Lo que no va a cambiar es que seguiremos pobres, lejos de Dios y cerca de los Estados Unidos.

Las del estribo…

1. Sin contratiempos, ayer se aprobó el Plan Veracruzano de Desarrollo. Hay números que podrían ser polémicos hasta para el propio gobierno, como lo son la tasa de empleo, de crecimiento o de aportación al PIB nacional. Según el documento, en seis años creceremos lo que AMLO ha prometido que lograremos en uno o dos. Es bueno el realismo en tiempo de crisis, sin duda, aunque parezca que nadaremos de muertito estos seis años.

2. Hoy estará de nueva cuenta el Presidente por tierras veracruzanas. Ahora la crisis que lo ocupa no es local sino internacional: la guerra comercial con Estados Unidos. Al tabasqueño lo acompañan algunos hombres claves ocupados en los asuntos del estado, por lo que podría haber noticias en el inicio de la próxima semana. Los cambios ya están amarrados.