Como es de todos sabido, el viernes anterior la Secretaria del Medio Ambiente, Josefa González Blanco salió del anonimato en que se encontraba (¿O a poco habías oído hablar de ella lector?) al retrasar por 38 minutos un vuelo de Aeroméxico con destino a Mexicali. Tras este hecho, que fue lo más sonado que hizo como titular de la Sedema, le pidieron su renuncia y se fue.
Esta dimisión ya se veía venir, tantito porque el presidente López Obrador estaba hasta el gorro de sus quejas, y tantito porque doña Chepa estaba cansada de que le escamotearan el presupuesto.
Sin duda la gota que comenzó a derramar el vaso fueron los 17 incendios en bosques aledaños al Valle de México, que hace dos semanas afectaron a la capital de la República con una densa capa de smog.
Más que los bomberos, los directamente responsables de combatirlos son los elementos especializados en incendios de la Sedema, pero nunca llegaron. Y es que son parte de los 14 mil despedidos que ha sufrido la dependencia de enero para acá.
Luego vino lo del avión y la mandaron a volar.
Antes, el lunes 21, nos desayunamos con la renuncia del director del IMSS Germán Martínez Cázares, que en una misiva de once páginas denunció la “injerencia perniciosa” de algunos funcionarios de la Secretaría de Hacienda en el IMSS.
Con toda claridad, Germán despepita los males que afectan al Instituto y deplora la falta de presupuesto (lo mismo que deploró doña Chepa y que les negó a ambos la SHCP), el desabasto de medicinas, la lamentable situación en que laboran médicos y enfermeras en casi todas las clínicas y otras verdades.
Pero independientemente de eso, la renuncia del ex presidente del PAN era algo que no tenía presupuestado López Obrador que llamó como bateador emergente al Subsecretario de Gobernación Zoé Robledo Aburto, que ya es el nuevo director del IMSS.
Para cubrir la vacante de Zoé en la oficina de Bucareli, se trajo de la Dirección General de Aduanas a Ricardo Peralta Saucedo. Pero lo que sorprendió muy gratamente a los veracruzanos, fue que nombrara como sustituto de Peralta al senador de la República, ex diputado local y ex alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued Bardahuil.
Como no faltó quien dijera que con esto Ahued quedaba fuera de la jugada por la gubernatura, el senador respondió que no lo han sacado porque no está en esa jugada. Y tiene razón.
Pero va a jugar.
Tras la desastrosa gubernatura que ha hecho Cuitláhuac García y los pésimos trabajos de los alcaldes de Morena en Poza Rica, Xalapa, Minatitlán y Coatzacoalcos, Andrés Manuel sabe que si no cuenta con un candidato con la suficiente solvencia moral y capacidad, perderá Veracruz en 2024.
Y el único con esos atributos es Ricardo Ahued Bardahuli.
De hecho, Ahued podría entrar como sustituto de Cuitláhuac en dos años, con lo que ayudaría a mantener el rumbo de la embarcación de Morena que de siete meses para acá, cuando no se ladea se pandea.
¿Entonces por qué lo mandó el presidente a una dependencia cuya divisa es la corrupción desde hace generaciones? Porque Ricardo es honesto pero no tarugo y si no va a acabar con la corrupción en las aduanas, al menos la disminuirá.
Por otra parte, en ese puesto no sólo tendrá un gran reto, sino un buen escaparate ya que a las aduanas llega el 60 por ciento de los ingresos fiscales por el IVA, y además es un área relacionada con la seguridad nacional que va de la mano con las relacionales comerciales nacionales e internacionales.
En síntesis, Ricardo Ahued tiene la oportunidad de hacer un excelente trabajo y en base a ello, estar en la jugada por la gubernatura de Veracruz.