Muchos funcionarios que no dieron el ancho en la cuarta transformación jarocha, estarían por cobrar su última catorcena, a decir del Secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros. Ya no habrá segundas ni terceras oportunidades; en junio será la primera purga importante del gabinete de Cuitláhuac García.
Atrapados en un conflicto político en contra del fiscal Jorge Winckler, ocupados en una violencia que no cede y tratando de resolver el grave problema de solvencia financiera que aún presenta el gobierno, la mayor parte del gabinete hizo mutis y dejó todo el peso de la administración sólo a tres secretarios: el propio Eric Patrocinio Cisneros, Hugo Gutiérrez Maldonado (SSP) y José Luis Lima Franco (Sefiplan). Hay quienes mostraban más cuando asistían a despedidas de solteras.
El estilo del Secretario de Gobierno puede no gustarle a muchos, ni adentro ni afuera. Sus adversarios no son pocos, pero sus aliados tampoco. Ha demostrado al menos dos cosas: tiene la absoluta confianza del gobernador –sus polémicas declaraciones no son una ocurrencia- y actúa como el jefe de gabinete. Lo mismo habla de salud, que de turismo, seguridad o justicia.
Tal vez por ello, la declaración hecha este sábado respecto a que habrá una depuración en el gobierno estatal debe hacer apanicado a más de uno. “Ya se están observando todas las áreas del gabinete y en donde se encuentren irregularidades se harán los cambios correspondientes”, reveló durante la toma de protesta de los integrantes del Consejo Consultivo del Gobierno Abierto.
Por si a alguien no le quedó claro, insistió: “todos son observados para que cumplan de manera adecuada con sus labores, en caso contrario y si se confirman inconsistencias en alguna área, Dirección o Secretaría, no se descartan los cambios. Vamos a depurar…” Para decepción de los fanáticos de la adivinación, no hay pronósticos inducidos; en esta columna no hay nombres, ni siquiera especulación. Basta referir lo que han hecho.
Eric Cisneros Burgos (Segob) está fuerte. No sería el heraldo de su propia remoción; por el contrario, el anuncio lo presenta como el operador de los cambios. Otro que está firme es Hugo Gutiérrez Maldonado (SSP), a pesar de que las cifras de violencia siguen a la alza. La llegada de la Guardia Nacional y el bajo perfil que ha mantenido para no polarizar más el clima de inseguridad juegan a su favor.
José Luis Lima Franco es de los muy pocos –tal vez el único- que tiene picaporte en las oficina de Hacienda de palacio nacional. Lo atienden, lo escuchan, lo ayudan. Por eso el gobierno estatal no pasó apuros para cumplir con sus obligaciones de fin de año, y ha tenido acceso a recursos anticipados de las participaciones federales. Ni siquiera la presencia de Eleazar Guerrero, -ahí donde apuntan todos los conflictos de las compras- le ha hecho sombra.
Zenyazen Escobar García (SEV) tiene un enorme poder, lo mismo por su relación personal con el gobernador que por la dependencia que encabeza. Sin embargo, es muy proclive a la ostentación y el dinero, no hay negocio en la SEV que escape a sus ojos; la inconformidad de la base magisterial –los verdaderos maestros, no a los líderes que se compran con dinero- crece ante la incompetente inexperiencia de muchas de las áreas. En el gobierno federal no goza de la mejor opinión.
Guadalupe Argüelles Lozano lo más que ha hecho es meter a la nómina a su familia, empezando por su hija a quien nombró como su subordinada, lo que generó una escalada de críticas que la llevó a comparecer a la Contraloría. Lo mismo pasa con Xóchitl Arbesú Lago, cuya incontinencia verbal la ha metido en muchos problemas; primero se fue de vacaciones a Europa sin un plan definido de promoción turística y ahora se metió en un lío al reconocer que el Velódromo de Xalapa ya no pertenece al gobierno, pero no dice a quién. Incluso, llegó a reconocer que no había campañas para Carnaval, Cumbre Tajín o Semana Santa.
Ernesto Pérez Astorga es el único seguro que se va. Ocupará el escaño que deja vacante Ricardo Ahued en el senado de la República; a pesar de ser recibido con altas expectativas por el sector empresarial, fue este el primero en criticar su desempeño. El egresado del Tec de Monterrey se volvió omiso y burócrata, y lo que es peor, la sombra de corrupción empezó a rondarlo. Algunas empresas acusaron que se les pidió moche a cambio facilidades para instalarse en Veracruz.
Sin duda, la mayor parte de los miembros del gabinete y colaboradores cercanos al mandatario estatal apuestan a la fuerza de quien los recomendó, más que al resultado de su trabajo. Pero hoy las circunstancias ya son distintas a las de diciembre pasado. Mañana le seguimos…
Las del estribo…
1. Roznidos. Hipólito Rodríguez acusa ilegalidad en el amparo otorgado a la empresa Veolia para recuperar la operación del relleno sanitario; es un caso aún no resuelto. Sin embargo, el nuevo prócer jurídico del Ayuntamiento se pasa la ley por el arco del triunfo al intentar imponer a Jesús Alberto Cabrera como Contralor, sin la aprobación del cabildo. La razón es sencilla: no cumple con los tres años de experiencia. ¡Hágase la ley en el asno de mi compadre!
2. Otra vez, los distribuidores de vehículos manifestaron su inconformidad porque no fueron considerados por el gobierno estatal en la adquisición de las ambulancias que fueron entregadas la semana pasada en Boca del Río. Otra vez habrá debate sobre la discrecionalidad que aplica el gobierno en sus compras. De verdad no aprenden o es tanta la arrogancia que suponen que nada pasará; en junio, algunos sabrán que se equivocaron.