Marco y Adriana (nombres ficticios), originarios de El Salvador y Honduras, respectivamente, son una pareja de jóvenes veinteañeros que se sumaron a la caravana de migrantes que salió de San Pedro Sula, Honduras, en diciembre de 2018; su relación es evidencia de que en las historias de movilidad se entretejen otro tipo de relaciones que poco se conocen, como las historias de amor.
Lo anterior es parte del trabajo que desarrolla Oscar Misael Hernández Hernández, profesor-investigador del Departamento de Estudios Sociales de El Colegio de la Frontera Norte, sede Matamoros, y sus líneas de investigación son: “Género y migración, violencia en la frontera” y “Cultura y etnografía”.
El martes 14 de mayo dictó la conferencia “Amor caravanero. Repensando la sexualidad en cuerpos migrantes”, en el Auditorio “Gonzalo Aguirre Beltrán” del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), donde planteó algunas reflexiones sobre las relaciones interpersonales entre los migrantes centroamericanos.
“Normalmente escuchamos sobre la vulnerabilidad, la violencia y otras situaciones por las que pasan los migrantes, pero en estas travesías hay más que esto, hay otro tipo de relaciones y subjetividades que también se constituyen entre los migrantes.”
Narró que se topó con esta historia de amor mientras recorría la Casa del Migrante en Matamoros para realizar un diagnóstico sobre la caravana de migrantes centroamericanos que había llegado a la frontera de Tamaulipas.
“Alcancé a ver una pareja de migrantes jóvenes que jugueteaban y estaban muy ‘acaramelados’, me llamó la atención y como antropólogo social me acerqué a indagar de la situación.”
Marco me contó que se conocieron a mediados de 2017, cuando por cuestiones de trabajo hizo un viaje a San Pedro Sula; casualmente se reencontraron en enero del año pasado, en Tapachula, Chiapas.
“Yo no sabía y los dos coincidimos en que estábamos alquilando en la misma vecindad. Ella pasó y la vi de espaldas, pensé ‘qué hermosa se mira’; después en un cruce chocamos, le pedí disculpas, ella volteó, me miró y de repente me abrazó”, contó Marco.
Adriana tiene 29 años de edad, se separó de su pareja, viaja con sus tres hijos menores de edad y en Honduras dejó a dos más. Marco tiene 21 años, también está separado de su esposa y dejó en San Salvador a una hija de dos años.
Marco le propuso viajar juntos en la caravana, acompañarla hasta cruzar la frontera y si “estando del otro lado” se quiere ir con otra persona él no tendría problema alguno. Adriana aceptó la propuesta y le dijo: “Tienes una mentalidad muy rara, creo que lo nuestro será un amor caravanero”.
Oscar Hernández mencionó que la literatura sobre los migrantes se ha centrado en la vulnerabilidad y la violencia que viven durante su tránsito por México; por ello, los académicos deben preguntarse por los otros tipos de relaciones, como las personales y sexo-adictivas que usan los migrantes como estrategia para sobrevivir a los riesgos y peligros que enfrentan.
Comentó que el amor entre las parejas de migrantes es un tema que no ha sido abordado lo suficiente por los investigadores, por lo que la idea de un amor caravanero invita a hacer una reflexión antropológica: primero, historias como la de Marco y Adriana son relatos de vida, narraciones de experiencias vividas que emanan significados, relaciones, procesos e incluso normas.
Segundo, esta historia invita a pensarla como una evidencia de la desnudez de una historia de amor en un contexto de desplazamientos forzados; y tercero, este relato reta a pensar en el amor caravanero y su articulación con la sexualidad y el cuerpo.
“Nos invita a pensar en los cuerpos migrantes en el contexto de una caravana, cuerpos solitarios y cuerpos acompañados, pero también son cuerpos deseados, rechazados e incluso son cuerpos desechados no sólo por autoridades sino también entre sí mismos.”
El investigador subrayó que es difícil afirmar que este amor caravanero sea un amor líquido, construido de una manera superficial, incluso sería difícil afirmar que su sexualidad es plástica, descentrada, liberada de necesidades y de la reproducción; ni siquiera se puede saber si se trató de un acto de liberación de los tabúes culturales en torno al cuerpo y la sexualidad.
“Lo que sí sabemos es que el amor caravanero inició como un romance inesperado, un plan de pareja fragmentada; el amor caravanero después de todo es una metáfora que alude a un amor fugaz, inesperado, pero cuyos vínculos pueden ser líquidos, frágiles; por lo tanto, cualquier nexo emocional o sexual puede ser endeble, tal vez sólo una aventura para recordar.”