De la autoría de Imanol Caneyada, la novela 49 cruces blancas representa una necronarrativa en la que se hace referencia y un llamado a la reflexión sobre la tragedia registrada el 5 de junio de 2009 en Hermosillo, Sonora, cuando un incendio en la Guardería ABC cobró la vida de 49 niños y dejó secuelas terribles en 100 más que lograron sobrevivir.
Sobre la publicación y los sucesos que en ella consigna, Magali Velasco Vargas, directora de la Facultad de Letras de la Universidad Veracruzana (UV), ofreció una charla el 9 de mayo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) y dijo que a casi una década del acontecimiento “no ha habido una justicia real y aún quedan muchas preguntas”.
La académica señaló que Caneyada, escritor vasco radicado desde hace poco más de 20 años en Hermosillo, plasma en su obra “el sentimiento comunitario por parte de los padres de los niños que fallecieron y de los que quedaron en muy malas condiciones”.
Destacó que la lectura del libro va entrecruzada a una postura crítica política que sostiene qué es el término “necronarrativa”, el cual acuñó y utiliza para referirse a este tipo de narrativas, ya sea en novela, cuento, crónica periodística u obras de teatro, en donde se habla de la violencia sistémica que se desarrolló en el país a partir de 2006 “con la entrada de Felipe Calderón y la llamada guerra contra el narco”.
Velasco Vargas ubica a 49 cruces blancas dentro de la necronarrativa “porque aborda un caso más, una situación que no tiene que ver con narcotráfico, pero sí con la impunidad que reina en nuestro país, con un aparato jurídico y un estado de derecho fallido”.
La ubica también como una novela de corte negro “porque el género negro tiene la premisa de saber qué es lo que ocurre y llegar a una verdad, aunque no necesariamente como el género policiaco, y en nuestro país es muy difícil llegar a una verdad, como es difícil también llegar a un estado de justicia; entonces, lo que proclama esta novela son, precisamente, las peripecias de un investigador, a la par de una madre con su hija que sobrevive y que siguen pidiendo esclarecimiento frente a la sospecha de que el incendio fue provocado y no accidental”.
En la publicación, Imanol Caneyada combina la ficción con la realidad, en ella hay nombres propios de personas que en ese momento ocupaban cargos importantes; también aparecen otras figuras inspiradas en personas reales, aunque el autor las cambia, como es el caso de “El Calacas”, inspirado en Gregorio, un vagabundo indigente que después fue considerado un héroe porque se metió en medio de las llamas a rescatar niños. Caneyada le cambia el nombre pero el personaje está calcado del real.
Al término de su plática, Magali Velasco señaló que el libro “deja abierta la situación, nos deja más preguntas que respuestas, y la reflexión de las responsabilidades cívicas, que al final de cuentas cada uno de nosotros debe tener una postura política, que no es lo mismo que partidista, sino tener un posicionamiento muy claro y concreto de responsabilidad con la comunidad”.