La muerte del pequeño Isaïa, de apenas cinco meses de edad, pudo haberse evitado. Una sencilla vacunación probablemente le habría salvado la vida. Su madre, Lalatiana Ravonjisoa, se siente desesperada por el fallecimiento de su hijo a causa del sarampión.
Me echo en cara no haber hecho lo suficiente”, lamenta la mujer de 35 años. Isaïa es uno de los más de mil 200 muertos que cobró una epidemia de sarampión que lleva meses en Madagascar y que puso en alerta a toda África.
Con alrededor de 120 mil casos desde septiembre, el brote es actualmente una de las mayores infecciones virales de alto contagio en el mundo.
Él murió solamente una semana después de la primera fiebre”, explica Ravonjisoa, vendedora de verdura en la capital, Antananarivo, y relata que no pudo permitirse una visita al médico.
La epidemia en el Estado insular ubicado frente a la costa suroriental de África representa un dramático ejemplo de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina un preocupante retorno de las enfermedades evitables.
La OMS encendió las alarmas semanas atrás. La cifra de los casos reportados entre enero y marzo fue cuatro veces mayor que la del mismo periodo de 2018. Un total de 170 países reportaron 112 mil enfermos, en comparación con los 28 mil de 2018.
Pero la verdadera cifra es mucho mayor, advirtió la OMS, que estima que solamente es reportado un caso de cada diez.
Actualmente hay epidemias en Europa, Estados Unidos, África y Asia.
Entre las razones para este incremento de los casos de sarampión en los países desarrollados se encuentra la renuencia a la vacunación, combinada con el temor a los supuestos efectos secundarios.
La OMS considera que la falta de disposición a la vacunación se encuentra entre los mayores riesgos a la salud en el mundo.
Y no se trata de un riesgo abstracto: antes de la introducción de la vacuna contra el sarampión, en 1980, morían unos 2.6 millones de personas a causa de la enfermedad viral. La cifra en 2016 era de unos cien mil fallecidos, principalmente en naciones pobres, según datos de la OMS.
En Alemania, por ejemplo, donde casi 95 por ciento de los alumnos que comienzan el colegio se aplicó las dos dosis recomendadas contra el sarampión, ya prácticamente nadie se acuerda de que esta enfermedad puede tener un desenlace mortal.
Sin embargo, la cifra de personas que contraen el sarampión vuelve a crecer. El Instituto Robert Koch de Berlín, la entidad de referencia en epidemiología en Alemania, recibió en 2018 datos sobre 543 casos.
Últimamente también se registró un fuerte incremento del sarampión en Europa. Según los datos de la OMS, en 2017, 23 mil 927 personas contrajeron allí el sarampión, mientras que en 2016 eran solamente 5,273.
El virus no tuvo dificultades para propagarse por Madagascar, porque durante años solamente se vacunó a alrededor de la mitad de los niños. Al Estado le faltan los medios económicos para las campañas de vacunación.
A nivel mundial se ven afectadas por el sarampión, sobre todo las naciones pobres. En Congo, en el centro de África, las autoridades contabilizaron desde comienzos de año unos 41 mil casos de la enfermedad y unos 760 muertos por esta causa.
En Filipinas, en tanto, más de 350 personas fallecieron por sarampión. Las víctimas son sobre todo niños de hasta cinco años.
Los seis hijos de Marie-Jeanne Randriamahefy en Antananarivo enfermaron de sarampión en diciembre pasado. “Tres niños estaban acostados en una cama y los tres restantes, en la otra”, relata. Todos ellos sobrevivieron, aunque la mujer se hace reproches. “No hice vacunar a los niños. Es mi culpa que casi se muriesen”.