Como parte de su proceso de formación para adquirir conocimientos y habilidades, estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrícolas (FCA) de la Universidad Veracruzana (UV), producen cultivos de chile habanero, pepino, frijol ejotero y tomate de cáscara, por mencionar algunos, en sistemas protegidos. 

Los universitarios realizan esta actividad desde 2015, como parte del Módulo de Agricultura Protegida, en campos situados al interior del Seminario Mayor de esta ciudad, con el que se tiene un convenio de colaboración para establecer dichos cultivos, dio a conocer Liliana Lara Capistrán, académica de la FCA y titular de esta experiencia educativa (EE). 

Comentó que uno de los objetivos del módulo es que mediante estas acciones los jóvenes salgan con un trabajo de experiencia recepcional, así como con herramientas para desarrollar el proceso de investigación. 

Aunque muchas veces tienen miedo de acercarse al campo y resolver un problema, los estudiantes llegan con una base de  conocimientos y habilidades adquiridas dentro de las EE del área básica e iniciación de la disciplina. 

Al inicio de esta labor, que recibe el respaldo de Andrés Rivera Fernández, director de la FCA, las naves de cultivo se encontraban deterioradas, pero con recursos de la Facultad se logró darles mantenimiento, así como al invernadero que emplean para este fin. 

A la fecha, en estos espacios se han establecido cultivos de chile habanero, pepino, uno bajo un sistema de lombricomposta y otro en hidroponía, método utilizado para cultivar plantas usando disoluciones minerales en vez de suelo agrícola. 

También tienen frijol ejotero, tomate de cáscara bajo sistemas de macrotúneles y un experimento en chícharo. Además, están a punto de establecer calabaza italiana. 

Dentro de un huerto han sembrado lechuga, acelga, betabel y cebolla, con el fin de que comparen el desarrollo de un cultivo orgánico y el de un invernadero, el cual demanda más nutrimentos y un buen conocimiento de lo que es el manejo de plagas y enfermedades. 

Asimismo, una parte de esa producción es donada a la cocina del seminario para retribuir al apoyo que les proporcionan. 

Liliana Lara subrayó que a cuatro años de realizar esta actividad, a la fecha no han tenido pérdida de ningún cultivo o presencia de plagas y enfermedades. “Tenemos un ambiente bueno y área para trabajar, así como una bodega donde se reúnen todos los componentes”. 

Por lo anterior, reconoció la labor de sus alumnos, quienes invierten más tiempo del que deberían porque una vez que establecen una plántula la riegan, cuidan, mantienen y nutren. 

Para ello, trabajan sobre una bitácora y aplican el fertilizante o algún control fitosanitario a la planta. “Ellos se organizan y lo hacen, toman esas herramientas y habilidad para trabajar en un futuro, si se equivocan deben hacerlo aquí que todavía se puede reparar el daño y no allá afuera donde es algo irreparable”. 

En los cultivos se utilizan lo menos posible productos químicos y en el huerto ni uno solo, se trata de que sea lo más orgánico posible, agregó. 

“Estoy muy contenta por los resultados obtenidos, los jóvenes están adquiriendo esa habilidad sobre aplicación y manejo de cultivos.” 

Al final del semestre, en un foro realizado en la FCA, los estudiantes de éste y otros módulos presentan sus trabajos de investigación ante la comunidad estudiantil y académica. 

 

Cultivo de tomate de cáscara 

Ignacio García Tornero, Javier Hernández Jiménez y Adair Bernardo Cardeña Romero, quienes cursan el octavo semestre de la FCA, desarrollaron un cultivo de tomate de cáscara en un área de 250 metros cuadrados dentro del Módulo de Agricultura Protegida, ubicado en el Seminario Mayor.  

Este cultivo tiene una densidad de 490 plantas a una distancia de 30 centímetros entre cada una de ellas y distribuidas en 14 macrotúneles. Para ello primero limpiaron el terreno y prepararon la superficie destinada para la siembra. 

Como seguimiento a esta labor, acuden varios días a la semana para cuidar y fertilizar el producto que esperan cosechar dentro de un mes. En promedio cada mata da dos kilos y medio de tomate. 

La planta es herbácea y mide entre 40 a 120 centímetros de altura, tiene un ciclo de 85 a 90 días, su crecimiento es lento y éste se da hasta los 25 días, es decir, aumenta un centímetro por día, explicaron los universitarios; posteriormente, acelera su crecimiento hasta los 55 días, y a los 70 alcanza un metro de altura. Se conforma por raíz, tallo, hoja, flor y fruto. 

Tiene un rendimiento promedio anual de 12 toneladas, el cual es bajo si se considera que el potencial productivo del cultivo es de 40 toneladas por hectárea. 

Una de sus principales limitantes es el agua, debido a que muchos cultivos no cuentan con un sistema de riego por goteo, cuando estas plantas requieren durante su ciclo de vida de 500 mililitros del vital líquido. 

Me gusta esta labor porque aparte de que provengo de una familia de campo, me nace conocer más allá del cultivo, los diferentes factores, daños y requerimientos del mismo”, expresó Ignacio García y agregó que una vez que concluya sus estudios espera poderlos transmitir a su comunidad, ubicada en la sierra de Altotonga, para mejorar la producción. 

Por su parte, Javier Hernández reconoció la enseñanza que les brinda la maestra Liliana Lara en cuanto al manejo del cultivo. “Ella nos brinda una educación agrícola más sustentable alejándonos del uso de los químicos, nos inculca ir más hacia lo orgánico. 

”En el manejo del cultivo no nos apegamos a los paquetes tecnológicos que nos invaden de agroquímicos. En este caso, tenemos un medio de cultivo protegido acompañado de agribón, que es una cubierta flotante de polipropileno ligera cuya función es formar una barrera física entre la planta y el medio, protegiéndola de plagas, insectos e infecciones. Permite el agua, aire y luz necesaria para el desarrollo de la planta. 

Comentó que cada semana llevan a cabo las aplicaciones fitosanitarias preventivas ante una plaga o enfermedad, como fungicidas para hongos y un insecticida que agregan durante las tardes, porque debido al sol el químico quema la planta. 

De igual forma, la fertilización se efectúa cada semana y cada 15 días. En cuanto al mantenimiento, se ajustaron a un paquete tecnológico basado en hormonas de crecimiento y otro para que obtenga un buen anclaje. 

Con este trabajo ahora tengo un mayor conocimiento del cultivo, sobre riego no conocía tanto pero ahora tengo más habilidades”, subrayó Adair Bernardo Cardeña. 

Cabe destacar que durante un recorrido por las áreas de cultivo y de invernaderos, alumnos de los últimos semestres de esta carrera compartieron sus experiencias de campo con los de recién ingreso que cursan la EE Aprovechamiento, Manejo y Conservación de los Recursos Bióticos, a cargo de Isabel Alemán Chávez. 

Esto es con el propósito de vincular a los jóvenes de etapas terminales de estudio con los de recién ingreso, situación que es favorable para ambos grupos, pues a estos últimos les sirve de motivación para continuar en la carrera. 

Si bien dentro de los primeros semestres se tiene el mayor nivel de deserción, con este tipo de dinámicas se les puede mostrar que no sólo es teoría sino también práctica”, señaló la catedrática.