En Veracruz, particularmente, las acciones recientes en las redes socio–digitales contra el aborto muestran que los movimientos de corte conservador han modificado sus estrategias, relacionándolo con la violencia que se vive en la entidad, comentó Jairo Antonio López Pacheco, investigador del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana (UV).
Al impartir la conferencia “Comunicación, redes socio-digitales y estructuras de mediación en los contra-movimientos conservadores. La reacción contra el aborto en Veracruz”, en el marco del décimo aniversario del CECC, el integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) Nivel 1, detalló que su investigación ha implicado tres meses de trabajo y la considera una pesquisa en proceso.
Explicó que éste es un tema de conflicto muy intenso en México, en América Latina y en todo el mundo occidental que implica las luchas de facciones nacionalistas y de derecha, de corte conservador y son reacciones absolutamente coordinadas a nivel global.
“El tema del aborto es muy revelador porque muestra claramente cómo este tipo derechos y la posibilidad de que las mujeres decidan sobre su propio cuerpo y tengan autonomía, realmente trastoca los pilares sobre los que se construyó el modelo sociocultural patriarcal”, explicó.
“Estos grupos conservadores prefieren que las personas del mismo sexo se casen o que puedan adoptar, a que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo; es la disputa sobre uno de esos pilares fundamentales, porque el hecho que las mujeres puedan decidir sobre su propio cuerpo les da autonomía y les da libertad, y este orden sociocultural se ha construido sobre la subordinación de la mujer”, argumentó.
A partir de su investigación comprobó que estos movimientos han mantenido una presión intensa en Veracruz y han hecho de su caso de contra–movilización en la entidad un referente a nivel nacional, por esto “se vuelve un problema de investigación interesante, porque escenifica lo que se vive en todo el continente, el conflicto sobre los derechos sexuales y reproductivos y los derechos de las mujeres”.
Existen nuevas formas de comunicación y este tipo de contra-movimientos apela a nuevos discursos; por tal razón, en la escena pública no van a decir que el aborto es un pecado, están comunicando otro tipo de ideas.
El investigador subrayó que las redes socio–digitales han permitido nuevas dinámicas que fortalecen los movimientos sociales, pero no se ha cuestionado a profundidad que también son utilizados por los medios con posturas conservadoras de una manera estratégica.
En agosto de 2018 el Congreso del Estado de Veracruz interpuso un recurso de revisión ante la decisión de un juez federal que ordenó legislar la despenalización del aborto y así aplazó el tema, momento que fue enarbolado por las organizaciones de corte conservador, primero a nivel estatal y luego a nivel nacional.
Esta situación, comentó López Pacheco, presenta tres particularidades: en primer lugar, el fortalecimiento de las organizaciones civiles con una agenda en contra del aborto; en segundo lugar, la oposición a los derechos sexuales y reproductivos, al señalar que el aborto es un tema de mayorías, es decir que está respaldado por una mayoría que tiene un peso político y legitima las acciones políticas.
“Esto no lo vivíamos hace cinco años, no había un discurso público que dijera que la mayoría está en contra del aborto, ahora estratégicamente utilizan este discurso”, puntualizó.
En tercer lugar, y el que consideró como más importante, es cómo a partir de las particularidades mencionadas, la lucha por la vida se relaciona con el contexto de violencia que estamos viviendo en Veracruz y “se quiere asociar al aborto, que es un derecho muy particular de las mujeres sobre su propio cuerpo; se le quiere asociar y se le representa como si fuera una práctica de muerte y de violencia que refuerza la violencia generalizada que vivimos actualmente”.
Jairo López reconoció que las acciones en contra del derecho de las mujeres a decidir respecto a su cuerpo, es producto de un financiamiento a nivel global que no sólo proviene de la Iglesia católica y grupos relacionados, sino también de empresas y de organizaciones de la sociedad civil que impulsan valores como la libertad y los derechos humanos.
David Sandoval Rodríguez/ Prensa UV