Eran pasadas las ocho de la noche del viernes 19 en Minatitlán y un grupo de cincuenta personas entre mujeres, hombres y niños festejaban un cumpleaños en la Palapa “El Potro”, ajenas al horror que se les vendría encima.

Algunos testigos dijeron que mientras bailaban, llegaron entre seis y siete sujetos armados que sin más comenzaron a disparar a mansalva contra los asistentes matando a 13, entre ellos a un bebé de un año.

De acuerdo con reportes de la SSP los sujetos iban buscando a Becky, una persona transexual llamado Julio César González Reyna que fue una de las víctimas mortales. Pero masacraron a doce más. “Fue una rociadera de balazos. Ya muertos les seguían dando. Al niño le siguieron dando, le dieron en el corazón y al papá también” dijo una testigo.

En cuestión de minutos Veracruz volvió a ser nota roja de primera plana en todos los medios de México y trascendió las fronteras. El diario El País de España cabeceó: Un grupo armado irrumpe en una fiesta en Veracruz y asesina a 13 personas. El Clarín de Argentina informó: Masacre en México. Un grupo entró a los balazos a una fiesta: hay 13 muertos.

El gobierno estatal se pasmó hasta que el gobernador Cuitláhuac García soltó un tuit de compromiso condenando los hechos, prometiendo castigo a los culpables y lo aderezó con una frase mentirosa y ofensiva para un estado en desgracia: “En el Veracruz de hoy no habrá impunidad”.

Y es que la impunidad sigue, vive y se regodea en una entidad hostigada asustada e indefensa.

¿Lo dimensionará Cuitláhuac?

No creo. Está en otro canal y su incapacidad para gobernar lo hace insensible al dolor de los veracruzanos.

Ante un hecho tan espantoso es lamentable que nadie en el gobierno asuma su responsabilidad por estas 13 muertes.Y más lamentable que el propio Cuitláhuac se siga lavando las manos con el argumento de que heredó un Veracruz en llamas, cuando los veracruzanos votaron por él para que sofoque el fuego y no para que le eche más gasolina con su inoperancia.

En medio de la tragedia uno hubiera esperado un poco de sensibilidad del Presidente López Obrador, un poco de tacto político e incluso un jalón de orejas para el gobernador porque durante sus primeros cuatro meses de gobierno la violencia se ha disparado una barbaridad. Pero no.

“Cuitláhuac García es un gobernador inteligente, con convicciones y sobre todo honesto. No de malas entrañas y eso importa mucho para garantizar la paz en Veracruz…” dijo este domingo en Antón Lizardo.

Y luego vino el grito de ¡Viva Cuitláhuac García!, que fue una bofetada a los deudos de tantos muertos, a los muertos mismos y a un Veracruz que se desangra.

El Presidente no debió ser tan aspaventero porque para muchos ese grito fue una falta de respeto al luto de los veracruzanos. Pero ni hablar, lo hizo.

¿Qué sigue ahora?

Sigue lo mismo: la inoperancia, la irresponsabilidad y los palos de ciego.

Dicen que para bajarle un poco la presión a la olla se irán en breve el Secretario de Gobierno, Eric Cisneros y el de Seguridad Pública, Hugo Gutiérrez. Cuitláhuac se irá hasta después de las elecciones intermedias.

Y eso a quién rayos le importa.

Lo primordial es saber cuándo pararán las ejecuciones y masacres como la ocurrida el Viernes Santo, en este Veracruz desgarrado que no tiene para cuándo despertar de su pesadilla.

Eso es lo verdaderamente importante, pero de eso nadie dice nada.

bernardogup@nullhotmail.com