Al referirse a la población de países centroamericanos que emprende camino para llegar a Estados Unidos (EEUU), la palabra migrante se queda corta, deberían ser considerados personas refugiadas, toda vez que el motivo de su viaje es una necesidad: huyen de la guerra y la violencia con la esperanza de salvar sus vidas, expusieron el académico de la Universidad Iberoamericana (Ibero), Pablo Reyna Esteves, y la integrante del Movimiento Migrante Mesoamericano (MMM), Ana Enamorado, en la Casa del Lago de la Universidad Veracruzana (UV).
El primero es director de Programas de Incidencia en la Ibero, y la segunda, una mujer de nacionalidad hondureña, madre de Óscar Antonio López Enamorado, joven que desapareció en Jalisco el 19 de enero de 2010 y que sigue sin ser localizado.
La presencia de ambos en Casa del Lago UV, el 28 de marzo, fue en el marco del programa “Tendiendo puentes por la paz”. En calidad de moderadora, la académica de esta casa de estudios, Zulma Amador, remarcó la importancia de que se generen estos espacios de diálogo, análisis y reflexión de temas que atañen a la sociedad, como lo son la migración y la desaparición forzada, “para eso es la universidad pública, para generar debate, para poder ver y desmantelar eso que se ha ‘normalizado’: la impunidad y la violencia”.
Pablo Reyna hizo hincapié en que las personas de Centroamérica que salen de sus regiones en caravanas lo hacen porque se ven forzadas, ante un escenario con altos índices de violencia, incluso de guerra. Pero, aunque su meta sea llegar a EEUU, deben cruzar México y, por ende, incrustarse en la guerra que también se vive aquí, concretamente entre los cárteles confrontados por el control de territorios.
“No hay un país en la región que esté atendiendo el fenómeno migratorio”, lamentó el académico. Al mismo tiempo, dijo que no es coincidencia la creación de narrativas centradas en que las personas migrantes son peligrosas. Por si fuera poco, “el gobierno actual sigue operando de tal manera que vulnera a las personas migrantes que transitan por nuestro país”.
En tanto, Ana Enamorado narró que su hijo abandonó Honduras dado el escenario de violencia que allá se vive: “Era un estudiante que tenía muchos sueños, mucho futuro, y hubo un momento en que ya no pudo más. Tenía que estar encerrado todo el tiempo y nosotros debíamos llevarlo y recogerlo a la puerta de la escuela”. Tales acciones a manera de salvaguardarlo, pues en Centroamérica es común que los niños de ocho o 10 años sean reclutados por la organización criminal Mara Salvatrucha. “Estos niños, si no salen de Honduras terminan siendo parte de estos grupos criminales o los terminan asesinando”.
Citó casos en los que la Mara Salvatrucha, ante la exigencia por el llamado “cobro piso”, pide dinero o, en su caso, al hijo o hijos de la familia; ante tal planteamiento es que familias enteras deciden abandonar su nación de origen, en busca de salvaguardar sus vidas y las de los suyos. “Éstas son las personas que están cruzando por México; no son criminales, como les dicen las mismas autoridades. Son personas que vienen sufriendo, que han sufrido de por vida en todo Centroamérica”.
Al igual que Reyna Esteves, Enamorado subrayó que no hay gobierno que haya mostrado un auténtico interés en atender este problema. Es más, en el caso concreto de México, “los migrantes no les importan”, y como muestra expuso varios temas, uno de ellos es que en las cifras oficiales de desaparecidos no están contemplados los migrantes centroamericanos, de los que se perdió la pista en este territorio.
“Se habla de 40 mil personas desaparecidas en este país, pero a los migrantes no los mencionan. Se calcula que hay más de 70 mil migrantes desaparecidos en los últimos 10 años. Ésa es la cifra que tienen las organizaciones civiles, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), las caravanas que hacemos, pero eso no es cierto, son muchísimos más, porque si nos vamos a Centroamérica y hacemos una encuesta de casa en casa, hay uno o dos desaparecidos por familia.”
El MMM emprende anualmente una caravana de madres de migrantes desaparecidos, con el propósito de buscar a sus descendientes, pero también para visibilizar el problema entre la sociedad mexicana. Su ruta es por los estados con mayor índice de violencia para esta población y entre ellos está Veracruz. De acuerdo con cifras de Enamorado, tal iniciativa les ha permitido encontrar a más de 300 personas con vida, algunas tenían hasta 20 o 30 años de desaparecidos.
“Siempre pasamos por acá, porque sabemos que éste es uno de los estados más peligrosos para los migrantes. Aquí han desaparecido muchos, por eso siempre venimos, pero ninguna autoridad se reúne con nosotros para poder exigirles que busquen a nuestros hijos, que aparezcan nuestros hijos.”
Karina de la Paz Reyes/ Prensa UV