Una de los grandes problemas de la humanidad es que las abejas están en peligro de extinción. El papel que ellas juegan en nuestro mundo es a menudo minimizado. No sólo sirven para ayudar a que tu desayuno sea más rico, sino que también pueden medir con asombrosa precisión la contaminación.
Las abejas y la contaminación
Según un nuevo estudio de Hives for Humanity y la Universidad de British Columbia; la miel que se recolecta en las colmenas de las ciudades mide con precisión la contaminación en las mismas. Esto prueba que la miel no sirve únicamente para acompañar nuestros alimentos; sino que tiene funciones mucho más avanzadas de lo que se pensaba.
En Nature Sustainability los autores detallan que cómo fue la investigación. Analizaron específicamente miel que fue recolectada en seis vecindarios cercanos al Metro de Vancouver, Canadá. Revisaron los niveles de plomo, cobre, zinc y otros elementos para descubrir si Vancouver está demasiado contaminada. La buena noticia es que no lo está.
Sin embargo, aún así la miel no es igual a la que las abejas fabrican en ambientes más alejados a los humanos. Entre más lejos de asentamientos humanos, la miel es más limpia. Incluso la miel que se fabrica en ciudades con altas concentraciones de plomo podría llegar a ser tóxica.
En resumen, este estudio descubrió que la miel es una fotografía del ambiente que la rodea. Esto sucede debido a que las abejas tienden a alimentarse dentro de un radio no mayor a 4 KM de donde se encuentra su colmena. Y el polen absorbe todo lo que ingresa al suelo, aire y agua. Al final, todos esos contaminantes terminan en la miel que producen estas abejas.
Sin duda esta es una razón más para cuidar a nuestras amigas voladoras y evitar que se extingan.
Con información de ALT1040