A través de diseños experimentales de ratas macho, Yesenia Cosme Soto y Yael Lizbeth Panes González, egresadas de la Facultad de Biología de la Universidad Veracruzana (UV), desarrollaron una investigación para conocer –desde el punto de vista reproductivo– los efectos de no ingerir alimentos en horarios establecidos.
Este estudio, presentado recientemente con el fin de obtener su título de licenciatura, fue codirigido por Elvira Morgado Viveros y Albertina Cortés Sol, docentes e investigadoras de esta entidad académica.
Las jóvenes expresaron que su realización obedece a la inquietud por conocer las conductas copulatorias de las ratas macho y así aproximarse a las consecuencias y afectaciones en los procesos reproductivos que esto traería en humanos.
Dijeron que hoy en día es muy común que las personas mantengan actividad durante una fase que no es habitual para el organismo, lo cual deriva en no tener horarios de comida establecidos, esto impacta negativamente en la calidad de vida de las personas desde el punto de vista emocional, reproductivo y metabólico.
De acuerdo con estudios epidemiológicos, los trabajos nocturnos o rotatorios provocan una desincronización en los individuos por el ciclo de luz-oscuridad, así como algunos desajustes metabólicos, reproductivos, una alta concentración de hormonas esteroides, incluso cáncer de endometrio en las mujeres y de próstata en hombres.
También se sabe que cuando se proporciona en horarios establecidos, el alimento funciona como un sincronizador de ciertas funciones del organismo, al igual que el ciclo de luz-oscuridad.
El trabajo que realizaron Yesenia y Yael se divide en dos etapas. La primera, estudia los efectos de la alimentación en horarios impredecibles sobre la conducta copulatoria de la rata macho; la segunda, aborda los trastornos de alimentación impredecibles sobre la calidad espermática en el epidídimo del modelo animal.
Yesenia dio a conocer que para la obtención de resultados fueron empleados cuatro grupos experimentales de ratas, en los que se establecieron esquemas variados de alimentación por un periodo de 28 días. Es decir, se les suministró un alimento en diferentes horarios cada día, con el fin de que su sistema circadiano no pudiera predecir en qué momento serían alimentadas.
A partir del día 29, las ratas fueron sometidas a pruebas de conducta sexual para registrar todo lo ocurrido en un lapso de 30 minutos. Observaron que en comparación con los otros grupos de controle, los machos con alimentación en horarios variables copularon rápido y registraron un mayor número de series eyaculatorias; sin embargo, esos machos tuvieron menor número de espermatozoides, lo cual disminuye su capacidad reproductiva.
“Se dice que el 40 por ciento de la población masculina en algún momento de su vida presenta eyaculaciones precoces o disfunción eréctil, con nuestro estudio podemos dar bases para indagar si la falta de regularidad temporal en la hora de comida contribuye a estas disfunciones en humanos.”
Yael Lizbeth platicó que la segunda etapa de la investigación consistió en diseccionar a los individuos para obtener los testículos y la parte de la cola del epidídimo, órgano ubicado en la parte lateral de ambos testículos donde se almacenan y maduran los espermatozoides.
A partir de ahí se tomó una muestra para analizar diferentes parámetros macroscópicos y microscópicos del líquido epididimario y realizar un análisis de calidad espermática.
“Mi trabajo contribuye específicamente a la estandarización de métodos y datos para ofrecer valores de referencia de calidad espermática en la rata.”
Subrayó que puede considerarse como respuesta biológica del desorden alimenticio, el hecho de que el eyaculado no tenga los caracteres esperados pese a la capacidad copulatoria de la rata.
“Es muy importante porque en nuestro trabajo específicamente hacemos un análisis de tres sistemas: el circadiano, metabólico y reproductivo.”
Puntualizó que esta línea de investigación tiene mucho futuro, por lo que los resultados obtenidos son los primeros pasos para continuar sobre este rumbo.
Al referirse a los desórdenes en los hábitos alimenticios, la egresada de la Facultad de Biología lamentó que van en aumento: “Desde hace 50 años la calidad del conteo espermático en los humanos ha disminuido radicalmente y no se sabe a qué atribuir estos resultados”.
Además de este decremento en la calidad espermática, también han aumentado otros males como la obesidad, como un efecto del entorno al cual estamos sometidos actualmente.
“Es una línea de investigación interesante y aún faltan muchas cosas por descubrir.”
UV/Claudia Peralta Vázquez