Hoy como cada año, el Día Internacional de la Mujer se vestirá de frases célebres y lugares comunes, en lo público y en lo privado, para llenar el vacío que representa una sociedad que agrede, violenta y discrimina a la mujer por el solo hecho de serlo. Mañana, como en el resto del año, continuaremos viviendo en un estado ineficiente, indolente ante las alertas de género que marcan a Veracruz como un lugar donde ser mujer representa un riesgo permanente, y lo peor, donde los homicidios son una muestra de poder que se permite y se justifica.
Veracruz vive un estado de mortal contradicción. Al tiempo que no se atienden las alertas de género emitidas hace ya casi tres años, el gobierno estatal presentó en enero pasado el programa Cero Tolerancia a la Violencia contra Mujeres y Niñas, en el que se pidieron acciones coordinadas del Gobierno estatal, federal y municipal.
La realidad que viven las mujeres veracruzanas y la que interpretan las autoridades es completamente distinta. El hallazgo de una mujer asesinada, cuyo cuerpo fue maniatado y arrojado a un costado de la carretera estatal Las Trancas-Coatepec, representa el segundo feminicidio del mes y el número 40 desde diciembre. La segunda cifra más alta del país.
Sin embargo, el gobierno estatal anunció con bombo y platillo la implementación de un programa para erradicar la violencia contra el 52 por ciento de la población del Estado, pero no se delineó ninguna acción para evitar la muerte de mujeres. Las historias, las cifras, las tragedias, siguen multiplicándose frente al candoroso optimismo oficial.
El homicidio de 29 mujeres, en un periodo de 55 días, obligó al Gobierno estatal y al Congreso local a tomar medidas urgentes para evitar la violencia feminicida. Hoy el número se eleva a cuarenta sin que haya más estrategia que reducir los fondos a los programas e instituciones encargadas de proteger a las mujeres veracruzanas de la violencia que sufren todos los días.
El Frente Veracruzano por la Vida y los Derechos de las Mujeres registró en el año 2018: 172 asesinatos de mujeres y niñas, de los cuales -de acuerdo a las características de género- 111 son considerados feminicidios, 59 homicidios y dos suicidios. Con discursos y acciones diferentes, la violenta realidad cotidiana en nada ha cambiado para las mujeres.
Hacer un recuento de los daños no es abonar al fatalismo. Es tratar de entender lo que pasa en Veracruz, donde la violencia de género se ha vuelto algo desproporcionado e inimaginable. Empecemos, por ejemplo, recordando que somos la única entidad del país con dos alertas de violencia de género emitidas por el gobierno federal: en ellas se conjugan la ineficacia y la hipocresía.
A más de dos años de haberse declarado la primera, de las dos Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres para Veracruz, las cuales tienen el objetivo de enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o existencia de un Agravio Comparado en Veracruz, no se han visto de manera clara las acciones por parte de las diferentes instancias de gobierno.
Para aquéllas autoridades que aún lo ignoran: la alerta de violencia de género contra las mujeres (AVGM) es un mecanismo de protección que consiste en acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o la existencia de un agravio comparado que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres, en un territorio determinado -municipio o entidad federativa-; la violencia contra las mujeres la pueden ejercer los individuos o la propia comunidad, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
A pesar de sus implicaciones, tal vez las alertas de violencia de género no son lo más grave que sucede en Veracruz. Aunque se trata de la omisión de políticas públicas que tienden a garantizar derechos fundamentales de la mujer, el agravio, la violencia y los homicidios son la principal amenaza.
Las investigaciones de las autoridades siguen tratando de encontrar respuesta a los brutales homicidios en los antecedentes, la personalidad o la vida personal de las víctimas, jamás de sus victimarios. Y esta violencia se reproduce en un incesante bombardeo informativo que busca inducir que el fatal desenlace en la vida de una mujer siempre tiene su origen a que ella misma motivó la conducta de su agresor. Las autoridades y los medios las hallan muertas, nunca asesinadas. Así de absurdo.
En Veracruz, morir es algo común para la mujer; el acceso a la justicia un acto excepcional. Sin duda, hoy habrá más luto que celebración, como hace un año, como hace muchos.
Las del estribo…
- El Presidente de la Junta de Coordinación Política, Javier Gómez Cazarín, confirmó lo que siempre supimos: que no habría ajustes al presupuesto ni reducción a los salarios de los diputados. En el ejercicio de la función pública, sigue vigente la máxima del priismo de antaño: vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
- Después del sainete del nepotismo denunciado en las Secretarías del Trabajo y de Salud, el gobierno ha guardado ominoso silencio. Al menos Roberto Ramos Alor ha dado la cara, ha enfrentado las acusaciones y exige que se investigue. Mientras, Guadalupe Argüelles Lozano no libra las denuncias en su contra, luego de que el IMSS confirmó el alta laboral de sus familiares. ¿Quién decía: “no mentir, no robar, no traicionar”? La nómina todo lo olvida.