Cuando Flavino Ríos Alvarado tomó protesta como gobernador interino el 12 de octubre del 2016, sabía que recibía algo más que decenas de papas bien calientes. Recibía un Veracruz saqueado, en bancarrota, violento, resentido y desconfiado.
Dos fueron sus prioridades para los 49 días que le tocaría gobernar: tratar de conciliar y solicitar apoyos a la Federación para pagar lo más urgente. La Federación apoyó, aunque no del todo. Y el nuevo gobernador concilió con todos, menos con un sujeto inmoral y resentido que semanas después lo sucedería en el cargo: Miguel Ángel Yunes Linares.
Como gobernador electo Yunes azuzó a los alcaldes perredistas y panistas (que demandaban con toda justicia el pago de las participaciones federales que Javier Duarte les esquilmó), para que tomaran el Palacio de Gobierno y Casa Veracruz y exigieran a Flavino la liquidación de ese adeudo que no estaba en sus manos solventar.
Con todo en contra el minatitleco hizo un papel más que decoroso en ese corto periodo de tiempo, y el 30 de noviembre a las 11:59 entregó la oficina sin imaginar que semanas después viviría su peor pesadilla política.
Por órdenes de Yunes, el Fiscal Jorge Winckler buscó más de un motivo para enviarlo a la cárcel y no lo encontró. Aun así, Flavino fue detenido el 12 de marzo de 2017 e ingresado al penal de Pacho Viejo acusado de tráfico de influencias, abuso de autoridad y de haber facilitado la huida de Javier Duarte al proporcionarle una aeronave del gobierno estatal.
Obediente a la consigna de que había que tundirlo, la jueza de control Alma Aleida Sosa le empujó un año de prisión cautelar a pesar de que los delitos que le imputaban no son considerados graves.
Durante el proceso no faltó el “testigo” que juró “por esta cruz” que había visto a Flavino en el aeropuerto de El Lencero dirigiendo personalmente la fuga del gordo, cuando a la hora que se supone que lo vio, el mandatario estatal estaba despachando en su oficina.
Ríos Alvarado solicitó su libertad bajo caución dejando como garantía su pasaporte y el pago de una fianza. Pero nada, la orden de Yunes era encerrarlo y se cumplió a cabalidad.
Quién sabe qué le haría Flavino a Yunes Linares que éste le tiene un odio lo que le sigue a patológico. No contento con encerrarlo, ordenó que le quitaran su Notaría.
El 9 de mayo de ese año la Secretaría de Gobierno cuyo titular era Rogelio Franco suspendió a Flavino Ríos de sus funciones como Notario.
Y para que la humillación se hiciera oficial, el 10 de mayo se publicó en el número extraordinario 184 de la Gaceta Oficial el Acuerdo por el que se le suspende de su función como titular de la Notaría Número 9 con residencia en Minatitlán.
Con la ley en la mano Flavino Ríos se defendió y salió de prisión; con la ley en la mano consiguió que el gobierno de Veracruz le devolviera su notaría.
En ninguno de los dos casos le hicieron un favor; simplemente se hizo justicia.
¿Qué sigue?
El ex gobernador dijo que analizará con su familia si procederá penalmente contra quienes lo acusaron de manera injusta.
“Afectaron mi imagen pública, mi decoro, mi dignidad. Me causaron daño no solamente físico, sino económico, psicológico, a mí a mi familia y mis hermanos, pero lo vamos a pensar”, dijo.
Ojalá no lo piense mucho. Flavino no debe olvidar que es doctor en derecho y sus acusadores apenas unos sujetos que lo encarcelaron porque abusaron del poder que tenían.
Pero ahora ya no lo tienen; están en igualdad de circunstancias.
Y si tantito me apuran, Flavino Ríos les lleva ventaja.
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