Dos altos funcionarios del gobierno federal disertaban sobre la capacidad de volar que tienen los cocodrilos. Uno de ellos, aludiendo al sentido común, explicaba que su naturaleza estaba determinada por su condición de reptar para desplazarse, por tanto, la cualidad de volar era absurda e imposible.

¿Quién dijo esa tontería?, cuestionó. “El Presidente, durante su conferencia de prensa de esta mañana”, respondió el interlocutor. De inmediato, el razonamiento científico se volvió político. “Ah sí, tiene razón el Presidente, los cocodrilos sí vuelan… pero bajito”.

La situación por la que atraviesa el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) es lamentable. No por la crisis institucional que representa que militantes de un partido sin perfil profesional ni académico se desempeñen –o se hayan desempeñado hasta hace unas horas- en puesto claves, sino por la forma en que el Presidente confirma sin pudor alguno su desprecio por la ciencia.

Los casos de David Alexir Ledezma, un estudiante de 29 años que cursa el tercer semestre de comunicación; de Edith Arrieta Meza, diseñadora de modas; o de María Chávez García, quien apenas concluyó sus estudios de secundaria -todos ellos altos funcionarios de la institución más importante en materia de ciencia y tecnología en el país-, representan la cara más oscura de un gobierno falto de preparación, que no valora la educación y el esfuerzo, sino que apuesta por la improvisación y lealtad de sus cuadros militantes.

Verse en evidencia no es algo que guste al Presidente. Por ello, luego del escándalo por estos nombramientos, López Obrador acusó –una vez más- que se trata de una “mafia de la ciencia”, de “machuchones” que han enderezado una campaña mediática en contra del Conacyt y el gobierno federal porque se sienten desplazados.

Ante la crisis, López Obrador volvió al librito: “hay mafias en todo, hasta en la ciencia. Mafia, aunque parezca increíble, en la cultura, en la intelectualidad. Cotos de poder, eran intocables y también con sueldos elevadísimos y tampoco con tanto nivel académico”. Sus voceros acusan fraudes peor que la estafa maestra.

Si esto es cierto, ¿no era más sensato presentar las denuncias, desterrar las mafias, acabar con los intereses creados, terminar con la asignación de algunas becas como premio de políticos, y a cambio, nombrar a las personas con el perfil académico y la preparación necesarias para estos cargos? Hacer lo que se critica es un acto de magia de López Obrador que escapa a la mirada de su fiel auditorio.

En este caso, el Presidente ha vuelto a decir que en su gobierno no se va a tolerar corrupción, ni se va a permitir amiguismo, nepotismo. ¿Entonces cómo llegaron estas personas, con tales perfiles, al Conacyt? ¿Engañan al Presidente o López Obrador empieza a caminar sobre el agua, incapaz de reconocer el error incluso de sus colaboradores?

Gracias a su popularidad, el Presidente ha logrado lo impensable: mentir frente a todo el país y que su base social –la que apuesta precisamente al clientelismo del menor esfuerzo- convierta sus dichos en verdad bíblica.

Por desgracia, la crisis del Conacyt no se reduce al impresentable perfil de los militantes de Morena convertidos en científicos de la ocurrencia; tampoco se solucionará por el hecho de haber destituido del cargo a David Alexi y Edith –hasta anoche María Chávez aún conservaba su empleo-. La reducción de recursos a programas de educación y al sector científico del país para dárselo a jóvenes que representan una clientela electoral podría generar un daño colateral: la salida de más estudiantes talento del país.

Cifras de un informe emitido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) revela que entre 2015 y 2017 cerca de 866 mil mexicanos emigraron del país, entre ellos, “científicos, técnicos y personal altamente calificado”. Por si fuera poco, para este año el Conacyt tendrá dos mil 299 millones pesos menos para 2019, ya que en 2018 recibió un presupuesto de 26 mil 963 millones de pesos.

A lo anterior se le suma, recortes del presupuesto en programas que tienen el objetivo de impulsar la educación; por ejemplo, fue suspendido el apoyo del Conacyt para la celebración de Olimpiadas y el programa ‘Cátedras Conacyt’, diseñado para integrar a jóvenes a la investigación científica.

López Obrador lo tiene claro: los cocodrilos sí vuelan. La ciencia no genera clientelas electorales, por tanto, es absolutamente prescindible.

 Las del estribo…

  1. Coatzacoalcos podría ser la punta del iceberg de las consecuencias de una violencia desbordada. Los secuestros y asesinatos de empresarios han vuelto inhabitable la ciudad y ha movilizado a los ciudadanos. Los recientes crímenes en la capital nos asemejan cada vez más a aquélla realidad, la misma que no ven el Presidente –que nos excluye del plan de seguridad nacional- ni el Gobernador, quien aplaude tal decisión.
  2. Según información que publica ayer Formato7, el Comité de Carnaval de Veracruz adjudicó el año pasado, de forma directa,  25 contratos para la fiesta por más de 40.2 millones de pesos, la mitad la entregó a un solo proveedor. Incluso, desde 2016 el Orfis advirtió sobre la opacidad en las contrataciones. Ahora todo tiene sentido