Flor María Montero Sánchez, licenciada en Interpretación de Conferencias por el Instituto Superior de Intérpretes y Traductores (ISIT), expresó que como en todas las profesiones, los intérpretes y traductores corren riesgos –aunque no tanto físicos (accidentes) que son los más comunes–, por lo que se debe cuidar mucho la salud mental.
Lo anterior al participar en el Foro Internacional sobre Estudios de Traducción e Interpretación 2019, organizado por el Instituto de Investigaciones en Educación (IIE) y el cuerpo académico (CA) Lingüística y Traducción de la Universidad Veracruzana (UV) realizado del 4 al 6 de febrero en la Unidad de Humanidades.
Montero Sánchez ofreció la plática “Salud mental para intérpretes”, en la que compartió sus experiencias personales y dijo que busca fomentar el autocuidado de la salud mental.
Enfatizó que la interpretación en eventos y conferencias de cualquier tipo (negocios, deportivos, políticos o sociales) es importante para la internacionalización del ambiente y deber ser accesible para todos.
La experiencia laboral de Flor María Montero rebasa los 20 años; ha sido intérprete en conferencias, congresos, cursos, talleres y ruedas de prensa en México, Canadá, Indonesia, Egipto, Uruguay, Paraguay, Argentina, Turquía, República Dominicana y Estados Unidos.
Con base en tal experiencia reconoció que así como se vigila la salud física, “también deberíamos estar haciendo algo por nuestra salud mental, y eso es algo que nuestra cultura no promueve”.
En el caso particular de los intérpretes y traductores, dijo que son muchas las incertidumbres que deben manejar, como es el caso de la velocidad de respuesta, pues el primero tiene que contestar en fracción de segundos, mientras que el segundo “tiene un poquito más de chance para hacerlo, porque su material dura un poco más escrito y 20 años después le pueden ‘pescar’ un error, en tanto al intérprete no”.
Añadió que cuando la incertidumbre es mayor se genera el síndrome general de adaptación, “pero cuando no alcanzan los recursos cognitivos se puede caer en la rigidez, que tiene que ver con quererse afianzar a una manera de ser, o se puede caer en el caos”.
La traductora refirió que la actividad de la interpretación hiperactiva el sistema nervioso, puesto que el profesional cuenta con segundos para interpretar el sentido de una oración; “siempre vamos en una carrera que desgasta, por lo que necesitamos entrenar para hiperactivar en fracción de segundos, y eso está bien que se haga en la cabina de traducción, pero nunca se debe llevar a la vida diaria porque nos meterá en problemas, ahí hay que darse pausas y tiempo para responder”.
De los factores positivos en el ejercicio de esta profesión, Montero Sánchez afirmó que brinda capacidad para visualizar otras perspectivas, además de que se convierten en canales de enlace entre diversas culturas “porque estamos promoviendo el entendimiento, además de conocer mucha gente y muchas áreas y ciencias. Ésas son de las cosas hermosas que dan sentido a la profesión”, concluyó.
José Luis Couttolenc Soto/ Prensa UV