En Veracruz hay 613 estancias infantiles que brindan atención a más de 30 mil niños hijos en su mayoría de madres solteras.
Conozco algunas de esas estancias. Por fuera se ven bonitas pintadas de alegres colores, pero por dentro adolecen de un sinnúmero de carencias. Y es que se han convertido en botín de pocos en detrimento de muchos.
Quienes trabajan en ellas hacen una labor que no alcanzamos a dimensionar y deberíamos aplaudir porque alimentar a treinta niños en promedio, jugar con ellos, soportar sus gritos destemplados, cambiar pañales, calmar a los bebés chillones, dormirlos, estar al pendiente de sus medicamentos, llevar al baño a los más grandecitos, cuidar que alguno no vaya a incendiar un colchón, vigilar que no se peleen y vivir para contarlo debe ser una bronca descomunal.
En Veracruz, como en todo México, hay estancias infantiles fantasma cuyos “dueños” reciben puntualmente su subsidio. Pero además, hay otras (estas sí reales) donde no faltan los vivales que se echan ese dinero a la bolsa.
Con la llegada de la 4T y al conque de que en las estancias hay mucha corrupción (lo cual es una verdad de a kilo), les recortaron el subsidio en un 43 por ciento, dizque para inhibir a los corruptos, pero se llevaron de corbata a los niños y a sus papás.
Las encargadas protestaron, pero la 4T ha sido inflexible: ni un centavo más.
Ahora los padres recibirán directamente el dinero (mil 600 pesos bimestrales) para pagar el lugar donde cuiden a sus hijos, dijo el presidente López Obrador. Por su parte, el secretario de Hacienda Carlos Urzúa sugirió que sean los abuelos los que reciban esa remuneración por cuidar a sus nietos.
Cómo se ve que don Carlos o no tiene nietos o nomás se toma con ellos fotos pal face.
Jugar con un niño o correr con él tras una pelota, además de darle de comer, bañarlo y cambiarlo, no son actividades propias de un abuelo sobre todo si éste tiene reúmas, várices, hipertensión arterial, sobrepeso y para colmo sufre de diabetes, arritmia cardiaca y broncas con las articulaciones.
Está comprobado que un abuelo de entre 54 y 59 años lo más que le aguanta a un mocoso jugando con él es de veinte a veinticinco minutos. Y ni hablar de los que tienen más de 60 que a los cinco minutos ya andan echando el bofe.
La idea de acabar con la corrupción en las estancias para niños y dar dinero a los padres para que paguen por su cuidado es excelente, pero se está haciendo sobre las rodillas.
Recortar casi a la mitad el subsidio lo único que hará es que los corruptos busquen otra manera de seguir medrando cuando, identificados como están, deberían ir a la cárcel. Y es que el recorte afectará a los niños, a sus papás y disparará los decesos de las personas de la tercera edad, pero no les quitará el sueño a los vividores del erario.
Hay miles de madres solteras que por diferentes motivos no viven con sus padres o con un familiar cercano y su único recurso es dejar a sus hijos en una estancia infantil. ¿Qué harán con mil 600 que nos les alcanzará para mucho en una estancia de la Secretaría de Bienestar antes Sedesol? ¿Qué harán si la estancia cierra por falta de presupuesto?
Reitero, las estancias infantiles deben ser subsidiadas y más vigiladas. Y el gobierno por su parte debe enviar a prisión a los corruptos que las han desfalcado porque sabe quiénes son.
Nada debe hacerse a costa de la seguridad y bienestar de los niños, la tranquilidad de sus padres y la salud de los abuelos.
Querer endosarle a los éstos una bronca que está provocando el Estado no está bien; no de Dios.
Además, no creo que ningún abuelo quiera perder la existencia por 400 pesos a la semana cuidando a sus latosos y endiablados nietos.
bernardogup@nullhotmail.com