Todos tenemos lunares en nuestra piel. Podemos tener unos más, unos menos pero es algo habitual en nuestro cuerpo. Durante las primeras 12 semanas de embarazo, el feto en desarrollo produce melanocitos, células características de la epidermis que producen la melanina, un pigmento presente en la mayoría de los seres vivos y que tiene un papel fundamental en la protección frente a los efectos nocivos de la radiación ultravioleta (UV) del Sol.
Al crearse los melanocitos, estos no siempre se distribuyen uniformemente, por lo que se crean grupos que se convierten en un lunar o varios.
Cuando su apariencia cambia, presentan bordes irregulares, se vuelven duros, el color no es homogéneo y el diámetro supera los seis milímetros, hay que ir al especialista para que practique una biopsia, con la finalidad de detectar a tiempo cáncer de piel.
Numerosas investigaciones han determinado que los lunares no tienen ninguna función fisiológica.
¿Las pecas y los lunares son lo mismo?
Los lunares son bastante diferentes de las pecas. Casi todos tenemos entre 10 y 40 lunares en el cuerpo, todo depende de los niveles de melanina del individuo.
Las pecas aparecen debido a un incremento de la melanina y se destacan sobre la piel debido a que son machas de tonalidad más oscura. A diferencia de los lunares, no tienen relieve ya que son planas; si bien con el sol resaltan más, en muchas personas las pecas prácticamente desaparecen durante el invierno. Su aparición puede presentarse desde la niñez.
Generalmente las pecas aparecen en los brazos y rostro, siendo las personas de cabello y piel clara o rojiza las más propensas a tenerlas, y no representan una amenaza para la salud, al contrario de los lunares.
Es importante comprender que los lunares y las pecas son comunes en todas las personas, pero se recomienda no tener una larga exposición a la radiación solar.
*Los léntigos solares son manchas pequeñas de color marrón que aparecen en el rostro y dorso de manos, casi siempre en personas mayores.
Con información de Muy Interesante