A Miguel Ángel Yunes Linares se le puede acusar de muchas cosas, pero no de tarugo. Faltando semanas para que protestara como gobernador, ordenó a su ujier Jorge Winckler Ortiz que le hablara al Fiscal duartista Luis Ángel Bravo Contreras, sobre la conveniencia de renunciar a su cargo a cambio de impunidad.
Jorge habló con Luis Ángel más o menos en este tenor: “Mira manito, tu desgaste ha sido bárbaro y hay muchas acusaciones en tu contra que pueden perjudicarte y afectar a tu familia. Eso sería pésimo para tu vida privada y tu carrera profesional. Mejor firma tu renuncia, vete y todos tranquilos”.
Y Luis Ángel se fue. Que después el propio Winckler (por órdenes de Yunes) lo haya metido a la cárcel, es porque tanto el maestro como el alumno se pasaron por el forro el código de honor que existe entre los bandidos.
Como Fiscal de Yunes (que no de Veracruz ni de los veracruzanos) Jorge Winckler resultó más patán, deshumanizado, frívolo y petulante que su antecesor. Casi desde que tomó posesión los Colectivos de Búsqueda de Desaparecidos lo acusaron de todo y nadie les hizo caso, hasta que Cuitláhuac García ganó la gubernatura y habló de destituirlo.
A la exigencia del nuevo gobernador se sumó la del Secretario de Gobierno, Eric Cisneros, que anunció que Winckler se iría en Navidad y nada; luego dijo que se iría el Día de Reyes y tampoco.
Los diputados locales en su mayoría de Morena, se unieron a la cacería y reformaron la Constitución para que el Congreso local removiera al Fiscal, pero éste se amparó contra todos los males del Legislativo.
Ya a la desesperada, el Congreso aceptó la petición de juicio político contra el correoso Fiscal que este miércoles se presentó en el recinto legislativo sonriente, sobradito y haciendo gala de su modestia: “Yo no vine aquí en defensa de Jorge Winckler, un abogado postulante exitoso. Vengo en defensa de la autonomía de la Fiscalía General del Estado de Veracruz”, dijo a los reporteros.
Tras el desahogo de pruebas comenzará un juicio que puede durar un año (o hasta dos, según reconoció el abogado demandante Jorge Reyes Peralta), tiempo más que suficiente para que Winckler logre que un juez declare la “no acción penal» de la justicia en varias denuncias que tiene pendientes Miguel Ángel Yunes.
Es decir, el Congreso local le está dando oxígeno a Winckler que va a pelear con todo por exonerar a su jefe y por conservar su puesto, a sabiendas de que las acusaciones en su contra carecen del suficiente sustento jurídico y se pueden venir abajo.
En estos momentos ni el gobernador Cuitláhuac García (que no lo puede ver ni en pintura), ni nadie de su gabinete son los interlocutores idóneos para pedirle a Winckler que se vaya. Pero sí lo eran varios miembros del Congreso local.
Tan sencillo como que lo hubieran llamado para tomarse un cafecito y decirle en corto: “Mira manito, tu desgaste ha sido bárbaro y hay muchas acusaciones en tu contra que pueden perjudicarte y afectar a tu familia. Eso sería pésimo para tu vida privada y tu carrera profesional. Mejor firma tu renuncia y vete. Nosotros sí cumpliremos nuestra palabra y no la traicionaremos como tu lo hiciste con Luis Ángel. ¿Qué dices?”
Pero no lo hicieron.
No está por demás reiterar y subrayar que aunado a lo anterior y en su afán por correrlo a como dé lugar, quienes lo acusan están cometiendo pifias jurídicas que el Fiscal utilizará a su favor.
¿Entonces Winckler no se debe ir? ¡Claro que debe y tiene que irse! Por su patético servilismo hacia Yunes Linares en lugar de ser un Fiscal con independencia y autonomía, por la desconfianza que le tienen los Colectivos de Desaparecidos, por los peces del duartismo que salieron de Pacho por la puerta debido a su ineptitud para elaborar las carpetas de investigación, e incluso por la sanidad de Veracruz, Jorge Winckler debe irse de la FGE.
El problema es que al parecer, sus enemigos le están dando aire para que respire, armas para que se defienda y hasta motivos para que se quede.
bernardogup@nullhotmail.com