Desde que comenzamos a trabajar como reporteros (hace mucho tiempo), ya había quienes sin ser periodistas se hacían pasar como tales para obtener dinero sin necesidad de hacer esfuerzo en un trabajo de su nivel, como choferes, meseros, cocineras, lavanderas o alguna actividad a la altura de sus capacidades. No, ser periodista para ellos era algo muy fácil (la profesión no está regulada) y hasta se sentían importantes. Nos tocó la época de El Pato Villegas, los Arcos, los Lozada y otros cuantos más que en realidad no nos preocupaba que anduvieran por ahí sorprendiendo políticos para sacarles una lana y pagar el recibo del agua o la luz o de plano las chelas. Y así como fue creciendo la población, las instituciones públicas, los partidos políticos, la cantidad de periodistas profesionales, también los charlatanes. Llega al gobierno el cuenqueño Fidel Herrera Beltrán, ávido de elogios, ególatra compulsivo, y los vivales que se refugiaban en la actividad periodística se multiplicaron. Aparecen publicaciones con la foto de Fidel y elogios desmedidos que de inmediato son financiados por El Tío. Una buena portada de algún pasquín y, además de ordenar que se impriman miles y miles para regalar a lo largo y ancho del estado, autoriza fuertes sumas de dinero para el autor del chochol. Ahí aparecieron también portalitos (de cal y de arena) que los charlatanes usaron para obtener dinero y en poco tiempo andaban en lujosas camionetas, como importantes empresarios, presumían de oficinas de primer mundo, no salían de los restaurantes más caros donde se ponían hasta el cepillo ingiriendo de lo más caro. Una verdadera plaga con cargo al erario estatal, como dijera la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda: cualquier pendejo se volvió periodista. Por cierto, varios de ellos fueron cooptados por el exgobernador Miguel Ángel Yunes Linares. Los reclutó el jefe de prensa de Yunes, un tal Elías Assad, quien a cambio de una lana les pasaba textos para que se los acreditaran, todos en contra de los adversarios electorales del hijo del gobernador (Pepe y Cuitláhuac) e incluso tratando de difamar a periodistas críticos. Y esa plaga que para quienes conocen del trabajo periodístico no significa nada, para los improvisados de la política, sí, por eso es que hoy, con más ánimo yunista se lanzan contra el morenismo, sin argumentos porque no saben qué es eso, solo por el compromiso que tienen con el panismo que los usa como sus amanuenses, francotiradores o mercachifles, prostituyendo y denigrando la profesión del periodista.