En el marco del 7º Congreso Nacional de Universidades Promotoras de la Salud que tuvo lugar en Xalapa del 8 al 11 de octubre, Hugo Melgar Quiñones, director del Instituto McGill para la Seguridad Alimentaria Global, ofreció una conferencia magistral en la que destacó que México es suscriptor del Acuerdo para el Desarrollo Sostenible, “al que habrá que rendir cuentas en el 2030”, que contempla 17 objetivos, y destacó que el segundo de ellos se refiere al “hambre cero”.
Sin embargo, en la conferencia magistral “Inseguridad alimentaria y obesidad: ¿una relación paradójica?”, el ponente no dejó de reconocer que a nivel mundial “se tiene un gran problema: es la inseguridad alimentaria”. En 2015, dijo, se llegó a la meta de desarrollo del milenio al bajar a la mitad los índices de prevalencia de la subalimentación que se tenía en la década de los noventa, “con datos halagadores para muchos países.
México presentó una prevalencia menor al cinco por ciento, similar a la presentada por Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Venezuela, “pero la subalimentación existe”.
Mencionó que de acuerdo al reporte correspondiente a este año, México pasó al 3.8 por ciento, “ya casi inexistente”, que llevó a considerar que el país es capaz de exportar alimentos, representando la agroexportación como el renglón número uno de generación de divisas, por arriba del petróleo y el turismo.
No obstante, consideró que aún queda mucho por hacer, “hay que conectar la interdisciplinariedad que requieren los temas de obesidad e inseguridad alimentaria y hambre, porque hemos “medicalizado” la desnutrición, y ésta no se cura con pastillas ni con dietas de astronautas”.
Enfatizó que la desnutrición no se cura, se previene y para ello se deben reconfigurar los sistemas alimentarios, “hay que invertir en la investigación agrícola sensible a la nutrición que permita una mejor calidad de vida para las personas”.
Melgar Quiñones dijo que para él, la seguridad alimentaria se sostiene sobre cuatro dimensiones: Disponibilidad de alimentos, que implica la producción de alimentos necesarios para no tener que importarlos, dado que en los países en desarrollo el 50 por ciento de las cosechas se pierden en el campo; Acceso a los alimentos, para lo que se requiere el ingreso económico, aunque en algunos lugares persiste el trueque de alimentos.
Además, la Utilización de los alimentos, que se relaciona con la preparación e higiene de lo que se consume, así como su distribución familiar sobre quién come qué y cuánto; y Estabilidad, “que constituye el cimiento que todo edificio necesita, porque si no hay estabilidad social, económica, ecológica y política en los sistemas alimentarios, las otras tres columnas no se podrán sostener”.
José Luis Couttolenc Soto/Prensa UV