«Está muy bien que seas curiosa, pero, ¿a mí qué?» fue la respuesta que le dio a mi hermana un amigo suyo, quien era reclutador en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. La pregunta es válida. Realmente, ¿de qué sirve la curiosidad, ya sea en la vida o en el trabajo? Todos los rasgos de la personalidad tienen un fuerte componente genético. Hace varios miles de años, la dimensión de la personalidad conocida como «apertura a la experiencia», que tiene como una de sus facetas a la curiosidad, jugó un papel importantísimo para que nuestra especie emprendiera viajes más allá de África e incluso se aventurara, sin ninguna tecnología de vanguardia, e emprender la travesía desde Asia hasta Australia. No obstante, hoy en día, con nuestra supervivencia asegurada y la mayoría de nuestras necesidades básicas cubiertas, ¿sigue siendo una ventaja el ser curioso? Por supuesto.
Claudio Fernández Aráoz, reclutador experto y uno de los más respetados en su campo, argumenta que la curiosidad es la piedra angular del desarrollo de competencias laborales y sello distintivo de las personas con potencial. La curiosidad se refiere a la búsqueda de nuevas experiencias, conocimiento, retroalimentación y apertura al cambio. Es clave para el desarrollo personal y profesional, así como el de las organizaciones porque se relaciona ampliamente con todas las competencias laborales que requiere el siglo XXI. Dicho de otra forma, sin curiosidad no se puede ser competente.
Cabe destacar que como todas las dimensiones de la personalidad, la apertura a la experiencia puede desarrollarse. Primero que nada, es necesario conocer sus beneficios, así como las situaciones que favorecen su desarrollo, con la finalidad de crear conciencia y entonces, de forma deliberada, intentar adquirir esta valiosa habilidad.
Entre los beneficios principales se encuentran: adquisición de más conocimiento y experiencia, mejores relaciones interpersonales, mayor creatividad, mayor tolerancia al estrés, aprendizaje rápido y eficiente, mejor comunicación y mayor colaboración con otras personas, mayor adaptabilidad al cambio, mejor entendimiento del mercado y sociedad, entre muchos otros.
Las experiencias que transforman la curiosidad en competencia son, entre otras: el haber trabajado para varias compañías, servido a clientes diversos, trabajado en diferentes ámbitos e industrias y con equipos de diversas culturas, experimentado distintos escenarios de negocios y gestionado equipos grandes de colaboradores.
Atrás ha quedado la idea de trabajar para una sola compañía durante toda la vida. Los trabajos del futuro requerirán una enorme adaptabilidad al cambio y un aprendizaje constante. Por lo tanto, es necesario valorar a las personas que cuentan con una trayectoria poco convencional y que han trabajado para muchas empresas, de preferencia en distintas industrias. En el pasado, el éxito profesional dependía de la experiencia, el conocimiento y una que otra habilidad. Eso ha cambiado porque el conocimiento, con Internet, está disponible con inmediatez, se vuelve obsoleto rápidamente; además, vivimos en tiempos de incertidumbre y volatilidad, ya que el mundo es más diverso y global. Por ello, una persona que ha cambiado constantemente de trabajo es una que está buscando aprendizaje constante, retos, crecimiento personal y profesional, y tiene la voluntad e iniciativa para dominar nuevas compañías, sectores y culturas. La versatilidad es un gran activo que no debe pasar desapercibido.
Por último, es imperativo conocer las dimensiones de la curiosidad, con la finalidad de poder identificar a las personas con potencial y uno mismo ser capaz de experimentarlas:
- Brecha en el conocimiento: Se es consciente de que no sabemos o comprendemos sobre algún tema y entonces buscamos la información que nos ayude a «llenar ese hueco». Este tipo de curiosidad nos ayuda a obtener más conocimiento, lo cual a su vez amplía nuestra perspectiva y nos ayuda a tomar mejores decisiones y a mejorar nuestra propia vida.
- Exploración: El simple hecho de explorar y comprender el mundo causa júbilo. Se cuenta con una amplia variedad de intereses que nos ayuda a comprender un poco más sobre nuestro planeta, su sociedad y nuestra propia persona. Este tipo de curiosidad permite conectar puntos entre distintas disciplinas, lo cual en consecuencia amplía nuestros horizontes y fomenta nuestra creatividad; incluso nos transforma.
- Social: Nos permite hablar con otros, escucharlos y aprender de ellos. Se debe ser abierto a conocer cómo piensan otras personas sobre nosotros y por qué piensan así. También nos permite comprender por qué ellos se comportan de cierta manera y cuáles son sus ideales y valores. Este tipo de curiosidad mejora la comunicación, fomenta la colaboración, cooperación, confianza y el altruismo. También mejora la toma de decisiones de las organizaciones y crea un sentimiento de identidad y pertenencia.
- Tolerancia al estrés: Los nuevos retos y experiencias deben generar un nivel de estrés optimo que mejore el desempeño. No obstante, hay personas que prefieren mantener el orden de las cosas. Por ello, es fundamental ver al cambio como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje y favorecer una cultura que premie la experimentación y vea a los errores como parte natural del desarrollo personal y organizacional.
- Riesgo: Este tipo de curiosidad se refiere a la disposición de exponerse de forma física, social, monetaria y mental con tal de adquirir experiencia y conocimiento. Por supuesto que los riesgos deben ser calculados, pero sólo aquellas compañías y personas que están dispuestas a salir de su zona de confort son las que tienen mayor oportunidad de aprender y crecer.
En conclusión, la curiosidad es la habilidad más importante hoy en día y la que está vinculada con todas las competencias laborales que requieren las empresas modernas, independientemente de su giro o industria. No obstante, dicha habilidad debe utilizarse, nutrirse y canalizarse. Como bien se mencionó, es la piedra angular del desarrollo personal y organizacional, pero sin metas y objetivos definidos, a nivel persona y empresa, no será posible explotar su potencial.