Los días posteriores al parto pueden ser de los mejores de una madre. Observar cómo duerme su bebé, darle de comer o cambiarle. Pero para algunas mujeres este supuesto paraíso también puede convertirse en su infierno personal y no ser tan rosa como nos lo pintan.
Aún así, hay mujeres que pasan unos primeros días muy malos y no por ello tienen la llamada depresión posparto. Entonces, ¿qué es exactamente? ¿Cómo puede saber la madre o el entorno que está ante una depresión de este tipo? ¿Y cuál es la mejor forma de ayudar a la madre a superar este tema?
Pasar de ‘Maternity blues’ a depresión
Las parturientas suelen pasar por el llamado maternity blues que es una leve depresión tras el parto y es normal que los primeros días se puedan tener sentimientos diferentes a los esperados. Sin embargo, «para pasar del blues a una depresión propiamente dicha dependerá de que la persona realice tres soluciones y los intentos sean disfuncionales«, comenta a Hipertextual la psicóloga Júlia Pascual (@juliapascualpsicologa). Estas soluciones «no solo no funcionan sino que crearían el cuadro depresivo», añade. Pero ¿de qué habla Pascual con exactitud?
Renunciar, pedir ayuda y construirse como la víctima, estas son las soluciones que diferencian un blues normal de una depresión posparto. En el primer caso, la mujer deja de cuidar del bebé, de sí misma, de las tareas del hogar… Para ello pide ayuda y puede ser «beneficioso» en un primer momento tras el parto, “pero si la mujer sigue pidiendo ayuda aumentará su sentimiento de incapacidad y empeorará”, apunta la psicóloga. Y, en el último caso, pensar que es «víctima de las circunstancias». Este pensamiento «no les ayuda a empoderarse y a tirar hacía delante, sino todo lo contrario», indica la psicoterapeuta de Barcelona. «El círculo vicioso que se instala en la depresión postparto es el mismo que en una depresión normal. Lo que cambia son las causas biológicas que la propician y el contexto en el que se da», señala Pascual.
«En el caso de la depresión posparto, los sentimientos de tristeza y ansiedad pueden ser extremos e, incluso, pueden afectar la capacidad de una mujer de cuidarse a sí misma o a su familia«, añade la psicoterapeuta. Estos síntomas suelen generar una incapacidad funcional en la vida diaria de la madre que ocasionará que sea necesario un tratamiento.
Síntomas de la depresión posparto
Una vez la mujer ha dado a luz, hay una «fase de cambios en el estado de ánimo» que suelen durar alrededor de diez días después de que se realice el parto «siendo el pico de estos síntomas en torno al tercer y quinto día«. «La sintomatología se caracteriza por una labilidad emocional predominante, presentan periodos de llanto intercalados con irritabilidad, confusión y ansiedad», explica Pascual. «Cuando se tiene una depresión posparto hay una incapacidad funcional en la vida diaria de la persona«, señala a Hipertextual la psicóloga.
Un «ánimo depresivo la mayor parte del tiempo» casi todos los días durante dos semana es uno de los principales síntomas de una depresión y también va acompañado de una pérdida de interés o de la capacidad de «gozar» de «actividades que la persona habitualmente disfruta». A estas dos situaciones se les pueden añadir otras como la «fatiga o falta de energía, inquietudes o sensación de enlentecimiento, sentimientos de culpa o minusvalía, dificultades para concentrarse, alteraciones del sueño o pensamientos recurrentes de muerte o suicidio», tal y como indica Pascual a Hipertextual.
¿Qué no deben hacer las personas cercanas a la madre?
Para la madre esta situación es un infierno, pero para el entorno también puede llegar a serlo por querer ayudar y no poder o no saber cómo conseguir que la mujer se sienta mejor. Esto puede llevar al entorno a cometer una serie de errores que, por buena intención que tengan, en vez de conseguir que se sienta mejor, tendrá unos resultados completamente contrarios. Por este motivo, Pascual apunta algunos consejos para que familiares y amigos puedan echar una mano a la madre en los peores momentos.
Lo que no se debe hacer es «prestar demasiada ayuda» y «dar consejos», apunta. Esta «ayuda excesiva» no solo no sirve sino que «puede invalidad mucho más», afirma. Además, si se le dan «beneficios secundarios», comenta, «será mucho más difícil que la mujer tenga la valentía de solucionar y afrontar» la situación.
Continuando con lo que no se debe hacer, no fiarse de la madre es otro de los puntos a tener en cuenta. Hay que dejar que madre y bebé pasen ratos a solas, sin vigilarlos de forma continuada «por el miedo de que pueda hacer algún daño al bebé o a sí misma», comenta Pascual. A esta pauta también hay que añadirle que si se habla del problema todo el rato también perjudica a la parturienta: «Los problemas cuando más se hablan más reales se hacen porque las palabras construyen realidades. Y lo que necesitamos es erradicarlos», afirma la psicoterapeuta.
En último lugar, lo que no se debe hacer nunca es «enfadarse con ellas» por la situación. Esto solo «les hará sentir peor» y podría haber un «empeoramiento» en su ánimo, por lo que es mejor tener paciencia con la madre dadas las circunstancias.
Pascual apunta una serie de pautas que pueden ayudar a la madre a sentirse mejor y que el entorno familiar y de amigos sí puede hacer. Por un lado es importante que bloqueen los «intentos de solución» disfuncionales de la mujer, es decir, deben «observar a la madre sin intervenir«. Pero, además, según apunta la psicóloga, también es muy importante darle «afecto y cariño» para que poco a poco salga adelante. No obstante, si la situación desborda a la madre otra opción es que visite a un psicólogo para que le ayude a manejar la situación.
«Recomiendo la Terapia Breve Estratégica porque desde el primer día propiciamos el cambio a través de prescripciones indirectas y una comunicación sugestiva. Ayudamos a la paciente que lo antes posible renuncie a renunciar. Porque es la renuncia en el cuidado de ella misma, del bebé… lo que principalmente mantiene y agrava el trastorno de estado de ánimo«, concluye Pascual.
Con información de ALT1040