En el mercado mundial existen más de tres mil 800 reactivos o medicamentos y más de 13 mil marcas comerciales, que en su mayoría llegan a alterar el resultado de estudios de laboratorio clínico, informó Luis Manuel Cruz Pérez, catedrático de la Facultad de Bioanálisis de la Universidad Veracruzana (UV).
El miembro del Comité de Expertos en Diabetes y Obesidad de México impartió la conferencia “Nuevas clases terapéuticas y sus cambios en los resultados en el laboratorio clínico”, el pasado 28 de noviembre con motivo del Día del Químico.
Dijo que hablar de nuevas clases terapéuticas es referirse a los medicamentos, los cuales se clasifican en diversos grupos como: antibióticos, antidepresivos, antiinfecciosos y laxantes, y de cada uno existen alrededor de 30 clases distintas.
En muchas ocasiones son ingeridos porque simplemente los vieron anunciados en la televisión o en Internet, o les fueron recomendados o prescritos por familiares y amistades.
Un mal diagnóstico se presenta cuando el paciente se acerca al laboratorio clínico a practicarse unos estudios y el resultado sale alterado, debido al consumo de los fármacos.
Al respecto, comentó que anteriormente la presencia de azúcar en la orina de un diabético era un símbolo inequívoco de daño renal, pero ahora dentro de la nueva clase terapéutica se ofertan unos inhibidores llamados “co-transportadores de sodio y glucosa o glucosúricos”; es decir, son tres moléculas nuevas en el mercado cuyo principio activo consiste en expulsar el exceso de azúcar por medio de la orina.
Por eso es normal que los pacientes diabéticos orinen tres mil unidades de glucosa aunque no tengan dañado el riñón, simplemente es el efecto del mecanismo de acción de la molécula.
Ante esta circunstancia, el especialista en Medicina Interna y Nutrición de la UV y egresado del Instituto Superior de Ciencias Médicas de Cuba, planteó la necesidad de hacer un diseño curricular en la carrera de Bioanálisis, con el fin de contribuir a que el profesionista de esta área interprete correctamente los resultados y sepa diferenciar entre una enfermedad y el efecto secundario por medicamentos.
Explicó que los pacientes con síndrome de polifarmacia consumen algunos fármacos que elevan el amoniaco o el ácido úrico, o antidepresivos que también ocasionan dicha alteración. Por ello, la intención del rediseño curricular es incluir la farmacología con la química clínica para eliminar errores médicos y clínicos.
“Es muy importante porque hay tantas variedades terapéuticas que cambian los resultados y no es por la propia enfermedad, sino por el uso de medicamentos.”
Es una situación de nunca acabar porque todos los días muchas instituciones, médicos, farmacólogos e investigadores en el mundo indagan sobre nuevas clases y moléculas terapéuticas para el tratamiento de enfermedades contemporáneas.
Claudia Peralta Vázquez/Prensa UV