El cambio pacífico que el gobierno de Morena propuso, no solo para Veracruz sino en todo el país bajo la inspiración de su líder máximo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, ya está causando las primeras manifestaciones de inconformidad entre la ciudadanía que, angustiada, ve cómo los perversos de los gobiernos anteriores, corruptos y criminales, siguen haciendo de las suyas sin que una autoridad los detenga. En Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares lo advirtió y lo está cumpliendo, los esfuerzos que hace por enlodar la imagen del gobierno de Cuitláhuac García están dando los resultados que él quiere, provocar que los veracruzanos se inconformen responsabilizando al morenismo por dejar en libertad a peligrosos delincuentes, como Arturo Bermúdez Zurita, señalado de 15 desapariciones cuando se desempeñó como Secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Javier Duarte, cuando el Fiscal Winckler integró mal, a propósito, los expedientes de este y otros delincuentes que han logrado su libertad en los primeros día del gobierno morenista. La idea era responsabilizar al de Morena de haber pactado con ellos impunidad. Lo malo del caso es que el gobierno de Cuitláhuac pierde el tiempo combatiendo a Yunes y Winckler con amenazas, con revelaciones sobre sus actuaciones, es decir, solo mediáticamente, cuando tienen en sus manos el instrumento más poderoso que es el Estado. ¿No tendrán, en las filas del nuevo gobierno, a un abogado competente que les diga cómo denunciar a Yunes, con las pruebas que tienen, por los actos de corrupción que cometió para meterlo a la cárcel y que le pare ya con sus acciones perversas; no les podrán orientar sobre las mil formas que hay para echar del cargo de Fiscal a Jorge Winckler, en vez de andar pidiendo a los veracruzanos que opinen si se va o se queda, mientras hay un Congreso en donde estamos representados? En vez de amenazas mediáticas y de perder el tiempo en ruedas de prensa, hay que actuar ¡ya!