No hay en México un político con la experiencia, la sagacidad y el colmillo de Porfirio Muñoz Ledo. A pesar de sus 85 años, el presidente de la Cámara de Diputados sigue siendo uno de los políticos más brillantes del país, acaso comparable sólo con Jesús Reyes Heroles.
Porfirio estuvo en la plenitud del régimen priista de finales de los sesenta, tanto que fue de los que justificaron desde el poder, la intervención del Ejército en Tlatelolco; secretario de estado en varias ocasiones, fue un sólido aspirante a la Presidencia de la República junto con José López Portillo; al lado de Cuauhtémoc Cárdenas, fue protagonista de la primera gran ruptura del PRI: rompió con el régimen para restaurarlo tres décadas después.
Es el único mexicano que ha presidido el Consejo de Seguridad de la ONU. Fue presidente del PRI como más tarde lo fue del PRD. Y hoy se ha convertido en la conciencia crítica de la cuarta transformación. Nadie puede contar la historia de México en el último medio siglo como Porfirio Muñoz Ledo.
De ideas y discursos memorables, Porfirio hizo quizá la crítica más descarnada, profunda y personal del Presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de colocarle la banda presidencial. En sus redes sociales, calificó al Presidente de iluminado y lo elevó a la categoría de personaje místico.
El Presidente de la Cámara de Diputados ha conocido en la intimidad a todos los presidentes del México contemporáneo; no hay nada que lo asombre, nada que no haya visto antes. La retahíla de calificativos positivos cabría en cualquier otro, menos en Porfirio.
Como parte del destino manifiesto de Porfirio, fue el encargado de recibir la banda presidencial de manos de Enrique Peña Nieto y se la entregó a Andrés Manuel López Obrador para que se convirtiera en presidente constitucional de México. Vivir este momento histórico sacó a flote una de sus más agudas reflexiones.
En su página de Twitter, Porfirio Muñoz Ledo publicó un par de mensajes en los que aseguró que en el Palacio Legislativo pudo ver de cerca una especie de transfiguración cuando Andrés Manuel López Obrador recibió de sus manos la banda presidencial. Y cito el texto:
“Desde la más intensa cercanía confirmé ayer que Andrés Manuel @lopezobrador_ ha tenido una transfiguración: se mostró con una convicción profunda, más allá del poder y la gloria. Se reveló como un personaje místico, un cruzado, un iluminado”.
Y no paró allí. Dijo que Andrés Manuel no es un protestante disfrazado, sino un verdadero hijo laico de Dios, y pidió que la población lo cuide. “La entrega que ofreció al pueblo de México es total. Se ha dicho que es un protestante disfrazado. Es un auténtico hijo laico de Dios y un servidor de la patria. Sigámoslo y cuidémoslo todos”.
Tal vez sabedor del alcance de sus palabras y de su interpretación, en un tercer mensaje que Muñoz Ledo publicó en Twitter, explicó que sus expresiones son a título personal y que no contaminan sus deberes como presidente de la Cámara de Diputados. “Deslindo sin embargo, ese mensaje enviado desde mi Twitter personal que ocupo hace muchos años, de mis actos y deberes como Presidente de la Cámara de Diputados”.
Porfirio no es un hombre de halagos; su edad y su circunstancia están más allá de eso; su interpretación de lo que representa la Cuarta Transformación confirma su profundo conocimiento del estilo personal de gobernar y de la tradición presidencialista en México. La vivió en carne propia, lo mismo desde el privilegio del poder que desde la amargura del destierro.
Llamar iluminado a López Obrador es una crítica al personaje y la actitud del nuevo mandatario. Algo habrá pasado en la “intensa cercanía”, que Porfirio no dejó pasar la ocasión para reprochar al Presidente esa actitud tras la investidura; el resto de sus palabras sólo fueron el señuelo para evitar la confrontación.
La ironía y la profundidad de la crítica de lo que se ha convertido López Obrador a partir de recibir la banda presidencial son exquisitas. Son frases para el futuro, para que nadie caiga después en el asombro. Nadie pudo decirlo mejor.
¿Alguien leyó otra cosa?
Las del estribo…
- El lunes abandonó la cárcel Mauricio Audirac (Sefiplan) y ayer martes lo hizo Francisco Valencia (CAEV). Luego de ganar un amparo, Luis Ángel Bravo (FGE) está listo para hacer lo propio. En ningún caso se ha declarado su inocencia; lo que ha quedado confirmado fue la manera ilegal en que fueron llevados a prisión. Los ex funcionarios han recibido el beneficio de la justicia, ¿y los veracruzanos cuándo?
- Como para ir midiendo el agua a los camotes, el primer grupo de la Guardia Nacional que llegó a Veracruz inició operaciones en la región de Huatusco. Esa no es la zona más violenta del estado, sino la de Coatzacoalcos. Sin embargo, llegar a esa zona de riesgo implicaría correr un riesgo innecesario en el arranque del gobierno y su estrategia.