Adam Kahane es uno de los más importantes facilitadores de procesos de diálogo en el mundo. Él participó en crear los escenarios de diálogo en la Sudáfrica inmediatamente posterior al Apartheid, así como en Colombia y Guatemala en los diálogos de paz, entre mucho otros. Lo he seguido desde hace años y he leído todos sus libros. En “Poder y amor: teoría y práctica del cambio social”, un libro hermoso, alentador y esperanzador (que además he leído quizá cuatro veces), comenta que en los escenarios en los que ha participado hay algo común: la manifestación extrema del poder provoca que las personas sean tratadas como si fueran invisibles, no ver a la otra persona o verla como si fuera una no-persona.
Kahane señala que el poder tiene dos caras, una generativa y otra degenerativa. El poder es generativo y amplificador cuando las personas nos podemos realizar amando y relacionándonos con otros. El poder es degenerativo –constreñido, desviado, abusivo o peor- cuando ignoramos, negamos o cortamos nuestro amor y unidad. Y Kahane se pregunta, para cualquier escenario particular, en qué medida están unidos o separados sus actores, sus partes.
En su primer libro “Resolviendo problemas difíciles: una vía abierta para hablar, escuchar y crear nuevas realidades”, Adam Kahane nos narra su experiencia en la facilitación del proceso de diálogo en Sudáfrica post-Apartheid. En esta primera obra, Kahane nos dice que para crear nuevas realidades tenemos que escuchar reflectivamente.
Les cuento todo esto porque en los últimos meses he participado y formado parte de una experiencia que vale la pena destacar. A través de cinco mesas de diálogos mensuales, el Gobernador Electo ha venido escuchando a los familiares de personas desaparecidas durante los últimos años de gobiernos corrompidos y negligentes. En esas mesas de diálogo se ha diseñado un plan de atención, se ha elaborado un documento que contiene las bases para el diseño presupuestal para la atención de esta problemática específica, se han venido construyendo las agendas y procedimientos para la implementación de las leyes en materia de desaparición de personas y de atención a víctimas.
Pero independientemente de los acuerdos o productos específicos que se hayan podido lograr, quiero destacar la importancia del proceso. Estas mesas de diálogo se han dado a través de una escucha profunda y un respeto por el otro que está en frente. El ejercicio conversacional que han implicado estas mesas ha sido realmente admirable porque se ha dado en un marco de respeto y en un ánimo de construcción de algo nuevo.
Estamos definitivamente frente a una nueva forma de concebir el poder y de ejercer el poder. Estamos ante un formato distinto donde la distancia se acorta entre los actores. La soberbia y pérdida de la realidad de los regímenes anteriores fueron ciertamente parte de la razón de su caída. Llegan a los gobiernos federal y estatal nuevas maneras que buscan un ejercicio del poder generativo, basado en ver al otro, en escucharlo, en acortar la distancia entre las personas.
El Gobernador Electo, Cuitláhuac García ha demostrado un poder de escucha y de acercamiento que vale la pena ponderar. Y es precisamente esto lo que se ha demostrado en estas cinco mesas de trabajo con colectivos de familiares de personas desaparecidas.
Desde luego falta que llegue al gobierno y que esos procesos de escucha y de diálogo continúen.
Por lo pronto, en la quinta mesa de trabajo, última como Gobernador Electo, se analizó el proyecto de Declaratoria de Programa Emergente para atender las violaciones de derechos humanos en Veracruz. Esta Declaratoria la anunciará el Gobernador el 1° de diciembre como primer acto de gobierno. Pero lo que hay que destacar aquí es que no se trata de un aval de los colectivos ni de las organizaciones sociales que han conocido y enriquecido este documento, sino que se trata de una propuesta que se deberá construir precisamente con la participación y colaboración de muchos actores a través de diálogos, espacios, conversaciones, reuniones, acciones que permitan un acercamiento permanente ente todos los actores.
La propuesta no es presentar desde el poder un solo mecanismo o vía o programa, es de co-crear un escenario de diálogos y participación permanente en el que se vayan diseñando estrategias y planeando acciones integrales a través de la discusión y el acuerdo de los diversos actores institucionales y sociales.
El gobierno, entendido de esa manera, no es entonces la autoridad por un lado y la sociedad civil por otro, más bien es un trabajo conjunto y un esfuerzo de entendimiento constante donde las relaciones entre los actores sea frecuente, participativa, estrecha.
Tantos consejos ciudadanos, tantos mecanismos de coordinación, tantos comités o asambleas que marcan en general las nuevas leyes, no podrán operar sino bajo una nueva visión y un nuevo paradigma como los procesos de diálogo en Colombia, Guatemala, Sudáfrica, etc.
Me parece, por haber sido testigo de estas mesas de trabajo, que se ha abierto ese camino, que el Gobernador Cuitláhuac García entiende y tiene la voluntad de seguir escuchando y haciendo participantes a las familias, los colectivos, las personas, la sociedad. Lo que ha hecho el futuro Gobernador aquí es unir a las partes, como dice Adam Kahane.
Quizá esta tendencia y voluntad del nuevo gobierno federal de realizar consultas públicas tenga algo que ver con lo que comentamos, pero creo que, a nivel más cualitativo y particular, se requiere de estos momentos de encuentro, de estas mesas de diálogos, de estos espacios de facilitación de procesos, donde haya un encuentro cara a car de las personas. Sólo así podría hacerse realidad lo que Adam Kahane denomina el poder generativo que nos lleve a un ensanchamiento de las capacidades individuales y colectivas de acción y cambio.
No se trata de la asambleítis permanente propias de los movimientos o revoluciones antes de volverse instituciones burocráticas, aquí hablamos de espacios y momentos facilitadores de escucha y de participación en los que se construyan conversacionalmente acuerdos y coordinación de acciones, para que a partir de ellos, el gobierno pueda y deba actuar ejecutivamente (sic).
Sólo así podremos llegar a un ejercicio del poder donde las personas sean tratadas como si fueran visibles, ver a la otra persona y verla como persona.