Alan Villanueva Díaz, estudiante del Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana (Jazzuv), ganó el X Concurso Panamericano de Saxofón Jazz, que se desarrolló en el marco del XVII Encuentro Universitario Internacional de Saxofón México, con sede en la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El joven de 23 años nació en la Ciudad de México, pero creció en la capital de Oaxaca y tuvo la suerte de que cerca de casa de sus papás el artista Francisco Toledo instaurara el Centro de las Artes “San Agustín”. Ingresó ahí a los siete años, fue así que se inició en el saxofón y formó parte de una banda sinfónica infantil con marcado arraigo a la música tradicional oaxaqueña.
Paulatinamente, le empezó a llamar la atención el jazz, inspirado por destacados saxofonistas que viven o son de Oaxaca, como Miguel Samperio y Arodi Martínez –éste, incluso, es también compositor e integrante del quinteto Orbis Tertius de la UV, “uno de los mejores saxofonistas del país y una gran inspiración”.
Alan ve en el jazz una brecha muy grande, porque no es un reflejo de nuestra cultura; por ejemplo, citó que podemos escuchar miles de discos de música oaxaqueña, ver videos de bandas tocando, pero si no vamos al pueblo de donde emana, para conocer el contexto cultural de donde la música es una expresión más, “no hay una cercanía”. Cuando él comprendió eso, fue que experimentó un conflicto sobre lo lejano que es el jazz.
En ese proceso de preguntarse por qué razón se involucró en este género, entre sus conjeturas está su instrumento, el saxofón, que se ha desarrollado más ahí que en el género clásico. En sus palabras: “Los máximos exponentes de mi instrumento son jazzistas; entonces, si busco desarrollar más mi técnica y cercanía con el instrumento tengo esos grandes referentes, fue así que desarrollé el gusto”. Incluso, destacó: “Charlie Parker es mi brújula en cuestión de lo que busco y es el primer saxofonista de jazz que me llegó”.
Para él, ese proceso de comprender la lejanía del jazz le incita a abordarlo con más seriedad, porque al no tener ese bagaje cultural implica un mayor esfuerzo para comprender realmente el lenguaje, más allá de la música. “Quedarse con una de las dos partes es cerrarse y no ser sincero con uno mismo, porque si te vas sólo por la veta del jazz estás negando una parte tuya, y si te quedas (sólo en la música tradicional mexicana, en su caso la oaxaqueña) no respondes a esos gustos personales que tienes”.
La llegada a Jazzuv
Hace cuatro años, Alan se mudó a la Ciudad de México y siendo alumno de la Escuela Superior de Música llamó su atención el movimiento que se generaba desde el Jazzuv y la resonancia que tenía en el país.
“Aunque la Ciudad de México representa la centralidad y conjunta a los mejores exponentes del género, Jazzuv comenzaba a tener bastante peso, se comenzaba a hablar de los maestros y los planes educativos y, por ende, de los alumnos.”
Hace tres años vino por primera ocasión a Xalapa a propósito del Festival Internacional Jazzuv y percibió “la fuerza que estaba tomando el movimiento musical y la comunidad, los alumnos tocando increíble, los maestros abiertos a compartir con los jóvenes fuera de las aulas, tocando con ellos: una forma muy rica de aprender”.
Al año siguiente asistió al Seminario Jazzuv, lo que le permitió incorporarse a la dinámica de las clases en aula y reafirmar que esta entidad académica de la UV “era la mejor opción”; por ello, tramitó un intercambio académico durante un año, que lo convenció aún más de continuar sus estudios aquí, de manera permanente.
“Este año y medio o más que he estado en proceso formativo en el Jazzuv ha sido algo definitivo para mí y una de las razones de más peso para que haya ganado el premio del Concurso Panamericano de Saxofón Jazz”, remarcó el universitario.
Cabe citar que Alan participó el año pasado en este concurso y obtuvo el segundo lugar. Su interés ha sido alentado por los saxofonistas que lo han ganado, varios de ellos son músicos que admira y referentes en su formación: Diego Franco, Arodi Martínez y Gerry López, entre otros. En esta décima edición participaron siete concursantes de la región.
“Mucho tiempo fue un anhelo ganar, pero justo en el proceso de crecimiento que Xalapa me ha brindado, y estando aquí en el Jazzuv, han cambiado mis nociones acerca de lo que busco con la música. Un concurso sí es algo significativo, de cierta manera, pero siento que la música lo rebasa, no se puede contener en una competencia. Aun así, para mí es un estímulo, pero la búsqueda, en general, va más allá.”
Al cuestionarle qué indaga con la música, dijo que la respuesta más cercana es que su búsqueda es la música misma, tener una cercanía más estrecha con ella: “Con todo lo exigente que es y con todo lo que requiere, en ocasiones te preguntas ‘¿Para qué estoy tratando de estudiar cinco o seis horas al día?’; teniendo como parámetros los concursos, piensas que encerrarte a tocar es para ganarle a todos, pero muchas veces se pierde la visión de la música misma. Esas verdades me llegaron en este proceso”.
Karina de la Paz Reyes/Prensa UV