Antes que cualquier otra cosa, el jazz es confluencia y comunidad. Surgió en un puerto —lo cual ya implica interacción de gente de muchos lugares del mundo— que tiene una historia peculiar: nació como colonia francesa, después pasó a formar parte del imperio español, volvió al dominio francés y finalmente fue vendido a Estados Unidos.

«A principios de siglo [XIX] —explica Berendt en su libro El jazz—, Nueva Orleans era un hervidero de pueblos y razas». En ella cohabitaban franceses, españoles, italianos, ingleses, alemanes, eslavos y esclavos llevados de muchas partes de África. «Todos los inmigrantes, voluntarios e involuntarios —dice más adelante el texto citado—, amaban en primer lugar su propia música, amaban lo que querían mantener vivo como sonidos de su patria. Se cantaban canciones populares inglesas, se bailaban danzas españolas, se tocaba música folclórica y de ballet francesa, se marchaba al son de marchas militares que seguían el modelo prusiano en todo el mundo. En las iglesias se escuchaban los himnos y corales de anglicanos y católicos, de bautistas y metodistas, y en todos los sonidos se mezclaban los shouts —los gritos cantados de los negros—, sus bailes y sus ritmos».

Con toda esta mezcolanza, poco a poco fue gestándose la música que habría de acompañar las turbulencias y los remansos del siglo XX, y de afincarse en el mundo entero en lo que va del XXI, el jazz. Salvando todas las diferencias pero sin desdeñar las semejanzas, una coyuntura similar dio origen al grupo que en los últimos meses ha andado dando de qué hablar por todos lados, Jazz House Collective. La coincidencia de dos chihuahuenses, un coahuilense, un sonorense, un tamaulipeco, dos veracruzanos, un campechano y un oaxaqueño en una institución educativa, JazzUV, y en una casona de la calle Úrsulo Galván, fue el germen que, alimentándose de confabulaciones musicales con fines académicos y jam sessions con fines recreativos, fructificó en un noneto que recluta ayeres para generar un presente que no desatiende su raíz.

En el año 2015, nueve de los habitantes de la casa de Úrsulo Galván dejaron de ser los cuates que compartían partituras, chelas, tareas y desveladas, para hacer, con el nombre Jazz House Ensemble, su primera presentación escénica. Sin que nadie lo tuviera claro, esa noche de septiembre, la Galería AP de la Unidad Académica de Artes, presenció el nacimiento de una agrupación que habría de crecer vertiginosamente hasta lograr su consolidación, solo tres años después, con la producción de su primer registro fonográfico, el disco Jazz House Collective, y su gira nacional para presentarlo, todo ello merced al Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, obtenido en 2017 con un proyecto cuyo atractivo principal estaba en la diversidad: propusieron que el disco estaría conformado por nueve composiciones originales, cada uno de los integrantes haría una pieza en lenguaje jazzístico pero sustentada en la música tradicional de su región. El resultado es un disco con un sonido totalmente contemporáneo que, sin embargo, no nos es del todo ajeno porque en él aparecen, a cada rato, resonancias de la música que nos ha acompañado desde la infancia.

Tras la presentación formal, a fines de septiembre, en el Teatro del Estado de esta capital, el colectivo se ha presentado en otros escenarios de la ciudad y del país: en el Teatro J.J. Herrera, dentro del Primer Congreso de Educación en el Jazz, promovido por JazzUV; en el club Jazzatlán, de Cholula, Puebla; y desde el lunes pasado, ha emprendido la gira norteña: el lunes 19 se presentó en Ponciano Arriaga 158, en Torreón, Coahuila. Y del miércoles 21 al jueves 24 estará en Chihuahua: el miércoles 21, en Don Burro Foro Cultural; el jueves 22, en la Espabi (Escuela Particular Bilingüe), y el sábado 24, en la Muestra Estatal de Música de Chihuahua.

Otro de los logros del colectivo es la obtención del apoyo para la movilidad de músicos que otorga el programa latinoamericano Ibermúsicas, gracias al cual, el próximo año presentarán el disco en el Festival de la Asociación de Jazz de Lima, Perú.

«Somos al mismo tiempo diversidad, libertad, diversión y versatilidad, y buscamos generar espacios para inspirar a los jóvenes, para experimentar una mezcla de sonidos que los harán sentir energía, vivacidad y sobre todo el deseo de escuchar más jazz», afirman los músicos de Jazz House Collective, y creo que lo logran.

 

 

 

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