Las mujeres y los hombres se movían como las olas del mar, en un solo vaivén; ellas y ellos con sus trajes elegantes y blancos como la espuma, son como un reflejo claro del carácter del veracruzano, transparente y sincero.
Todos se unieron en una sola voz y en un solo zapateo, “La Bamba”, el himno adoptado por los y las veracruzanas que saben reír, cantar y tomar con humor todos los acontecimientos buenos o malos que les pasen, de todo hacen mofa.
Este es el cuarto año, en que el ballet folklórico de la Universidad Veracruzana reunió a cientos de bailarines de todas las edades, para convertir el centro histórico de la ciudad en un Tlacotalpan en vivo, lleno de color y ritmo.
El grupo Tlen Huicani sonó las arpas, la marimba, las guitarras y los demás le siguieron con cantó, estrofa por estrofa fue interpretada “La Bamba” y de escucharla se erizaba la piel.
Fueron más de dos mil bailarines, con abundante calor humano, como lo son los veracruzanos, sonrientes y felices de haber logrado otra vez un record guiness.
Las mujeres vestidas de “Jarochas”, término que data del siglo XIX cuando el poeta José María Esteva lo impuso, para referirse a las habitantes de la costa veracruzana.
Avc