Adalberto Pérez Aguilar, estudiante del Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana (Jazzuv), expresó que la música contribuye de manera significativa a la reorganización social que el país necesita.
El universitario tiene 24 años, vivió sus primeros ocho en la comunidad El Zapotal, del municipio de Huatusco; a los 15, ya viviendo en Xalapa, se incorporó a la Banda de Música de la Escuela Secundaria Federal Número 2; posteriormente, formó parte de la Orquesta Sinfónica Infantil y Juvenil del DIF Estatal.
Primero estaba enfocado en las percusiones, pero ante la propuesta por parte de la Federal 2 de que le facilitarían un instrumento, su papá le propuso que eligiera saxofón. “Me llamó la atención, le veía su forma, que era dorado, que sonaba fuerte pero cálido a la vez, y dije ‘voy a intentar’; me lo pusieron en las manos, me dijeron ‘así es… sóplale’, le soplé saqué una nota y sentí algo como cosquillas entre el pecho y el estómago, donde dicen que está el alma. Yo creo que es como cuando te enamoras”.
A aquel primer instrumento que tuvo, prestado por la secundaria, lo clasifica como “una lata de Coca-Cola”, dadas sus precarias condiciones. “Ése era un sax que medio servía y costaba trabajo sacarle sonido. Yo creo que si ahora lo tocara, no podría sonarlo, pero fue como aprender a manejar en un vocho”.
Como parte de su profesionalización, estudió hasta el segundo semestre del Ciclo Profesional en la Facultad de Música de la UV. En 2014 ganó el Premio Panamericano de Jazz y optó por dedicarse completamente a este género e ingresó al Jazzuv.
“La primera semillita fue porque me gusta el género en sí, los colores de la música como tal, el ambiente que creas y, más que nada, porque me permitió tener libertad de tocar y sentir lo que yo quería, y de interpretar la música como yo creo que debe ser interpretada. Aparte, baso la ideología del jazz en mi ideología de vida; se trata, a través de la música, de entender los procesos sociales: cómo funcionan las personas, qué sienten.
”Yo tengo la idea de que todo el mundo y la vida en sí se rige por el amor a las cosas, a las personas. De ahí se derivan intereses propios –el amor tiene su lado oscuro y su lado de luz–, y es por eso que me dedico a esta música, porque siento que es más orgánico el acercamiento.”
De aquel sax “lata de Coca-Cola” con el que se inició a la fecha, Adalberto ha experimentado muchos sucesos. Rememoró que en el transcurso ha tenido tres tenores y un alto –actualmente toca un tenor–, también posee una flauta. Cuando necesita un clarinete, lo pide prestado, y cuando es el caso del barítono, lo renta.
Refirió que también trabaja con la Organización Teatral de la UV y por ello, de acuerdo a las obras, es necesario tocar tal o cual instrumento; por ejemplo, la semana pasada asistieron a la 39 Muestra Nacional de Teatro, donde acompañó con el barítono.
Adalberto ha sido integrante en las ediciones 2017 y 2018 de la JM Jazz World Orchestra, una big band integrada por jóvenes del mundo, que desde hace 10 años cada verano realiza giras por Europa. Tan sólo en la más reciente visitó Italia, Croacia, Eslovenia, Serbia y Macedonia, entre otros países.
Para cada edición de la JM Jazz World Orchestra se desarrolla una audición vía Internet, que básicamente consiste en que el joven músico presente el mejor solo en menos de un minuto y medio. En el caso de Adalberto, ha realizado dos y en ambas lo han elegido. “Soy el único mexicano en la historia del programa”, expresó orgulloso.
Adelantó que piensa postularse para la gira de 2019, aunque ello implica considerar los gastos de traslado, pues aunque la UV le ha brindado apoyo, los tiempos en que se emite éste no son compatibles con los de la compra de boletos para los vuelos y ello ha complicado un poco los viajes a aquel continente.
El más reciente logro de Adalberto es que obtuvo un apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) de la Secretaría de Cultura, a través del Programa de Creadores Escénicos 2018, en la categoría “Creador Escénico A”. “El proyecto que presenté fue la composición y ejecución de una suite para quinteto de jazz y cuarteto de cuerdas, basado en la Tercera Corriente en México, más que nada el estilo compositivo y armónico será ése”, explicó en entrevista para Universo.
Para Adalberto este apoyo es muy significativo, sobre todo por el prestigio y renombre que tiene el Fonca. “Se trata de desarrollar un proyecto, que es lo que aprendemos a hacer aquí, en la escuela; después, implica que realmente puedas llevar a cabo un proceso creativo-artístico y de destreza musical; significa un reto y un privilegio y además la gente empieza a notar que puedes hacer algo más que tocar unos standards de jazz”.
El joven relacionó aquel planteamiento de entender a través de la música los procesos sociales con el financiamiento que recibirá por parte del Fonca en el transcurso de todo 2019: “Para desarrollar una obra de arte se necesita un apoyo y, obviamente, estamos limitados en nuestro país por la falta de oportunidades; entonces, el contexto social es muy duro ahora, la sociedad está fracturada y los valores trastocados. En realidad, necesitamos reorganizar desde abajo, es difícil y no creo que pasen uno, dos ni cinco años, tardará un poco más”.
En sus palabras, es necesario un movimiento de reorganización social, que se puede hacer por medio del arte y de la educación, pero, sobre todo, con la generación de oportunidades para los que menos tienen. Como ejemplo puso la comunidad donde vivió la primera época de su infancia, lugar que no está pavimentado y mucho menos tiene recepción para celular.
“Yo pude hacerlo, tengo ya dos giras por el mundo, mientras hay niños que no tienen ni zapatos y quizá uno de esos chamacos es como un (Wolfang Amadeus) Mozart escondido entre la selva, que tiene una creatividad y sensibilidad tremenda; entonces, lo único que hace falta en este país son las oportunidades.”
Afirmó que para esa reorganización social la música contribuiría considerablemente, porque te permite “tener un panorama distinto del día a día, concebir una realidad alterna de lo que puedes o no hacer”. Para ilustrar tal planteamiento, relató que en la experiencia educativa Música y Educación, el académico les pidió desarrollar algo similar a un servicio social y por ello realizó un concierto en un preescolar de Teocelo, la reacción de los niños le permitió confirmar que “la música cambia la manera de pensar”.
Karina de la Paz Reyes/Prensa UV