En San Andrés Tuxtla se localiza una de las capillas más importantes del estado de Veracruz
Desde hace seis años, Guadalupe Vargas Montero, del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), se ha dedicado al estudio del culto a la Santa Muerte en el país y encontró que éste es muy amplio y, por lo mismo, no puede ser considerado exclusivo de migrantes, narcos o malhechores pues “abarca a familias completas”.
La investigadora compartió que se acercó a este tema porque durante un largo periodo estudió rubros como la magia y los sistemas religiosos y de creencias en la región de Los Tuxtlas.
“Me di cuenta que había muchas imágenes, lociones, amuletos e infinidad de cosas relacionadas con la Santa Muerte; en las joyerías se vendían imágenes en oro, plata, platino y en materiales muy caros.
”La persona encargada del local me comentó que la devoción estaba muy extendida, sin importar la condición económica, tanto que incluso tenía su capilla.”
Así fue como empezó a profundizar en el culto de la Santa Muerte. El primer sitio que visitó fue la capilla abierta en San Andrés Tuxtla; posteriormente extendió su investigación a Xalapa, donde una familia instaló una capilla.
También siguió la literatura, notas periodísticas y por Internet relacionadas con este culto; la información la condujo a continuar la investigación en Ciudad Juárez, Tijuana, Guadalajara, Puebla y Veracruz, donde tiene un gran número de adeptos.
“Incluso fue filmada una película, entre documental y fantasía, teniendo como protagonista a una de las sacerdotisas principales que vive en Nueva York, Estados Unidos. Fui a entrevistarla, me comentó que es originaria del estado de Guerrero, migrante transexual y líder del movimiento transexual en esa ciudad estadounidense. Cuenta con un altar impresionante y junto con otros creyentes organiza una gran celebración a la Santa Muerte.”
El culto
Guadalupe Vargas aclaró que este culto no es hacia la muerte ni al hecho de morir: la devoción a la muerte es para no morir, para tener una vida mejor. Otro dato interesante que ha encontrado es que el 99 por ciento de sus creyentes tienen como religión el catolicismo.
Para entender este fervor, investigó si el culto había sido el mismo o ha sufrido transformaciones importantes. Encontró un corte histórico fundamental que representó un hito para su desarrollo: a partir de los años noventa, específicamente en el Barrio de Tepito, doña Enriqueta Vargas sacó a la calle la imagen de la Santa Muerte, dando inicio a un culto abierto y totalmente diferente al que se llevaba con anterioridad.
“Es interesante ver las marcadas diferencias entre el culto tradicional y el culto al que llamo posmoderno; el primero está circunscrito a un tipo específico de familias, aquellas vinculadas a un especialista tradicional, a curanderos, a brujos u otros grupos.”
La investigadora del IIH-S ha encontrado poco sobre cómo inició el culto, incluso las personas desconocen el origen del mismo. De la plática con algunos expresidiarios ancianos supo que la devoción está muy difundida en las cárceles y le comentaron que no necesitaba tener un altar ni nada similar, su creencia era suficiente.
Incluso, le comentaron, la jaculatoria –breve oración o invocación– era una espiga amarillenta con la imagen de la Santa Muerte en colores negro, gris y blanco, no tenía nada de colores.
“En el culto abierto se puede adherir cualquier persona que así lo desee. Por supuesto que es un culto colonial, no viene de las culturas mesoamericanas.”
Comentó que este culto se divulgó y propagó entre la población gracias a los medios de comunicación, ya que fueron ellos quienes le dieron mucha difusión a partir de que la señora Enriqueta hizo público su culto a la Santa Muerte.
Posteriormente, con la llegada del Internet hay miles y miles de sitios web dedicados a la Santa Muerte, donde se puede montar un culto sin necesidad de desplazarse a una capilla u otra ciudad.
“Estas prácticas forman parte de los neocultos que comenzaron a surgir a partir de la década de los setenta a la fecha; también de los cultos llamados a la carta, porque cada quien puede hacerlo como quiere, no es necesario que acuda a un lugar en específico, se puede hacer la petición que se desee, hay una comunicación directa entre la persona y la entidad.”
Indicó que con el tiempo se ha creado una mitología en torno a la devoción de la Santa Muerte, es decir, qué quiere la Santa, cómo debes hacerlo, por ejemplo: dicen que el altar sólo debe estar dedicado a ella porque es muy celosa, o si haces un pacto con ella, a cambio te quitará a un pariente. Pero, hay otros creyentes que afirman que esto no es verdad, porque la Santa es amor y bondad, así que protege a los seres queridos.
De igual manera, encontró que utilizan los colores del arcoíris para vestirla y cada uno tiene un significado en específico: el verde lo relacionan con el dinero, así que las características y vestimenta de la Santa está relacionada con los dólares americanos; el rojo es para el amor, el blanco es para la salud y así con todos los colores.
“Existe una que es de las siete maravillas, la cual integra todos los colores, lo que permite tener un amplio margen de solicitudes y peticiones.”
En el norte del país existe una figura de la Santa Muerte jorobada, también las hay en Guadalajara, aunque el significado es diferente. En el norte, detalló, es considerada como muy peligrosa, sólo es usada por personas que tienen muy malas intenciones porque sirve para hacer daño.
Fiesta en San Andrés Tuxtla
En Veracruz, una de las capillas más grandes se encuentra en San Andrés Tuxtla, donde todos los años, cada primer viernes de marzo, se organiza una gran fiesta dedicada a la Santa Muerte.
Guadalupe Vargas describió que empieza con una misa realizada por un sacerdote, con toda la liturgia de la Iglesia católica, incluso se realizan bautizos y se dicen oraciones católicas que son aderezadas con palabras como “Santa Muerte”, “Santa Niña”, “Niña Blanca”, entre otras.
La misa es realizada por un sacerdote de la Santa Muerte, el cual es traído de Puebla o Querétaro (donde son preparados), usan una vestimenta igual a la de un sacerdote católico, y de igual manera dan la comunión.
El altar, detalló, es colocado en la entrada a la capilla, ya que cada año asiste un número importante de personas. Al término de la ceremonia religiosa da inicio la fiesta. Los que reciben a la Santa (una especie de mayordomos) donan la comida y llevan licor.
Describió que es ambientada con música de mariachis, tríos norteños y grupos musicales de diferentes géneros, que interpretan canciones específicas para la Santa.
También, dijo, se prenden fuegos artificiales con imágenes de ella y llega una diversidad de personas a presentar espectáculos, como una forma de donación a la fiesta que termina hasta que el cuerpo aguante.
“Es una fiesta religiosa familiar, van familias completas, adultos, jóvenes y niños. Me sorprendió ver que principalmente van mujeres para pedir favores familiares, y muchas jovencitas, de entre 13 y 18 años de edad, para solicitar favores amorosos a la Santa.”
Cabe mencionar que la capilla de San Andrés Tuxtla está abierta al público y a cargo de una familia, la cual proporciona velas y otro tipo de ofrendas para ponerle a la Santa; se puede permanecer el tiempo que se desee, pero siempre se le debe dejar una ofrenda, pueden ser flores de todos colores, fruta, licor, cigarros, dulces y al igual que en una Iglesia católica, hay muchos milagros, fotografías y cartas de agradecimiento.
La gran mayoría de la gente considera este culto como demoniaco, en especial las personas católicas, quizá se deba a que hacen una comparación con la Virgen de Guadalupe.
Lo cierto, destacó, es que “este culto es tan amplio que no debe pensarse que sea exclusivo de migrantes, narcos o malhechores, es un culto familiar”.
Por último, Guadalupe Vargas comentó que la hipótesis de su trabajo se da a partir del análisis del núcleo duro mesoamericano que estudia el historiador mexicano Alfredo López Austin, al sostener que hay toda una serie de cuestiones que forman parte de la ideología del sistema de creencias y saberes mesoamericanos que perviven a través de los siglos.
“Hay un núcleo duro de creencias que han persistido al paso de los años y las podemos notar en la actualidad. Un término que me ha llamado mucho la atención es el de la dualidad, que en el sistema de creencias mesoamericanas una misma imagen contenía el bien y el mal, proporcionaba la vida y la muerte, y este mismo principio se ve en la Santa Muerte que contiene la parte blanca y oscura, la bondadosa y la cruel, la que da y quita vida, es algo muy interesante”, concluyó la investigadora de la UV.
UV/Paola Cortés Pérez