Ruy Pérez Tamayo, académico, investigador, médico y miembro de El Colegio Nacional, impartió la conferencia magistral “Humanismo y medicina” en el auditorio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Veracruzana (UV), el viernes 26 de octubre.
Con su participación cerró la edición de la Cátedra que lleva su nombre y que tiene su origen en el convenio de colaboración entre la UV y El Colegio Nacional, y que además forma parte de las Cátedras de Excelencia de la máxima casa de estudios del estado.
“El médico que no atiende de forma integral al paciente y sólo lo ve como un caso más de cierta enfermedad, no sólo es un mal médico, es un médico inmoral”, enfatizó Pérez Tamayo ante un auditorio integrado por estudiantes, académicos y autoridades de la Universidad.
“Al día de hoy el médico cuenta con los mismos recursos que contaba Hipócrates: una actitud interesada y afectuosa, un trato amable y respetuoso, la atención solícita y cuidadosa, la palabra suave y confortadora que promueve y fortalece la esperanza y alivia la incertidumbre y la angustia sin paternalismos arrogantes y siempre con respeto a la dignidad y la autonomía del ser humano que deposita su confianza en él.”
Destacó que el humanismo no se trata de que los médicos sean expertos en literatura clásica o griega, sino más bien que practiquen el bien, que sean benignos y caritativos, que en vez de humanistas sean humanitarios.
Retomando los argumentos del reconocido médico Ignacio Chávez, planteó que “un médico culto es un mejor médico, pero no porque sea culto sino porque es un mejor ser humano; esta circunstancia no sólo le permite, sino que le obliga a un mejor trato con otros seres humanos en el tejido social en el que existe”.
Expuso además su definición de medicina y su propósito: “Sirve para lograr que hombres y mujeres vivan sanos toda su vida y finalmente mueran sin sufrimiento y con dignidad lo más tarde que sea posible”.
Para cumplir con estos objetivos, la medicina científica contemporánea cuenta con un caudal de conocimientos y un arsenal científico y tecnológico que nunca antes se había tenido, “pero a pesar de todo el progreso de la medicina, su esencia no ha cambiado y, por lo tanto, sus funciones siguen siendo las mismas”, advirtió.
De la combinación de los objetivos de la medicina con la relación médico-paciente se puede derivar un código de ética médica estrictamente profesional, sin la inclusión de elementos ideológicos, políticos o confesionales.
Agregó que estas “influencias extra médicas” invaden y reemplazan “a los argumentos médicos en la mayoría de los códigos de ética médicos reconocidos, desde el juramento hipocrático hasta el último promulgado por la Asociación Médica Mundial”.
Pero esto no debe extrañar, porque los médicos son seres humanos y sus acciones están determinadas “no sólo por la ética médica sino por la ética en general y la normativa, en muchos de ellos también por la ética trascendental, de acuerdo a sus creencias religiosas”.
La ética médica está relacionada con la medicina, mientras que la ética del médico tiene que ver con el ser humano que la practica, observó.
Su propuesta de un código ético médico incluye cuatro elementos: estudio activo de la medicina, docencia e información médica a todos los que puedan beneficiarse con ella, investigación biomédica y manejo integral del paciente.
Reconoció que actualmente se ha generado una súper especialización en la medicina, que es consecuencia de dos factores complementarios; por un lado “la acumulación progresiva de cada vez más conocimientos científicos sobre las enfermedades, y por otro, el desarrollo de nuevas y más sofisticadas técnicas para su diagnóstico y tratamiento”.
Ello tiene como resultado un aumento en la eficiencia y calidad del servicio que el médico puede ofrecer, pero en campos cada vez más limitados.
David Sandoval Rodríguez/Prensa UV